ENTREVISTA

Milena Busquets: "El amor eterno es la única respuesta a la muerte"

El 20 de marzo llegará a las librerías su nuevo libro, 'Ensayo general', un puzle emocional en el que, diez años después del fallecimiento de su madre, Esther Tusquets, ha logrado encajar todas las piezas de su vida

La escritora Milena Busquets, fotografiada en Barcelona poco antes de la entrevista con el suplemento 'ABRIL'

La escritora Milena Busquets, fotografiada en Barcelona poco antes de la entrevista con el suplemento 'ABRIL' / Jordi Otix

Inés Martín Rodrigo

Inés Martín Rodrigo

La risa de Milena Busquets (Barcelona, 1972) es escandalosa, y se contagia. Cuando rompe a reír, no puedes evitar sumarte a su carcajada, fruto, seguro, de alguna observación hecha desde una sagacidad que, paradójicamente, huye de la prudencia. En las distancias cortas es donde mejor se desenvuelve. Le sucede en esa vida en la que ya casi todo le ha pasado, y también en la literatura.

Disfruta eligiendo las palabras sin pensar demasiado, dejándose llevar, siendo radicalmente espontánea. Lo vuelve a demostrar en su último libro, Ensayo general (Anagrama / Amsterdam Llibres), que llegará a las librerías el 20 de marzo. Más que una historia, la suya y las de aquellos a quienes ama y que la aman (el amor es, según dice, la pasión que la dirige), es un puzle emocional cuyas piezas ha logrado encajar gracias al paso del tiempo.

Diez años después del fallecimiento de su madre, la editora y escritora Esther Tusquets, la autora sigue conviviendo con su ausencia, la tiene, tal vez, más presente que nunca. Su relación con ella, no obstante, ha cambiado. Ya no siente la rabia que un día llegó a experimentar. Ahora la quiere y la extraña, la necesita. Y, al leerla, una piensa que quizás esa evolución se deba a la escritura, a que esa niña que leyó El pequeño príncipe ignorando su muerte, la mujer que ha sido todos los personajes de Mary Poppins, ha encontrado, por fin, la salvación en la escritura. Ojalá.

P. ¿En qué momento está de ese ensayo general que es la vida?

R. No lo sé, es una pregunta amplísima, podía ser toda la entrevista. Siempre estoy un poco igual, yendo y viniendo. No sé si se llega a una plenitud. La situación de control de momento no me ha sido dada, creo que me será dada, pero no la tengo.

P. ¿Y la necesita?

R. No lo sé. La mayoría de la gente necesita estabilidad y orden. Albert Serra, que es amigo, cuando yo estoy en el precipicio, a punto de quedarme sin pasta, dice que eso es lo que a mí me va bien y él se moriría.

P. En el libro explica que esa es la sensación que tiene cuando escribe, sueña que va conduciendo a toda velocidad y se acerca al precipicio. ¿Sigue siendo así?

R. Depende. La primera versión de este libro la acabé en junio y he tenido seis meses para darle vueltas, y yo creo que a mí eso no me sienta bien. Como escritora, no me sienta bien manosear los textos, me cansan, me aburro de mí misma. A mí me va bien no tener tiempo de pensar mucho las cosas y de corregirlas. Hay escritores que están pensando en una coma dos meses. A mí me gusta la velocidad, me sale mejor que la lentitud y la reflexión. Pienso mejor cuando pienso rápido. Porque si no, inmediatamente, en la escritura pero también en la vida, se meten los miedos, no querer ofender a los demás, querer afinar las cosas.

P. Hay mucho amor en el libro, y desamor. ¿Usted quiere igual que escribe, o escribe como quieres?

R. Quiero mejor que escribo. Le he dedicado más tiempo al amor. Creo que escribo un poco por casualidad. Para mí, la presión de una editorial no es sólo la presión de una editorial, es mi madre, mi juventud, mi infancia... Hay mucha carga, no llego.

R. Es que la mochila pesa mucho.

R. Sí, pesa mucho, pero no sólo por mi madre, sino porque es un mundo que frecuenté mucho, que conocí mucho, en el que trabajé muchos años. No disfruto yendo a la editorial, veo a mi editora una vez al año; hay autores que estarían cada semana en su editorial. No sé por qué no empecé a hacer otra cosa, no sé.

Creo que escribo un poco por casualidad. Para mí, la presión de una editorial no es sólo la presión de una editorial, es mi madre, mi juventud, mi infancia... Hay mucha carga

P. ¿Y no tiene la sensación de que fue la escritura la que la eligió?

R. No lo sé, no. Es el instrumento que tenía al alcance. Era una persona sensible, pero igual si hubiésemos nacido en una familia de músicos estaríamos tocando el clarinete. Pero creo y espero morir pensando que lo que mejor he hecho es querer.

P. ¿Y ser querida?

R. Ser querida es muy importante, pero yo tengo el problema, la psicosis de no sentirme querida. Soy muy querida y siempre siento que no es suficiente, hasta el punto psicótico.

Milena Busquets, en su barrio barcelonés

Milena Busquets, en su barrio barcelonés / Jordi Otix

P. En el capítulo más largo del libro, Diez años menos tres días, dice que un día llegó a la conclusión de que su madre no la quería.

R. Seguimos conviviendo día a día con nuestras pérdidas. Lo del duelo no sé lo que es, ni con mi madre ni con mi padre ni con otra gente que he perdido, que ya empieza a ser bastante, no ha habido duelo porque la presencia es constante. Los vivos siguen al mismo paso que los muertos y los muertos siguen a nuestro lado. La relación con los muertos va cambiando, evoluciona.

P. ¿Y en qué punto de su relación con su madre está ahora, diez años después de su muerte?

R. Ahora la quiero mucho, la echo de menos muy a menudo. Ahora se ha acabado la rabia que sentí hacia ella el año pasado. Y está muy presente en la vida de mis hijos. Era una tía fantástica, me hace falta... Quedarte solo es bestia.

Soy muy querida y siempre siento que no es suficiente, hasta el punto psicótico

P. Es el peor momento, cuando te das cuenta de que se te ha roto la columna vertebral que te sostenía.

R. Exacto, ¿cómo te sostienes? Es una locura. Pero no quiero superar las relaciones, no entiendo lo de pasar etapas, sea el duelo o la madurez. Estas cosas tan claras a mí no me pasan así, estoy en muchos sitios a la vez, en muchas edades a la vez.

P. Dice en el libro que empezó a leer a su madre hace bien poco. ¿Hasta ahora no la había leído?

No la había leído en absoluto. Y algunos libros no me los he leído.

R. ¿Por qué?, ¿por protección?

P. Sí, por un lado protección y, por otro, rabia. Una rabia muy parecida a la que sentí cuando publicó El mismo mar de todos los veranos, donde contaba una relación con una mujer, un amor que no era yo, otra vida. Volvemos un poco a lo mismo, al hecho de que yo no sea el centro absoluto siempre de todos los amores y de todas las vidas. Es una locura.

P. Su madre nunca escribió sobre su hermano y usted, no quería.

R. No, porque no le interesábamos tanto. Mi madre era muy buena madre, nos educó muy bien, pero a mi madre le interesaba mucho su juventud, sus amores que ya había dado por cerrados. Esta pasión por los hijos… Ella decía que sí, eh, sobre todo por mí. Una vez llegué a su casa, en los últimos tres años o así, mi hijo mayor tenía diez o doce, y me dijo: He hecho un experimento, le he preguntado a Noé por quién cree él que yo daría la vida. ¿Y qué te ha contestado?, la pregunté. Y me dijo: Por él, y se equivoca, sólo lo haría por ti... Qué forma tan retorcida de decirme que era tan importante yo en su vida. Cuando, además, yo pienso que si lo has hecho medianamente bien tienes que poder dar la vida por más de una persona, o igual es mentira y no la darías por nadie.

Todos estamos hechos para una o dos cosas o tres, y yo la maternidad la tenía muy claro desde pequeña

P. Yo creo que eso es algo que saben más y mejor quienes han sido madres. Usted habla mucho de la maternidad en el libro, también. ¿Cómo la cambió?

R. Así como mi madre, que era cariñosísima y mucho menos cruel que yo, quería muy bien a la gente, hasta los 36 años o así no se planteó tener hijos, yo desde los cinco sabía que quería ser madre. Tenía estanterías llenas de muñecas, los libros estaban por ahí tirados. Yo creo que todas las cosas importantes tienen una parte muy importante de vocación: la literatura, la maternidad… Todos estamos hechos para una o dos cosas o tres,y yo la maternidad la tenía muy claro desde pequeña, con lo cual no me cambió muchísimo, porque era una cosa muy evidente. Es una vocación, pero el hecho de tenerla no significa que lo vayas a hacer bien. Creo que es básico y capital el egoísmo. Hay gente intrínsecamente egoísta a la que básicamente le interesa lo suyo; el amor a esta gente le interesa poco, es para ellos mismos.

P. En el libro pone en valor el amor romántico frente a la cursilería, que dice que es una forma de puritanismo. Lo cierto es que cada vez hay menos romanticismo.

R. Claro, porque estamos yendo por un camino muy equivocado. El romanticismo, la intensidad, el dramatismo, los amores absolutos y desesperados, no es verdad que se invente en el siglo XIX. Ya en la Grecia clásica las tragedias eran románticas. Se ha denostado la palabra romántico porque sí que es verdad que nos perjudica a las mujeres, se ha vendido una historia de las mujeres muy banal y romantizada. Nos venden el cuento a las tías del amor eterno… Pero igual no está tan mal, porque el amor eterno es a lo que aspiramos todos.

La escritora Milena Busquets, retratada después de la entrevista

La escritora Milena Busquets, retratada después de la entrevista / Jordi Otix

P. Yo siempre digo que el amor es eterno mientras dura.

R. No, pero esto es horrible [ríe]…

P. Será por la presencia de la muerte en mi vida, tan tremenda...

R. Lo único que tenemos como seres humanos para contrarrestar a la muerte, para decirle «no te sales con la tuya», es el amor eterno. Está abocado al fracaso, seguramente, pero es la única respuesta a la muerte. Yo siempre que me enamoro pienso que va a ser eterno, pero de verdad lo pienso y lo creo, porque algunos amores eternos hay. Y es lo único que tenemos para enfrentarle a la muerte. No hay nada más, ni dinero, ni fama, ni que hagamos grandes libros, sólo tenemos esto enfrentado a la muerte: el amor en el tiempo. Porque la pasión, que también es muy interesante, te da una sensación de inmortalidad que también empuja un poco a la muerte, es una llama.

P. Pero es mucho más efímera.

R. Claro, se enciende, se apaga… Pero el amor eterno no. El amor eterno podría ser tan largo como la muerte, no hay nada más que pueda competir con la muerte. Y esto nos obliga a buscarlo desesperadamente, porque es la prueba de que la muerte no podrá con nosotros del todo. Si no, vaya asco.

Lo único que tenemos como seres humanos para contrarrestar a la muerte es el amor eterno

P. ¿De verdad no se había dado cuenta de que El pequeño príncipe muere? Es lo que cuenta en el libro...

R. No.

P. Leerla me hizo pensar que no nos enseñan a relacionarnos con la muerte, a cómo enfrentarla.

R. Sí. Al mismo tiempo, quieres proteger a los seres indefensos de cinco o seis años cuando leen El Pequeño Príncipe. No sé. No tengo muy claro cómo hay que enseñar la muerte a los jóvenes o a los niños, tampoco tengo muy claro que haya que hacer gran cosa al respecto, no hay que esconderla. La juventud es otra muestra, junto con el amor eterno, de que algo podemos contra la muerte. Y los jóvenes no conciben la muerte. En la infancia estás más solo. Yo creo que estás más armada para enfrentarte a una muerte cercana con cinco o seis años que con 17, que fue cuando a mí se me murió mi padre. Porque la adolescencia es lo contrario a la muerte.

P. Dice en el libro que los hombres nos leen con condescendencia.

R. Sí, hombre, ¿no lo ves? Por favor.

P. ¿Y cómo se puede acabar con eso, cómo debemos combatirlo?

R. Arriba sigue habiendo tíos de 40, 50. Esta gente es la que decide las cositas que nos dejan hacer, escribir y publicar. Si cumples un papel, si hablas de la violación, de la situación de las mujeres en los países árabes, de los temas con impacto social e interés feminista, entonces sí te dejan. Pero ponte a hablar de hacer huevos fritos en tu casa y que no te llamen frívola, ponte. Lo que me gusta de Annie Ernaux es que cuando habla de sus amores, de amor físico, es sólo una mujer, no hace feminismo desde ahí, es obvio que es feminista, pero no hay una cosa como de feminismo pedagógico.

Yo a veces pienso que no volveré a ser feliz nunca, ahora que mi madre no está en el mundo no volveré a ser tan feliz, la felicidad absoluta ya no está garantizada

P. No hay una pose.

R. Exacto. Las páginas de Cultura de los periódicos tendrían que pasar a manos de las mujeres. Hay generaciones perdidas, y a esta generación de tíos les ha tocado un momento muy difícil y complicado. Pues lo siento mucho por ellos. Además, no son tan brillantes, no son la generación de Herralde, Barral, los Goytisolo. Además, es que son tan listos... La cultura estaba tradicionalmente en manos de las mujeres y han conseguido llevársela a su terreno. Mandan ellos en esto. Han conseguido llevarse la paternidad a su terreno, ahora todos escriben sobre sus hijos. Nosotras, imbéciles, hablando sobre ser mala madre o buena madre, y ellos de lo que les enternece el hijo. Es una batalla y habrá gente que saldrá perdiendo y tienen que ser estos tíos. No concibo otra cosa. Y si entre estos hay uno o dos de talento que se pierden, pues mala pata. Hay que ser muy contundente en esto y no se está siendo, porque como un poco nos dejan… A mí en cada entrevista desde También esto pasará me preguntan si no siento pudor por escribir lo que escribo. Nunca a un tío le preguntarán eso, nunca a Houellebecq, nunca a Carrère. Estamos dejándonos nuestra alma, nos desnudamos y me preguntan por el pudor, que es una palabra que no está ya casi ni en el diccionario. Pues cada vez, en cada entrevista, me preguntan por la frivolidad y por el pudor. Hay que echarlos, porque es una generación que está acabada, es una generación perdida, y en parte no será culpa suya y en parte sí será.

P. A lo largo de nuestra vida, escribe en el libro, arde todo una o dos veces. ¿Cuál ha sido el peor incendio al que se ha enfrentado usted?

R. La muerte de mi madre, y no sé por qué, porque a mi padre lo adoraba y después se ha muerto gente también importante y he perdido cosas y he perdido esperanzas, pero… Yo a veces pienso que no volveré a ser feliz nunca, ahora que mi madre no está en el mundo no volveré a ser tan feliz, la felicidad absoluta ya no está garantizada. Si hay algo después de la muerte, que no lo sé, nos encontraremos entonces.

P. Aprendes a convivir con esas ausencias, están muy presentes.

R. Sí, y ves que todo sigue, que la vida continúa. Y aprendes que la vida no te deja intacta, sólo deja intactos a los memos y a los muy suertudos.

P. Si profundiza, a todos nos duele.

R. Sí, yo creo que a todos los inteligentes. Y sí, me gusta ver que yo no estoy intacta, pero que hay mucho de intacto en la vida.

'Ensayo general'

Milena Busquets

Anagrama

160 páginas

17,90 euros

Fecha de publicación: 20 de marzo