El yagé o ayahuasca, la «droga dura» de Sudamérica que moviliza a millones de turistas y que en lengua quechua llaman «soga de muerto», tiene un alto potencial terapéutico en la depresión severa, según un grupo de científicos de la Universidad Federal de Río Grande del Norte, en Brasil.
Se trata de una poderosa sustancia alucinógena que se extrae de dos hierbas amazónicas: la Banisteriopsis Caapi y la Chacruna o psychotria viridis, un potente psicotrópico que contiene dimetiltriptamina (DMT). Sus efectos, suaves, estimulantes y hasta extremadamente visionarios, suelen durar entre cuatro y ocho horas una vez realizada la ingestión.
El ensayo que han llevado a cabo el grupo de científicos se ha realizado con 29 personas diagnosticadas con una depresión resistente a los tratamientos convencionales que bebieron una única dosis de ayahuasca. Mientras que 15 recibieron una bebida placebo (simulaba ser la droga en sabor y aspecto, aunque sin tenera), otros 14 sí tomaron la bebida alucinógena.
Ninguno de los voluntarios que participaron en el ensayo habían tomado alguna vez ayahuasca u otros tipos de drogas psicodélicas por lo que no podían anticiparse a las reacciones que experimentarían.
Una semana más tarde, aquellos que bebieron ayahuasca mostraron mejoras significativas. El estado de ánimo de estas personas pasó de ser severo a moderado en la escala de depresión estándar, según una serie de cuestionarios mediante los que se les hizo seguimiento (uno, dos y siete días después). La evidencia era que el efecto del antidepresivo era superior al del placebo, según el autor principal de la investigación, Dráulio de Araújo, del Instituto del Cerebro de la referida universidad.
Según la revista ‘Semana’, la popularidad de la bebida ha llegado hasta algunas estrellas de Hollywood «desde Sting hasta Lindsay Lohan, pasando por los cantantes Paul Simon y Tori Amos».
Los controvertidos efectos psicotrópicos de esta droga tienen un limbo legal, y es que en muchos países de Sudamérica no se regula su uso. De esto resulta la gran oferta de ritos, su ingesta soterrada, muchas veces no supervisada, y las estafas de supuestos «chamanes» en países donde no está legalizada.
El yagé no es la única droga psicodélica que se está testando en los laboratorios contra la depresión. También se está probando con la ketamina, y los hongos alucinógenos.