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"Gorda, tu marido es un cornudo": cuatro funcionarias convirtieron en un infierno laboral un hospital cántabro

Un juzgado de Santander ha condenado a tres de ellas a cinco años de prisión. Asimismo, a la cuarta de ellas se le impone tres años y medio de cárcel.

Cuatro funcionarias convirtieron en un infierno laboral un hospital cántabro
Hospital Sierrallana (Cantabria) EP

"Insecto, burra, mosca, insecto, tienes pelos de loca, hueles mal", estos son algunos de los insultos que sufrieron varios trabajadores del Hospital de Sierrallana en Torrelavega (Cantabria). Cuatro funcionarias del laboratorio de anatomía patológica hicieron la vida imposible durante años a todo aquel que "no quisiera seguir sus directrices", mediante insultos y vejaciones que causaron problemas psicológicos a varios compañeros.

Las acciones de este grupo se produjeron con el visto bueno o liderazgo de una funcionaria que había desempeñado, anteriormente, el cargo de coordinadora en el laboratorio. Tras renunciar a este puesto en el año 2011, todo aquel que era nombrado por la dirección médica del hospital para recoger su testigo, se convertía -inmediatamente- en un objetivo directo.

Así lo recoge una sentencia, a la que ha tenido acceso Vozpópuli, emitida por el Juzgado de lo Penal Número 3 de Santander en la que se detalla como las cuatro trabajadoras formaron un equipo que actuaba a modo de grupo de presión y de poder sobre el resto de compañeros. Tres de ellas actuaban a modo de satélites de la excoordinadora "excluyendo y hostigando a todos aquellos" no seguían sus normas.

Por estos hechos, el Juzgado de lo Penal Número 3 de Santander ha condenado a tres a las cuatro procesadas como autoras de delitos de coacciones. La magistrada impone a tres de ellas una pena de cinco años y tres meses de prisión y 14.400 euros. A la cuarta de ellas, el tribunal atribuye cinco delitos de coacciones (uno menos que a sus compañeras) por lo que la pena para ella es de tres años y medio de cárcel y la misma multa, 14.400 euros.

El objetivo, según detalla el escrito, era consolidar su puesto -ya que tres de ellas eran interinas- a través de acciones de presión y hostigamiento a otros trabajadores "con mejor puesto en las listas de contratación que ellas". En varios casos, las víctimas de dichas coacciones acaban cogiendose bajas por ansiedad o estrés para tiempo más tarde pedir el traslado a otro departamento con el fin de tomar distancia de las condenadas.

Bajas por ansiedad y estrés

El primer 'encargo' llegó en cuando aterrizó la primera sustituta de la cabecilla del grupo. Desde el primer momento, "desatendían de manera consciente y voluntaria las directrices y organización" de esta, además de poner en duda de manera constante su valía como coordinadora. Por estos hechos, tuvo que cogerse una baja por ansiedad hasta el 3 de noviembre de 2013.

Esta empleada estuvo alternando su puesto como coordinadora del servicio entre el hospital de Sierrallana y otro centro de salud, por lo que tuvo que convivir con las acusadas durante varios años de forma alterna. Lo peor llegó a partir de 2018, cuando los insultos se convirtieron en algo cotidiano. "Perra, en Bezana hay una perrera para adiestrarte, tu marido es un cornudo, te pareces a Dumbo...", son algunos de los comentarios que convirtieron la situación en insostenible.

Tal fue la presión que llegó a recibir en el trabajo que se vio obligada a ir al baño masculino, ya que si entraba en el de mujeres, le recriminaban que lo utilizaba para cotillear o robar. Como consecuencia de todo ello, esta trabajadora "presenta un trastorno adaptativo mixto ansioso depresivo", la cual ha requerido un tratamiento con psicofármacos y controles por el servicio de Psiquiatría y de Psicología.

Sin embargo, este no es el único caso, entre las víctimas encuentran otras personas que se han visto abocadas a recurrir a bajas laborales. La segunda sustituta llegó al laboratorio en noviembre de 2013 y fue no fue capaz de cumplir el año como coordinadora. Tras recibir insultos como "burra, mosca, insecto, tienes pelos de loca, hueles mal", enlazó dos bajas casi consecutivas por estrés.

Insultos relacionados con el aspecto físico de sus compañeros

Esta afectada no consiguió una segunda oportunidad por parte de sus compañeras y, finalmente, acabó dimitiendo de su cargo. Debido a lo expuesto, sufrió un cuadro depresivo requeriendo un seguimiento por la unidad de salud mental. "Tardó en curar 107 días durante los que estuvo impedida para sus ocupaciones laborales, y al alta le restó una agravación o desestabilización de otros trastornos mentales", concluye el fallo del tribunal cántabro.

"La Susu", así apodaron las cuatro condenadas a su siguiente objetivo. Esta decidió renunciar a su puesto como técnico, aceptando un puesto de auxiliar de enfermería en consultas de oftalmología, pese a gustarle su trabajo como técnico de laboratorio "por los feos y menosprecios recibidos en Sierrallana".

Otro de los afectados, se vio sometido a comentarios relacionados con su orientación sexual. Las procesadas hacían bromas pesadas acerca de una posible homosexualidad, enviándose meses a través de un grupo de WhatsApp. Incluso, ponían vídeos y canciones relacionadas con este tema cuando él pasaba por su lado.

Cinco años de prisión por coacciones a tres de las funcionarias

Al menos seis extrabajadores de este servicio se personan en la causa como acusación particular. Profesionales que se tuvieron que abandonar su trabajo para escapar de los tentáculos de este grupo de amigas. Recibían insultos en público, en su mayoría, referentes a su físico, forma de vestir e, incluso, sobre su olor corporal.

En una ocasión, las cuatro procesadas llegaron a entrar en el despacho de una de la coordinadora, donde cogieron una caja de bombones y con la "intención de menoscabar la dignidad del resto de sus compañeros, los chuparon, colocándolos nuevamente en su lugar".

Tres de ellas han sido condenadas a cinco años y tres meses de prisión, mientras que la cuarta de ellas, cumplirá tres años y medio de cárcel y la misma multa, 14.400 euros. Contra la decisión del tribunal cántabro cabe recurso de apelación ante la Audiencia Provincial de Cantabria.

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  • S
    Suavior

    Maria José o Jesús Montero : "Lo que se dice siempre que las mujeres entre ellas se pelean es radicalmente falso."
    ¡Qué encanto y qué humor. Y con qué suavidad utiliza el adverbio "radicalmente"!
    En este caso no se pelean. "Pelean" furiosamente a las demás compañeras.
    Gracias por el artículo.

  • F
    Fernandoo

    ¿La dirección del hospital hizo algo?

  • M
    Manuel Leon Lopez

    Esto no es propio de los "seres de luz". Es imposible que estos seres tan sociales, con tendencias a interesarse en temas de cuidados y llenas de empatia, puedan involucrarse en estas conductas. Estos son hombres, seguro, haciendose pasar por mujeres y violentando de forma terrible la imagen de ellas.

    • A
      Auraz

      Tal cual.