La generación Z rechaza las apps de citas y apuesta por la forma clásica de ligar

¿Cambio de paradigma?

La pandemia podría haber influido en que este colectivo tenga la necesidad de reconquistar el espacio físico y las relaciones directas

Los jóvenes prefieren el contacto físico a la virtualidad para conocer gente

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LV / Martí Gelabert

Hace pocas fechas, La Vanguardia publicaba un reportaje sobre las apps de citas, como Tinder o Bumble, en el que se explicaba que el negocio de las aplicaciones para ligar se estaba desplomando. Tanto –se subrayaba-, que las acciones de los principales aplicativos han caído en dos años alrededor del 80%. Es difícil saber si la generación Z (los nacidos entre 1997 y el 2012) ha tenido algo que ver en esa caída, aunque sí parece que este colectivo está tomando cierta distancia con estas tecnologías. Puede ser por aburrimiento, acaso por alguna mala experiencia, pero da la sensación de que cada vez está optando más por la presencialidad a la hora de iniciar relaciones sociales.

Maria tiene 24 años. Explica que se descargó Tinder justo después de la pandemia. “Teníamos una importante necesidad de contacto humano”, subraya. En general, tuvo buenas experiencias. Incluso afirma que conoció “a gente muy interesante”, aunque matiza que eso fue al principio. Últimamente, ya no se topaba con personas tan sugestivas, de ahí que acabara por desinstalársela.

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Tiene una teoría para explicar este fenómeno. Arguye que a medida que han ido pasando los años, “el perfil de usuario que quería quedar para tomar una cerveza y ver qué pasaba ha ido desapareciendo de Tinder” y, en su defecto, “se han quedado los chicos que buscan lo que buscan”.

Y va más allá. Asevera que sus conocidos le han explicado “que todo el mundo que vale la pena está ahora en Bumble”. Dice que ella también la tuvo, pero que le daba pereza empezar nuevas conversaciones. “Siempre te explican lo mismo”. Además, en Bumble es la chica la que ha de iniciar una conversación (tiene esa prerrogativa), algo que todavía le daba “más palo”. Al final, acabó por desinstalársela también, y eso que tenía (y tiene) un buen concepto de ella: “Los que se pasaron a Bumble han acabado encontrando pareja, mientras que los que continúan en Tinder siguen solteros”.

La generación Z y su desencanto con los aplicativos para ligar

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LV / Martí Gelabert

Esta última frase puede leerse como un halago hacia Bumble, aunque no tiene por qué ser visto de esta manera si formas parte de la generación Z. “Creo que nosotros, en general, buscamos una relación como la que nos puede ofrecer Bumble, pero nos asusta menos la que nos puede dar Tinder”, sostiene Maria. En este sentido, esgrime que necesitan “mucho el contacto”, pero a la vez les da “mucho miedo el compromiso”: “Vivimos en esta dicotomía”.

En todo caso, lo que sí observa –asevera- es que las personas de su círculo se están desinstalando “cada vez más” estas apps. “He notado un descenso muy grande en su uso”.

Nos da mucho miedo el compromiso"

Maria, 24 años

Un reciente estudio -publicado por Axios y la firma de investigación Generation Lab y en el que se encuestaron a 978 universitarios de los EE.UU.- vendría a confirmar ese punto de vista. La mayoría de ellos (79%) no había usado ninguna app de citas en el último mes.

En paralelo, estarían recuperando las formas más tradicionales de interacción. “Lo de acercarte a alguien en una discoteca o un bar nos gusta”, asegura Maria.

Las apps de citas intentan seducir a la generación Z para que no las abandone

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LV / Martí Gelabert

Desde el ámbito universitario tienen una percepción similar. Así lo asegura Josep Lluís Micó, decano de la Facultat de Comunicació i Relacions Internacionals de la Universitat Ramon Llull (Barcelona) y periodista experto en tecnología y tendencias. Para él, se está dando este supuesto abandono de las apps de dating por parte de la generación Z. “Tenemos que pensar –esgrime- que se trata de un colectivo que ha empezado a socializar y a tener la necesidad de relacionarse en esta dimensión, más allá de la amistad, justo después del confinamiento por la pandemia. Por tanto, aquí hay una necesidad de lo físico, de recuperar el espacio y las relaciones directas”.

Alba (21 años) comparte la idea. “Mis amigos utilizan estas apps de citas, pero creo que prefieren el cara a cara para conocer a alguien”, arguye. “No es lo mismo ver a una persona en una foto que el feeling que te da cuando la tienes delante. Además, puede ser un amigo de alguno de tus conocidos, y eso ya es un filtro”.

No es lo mismo ver a una persona en una foto que el 'feeling' que te da cuando la tienes delante"

Alba, 21 años

Se instaló Tinder cuando lo dejó con una antigua pareja, con la que estuvo tres años. No llegó a quedar nunca con nadie, aunque sí chateó con unos cuantos chicos. “La mayoría me parecieron muy sobones, por eso no quise quedar. Iban a lo que iban. Eran muy directos y no me daban confianza”. Con alguno que sí tuvo buena sintonía compartió el Instagram, incluso el WhatsApp. “Creo que el perfil de Instagram refleja mucho cómo eres”, afirma.

Quizás sea por esta razón (para captar a una generación que se le podría estar escapando) que Tinder ha introducido nuevas funciones en su app, como la posibilidad de personalizar el perfil permitiendo así “a los usuarios expresar su personalidad única”, defendía la misma empresa en un comunicado. 

La pandemia y sus confinamientos podrían tener algo a ver en la voluntad de estos jóvenes de recuperar es espacio físico

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LV / Martí Gelabert

Alba ahora tiene pareja, por lo que ya no está presente en Tinder. Álvaro (26 años), sí, aunque dice que la consulta “una vez al mes”. Hace dos años se creó un perfil fake: “Fue para hacer la broma. Tenía un podcast de humor y quería explicar la experiencia de estar en la app”. En este tiempo, solo ha tenido una cita, y fue a través de la cuenta falsa (la que tiene ahora es real). Quedó con una chica y el encuentro fue agradable. No obstante, la joven acabó por hacerle ghosting, lo que equivale a desaparecer y cortar de raíz con la otra persona.

Afirma que su círculo próximo (“compañeros de universidad que están solteros”) está presente en Tinder, pero no sabe de sus experiencias. “No hablamos de ello. Al principio, por la novedad, lo comentábamos más. Me preguntaban sobre cómo me iba con la cuenta fake. Pero ahora no hablamos del tema”.

A mí el cara a cara siempre me ha funcionado mejor”

Marc, 23 años

Marc (nombre ficticio de un joven de 23 años) también usaba Tinder. Se la descargó un año después de empezar la universidad. Él es de la periferia de Barcelona y dice que lo hizo para conocer a gente de fuera de su entorno. Asegura que la experiencia fue positiva. Tanto, que el primer contacto con su actual pareja lo tuvo por esta app. Se cayeron bien y se pasaron el Instagram. Estuvieron hablando por esta red social hasta que llegó un día en que dejaron de hacerlo. Seguramente, por la vía digital no habrían llegado nunca a nada. Pero un día coincidieron en una discoteca. “Como ya nos conocíamos, empezamos a hablar”. Y surgió el amor.

“Supongo que a través de la app nos veíamos mutuamente como uno más y encontrarnos físicamente lo cambió todo. De hecho, a mí el cara a cara siempre me ha funcionado mejor”, asevera.

Supongo que a través de la app nos veíamos como uno más y encontrarnos físicamente lo cambió todo"

Marc, 23 años

Como Marc, Anna -que acaba de cumplir 25 años- tampoco está presente ahora mismo en ninguna app de citas, aunque sí las tuvo. En concreto, Tinder y Bumble. Explica que se las descargó antes de que llegara la pandemia, cuando estaba soltera (hace un año que tiene novio), y que lo hizo para conocer gente: “No tenía intención de encontrar pareja”.

Por fortuna, se topó con “personas bastante normales”, pero llegó un momento en el que se cansó y se las desinstaló. “Fue por hastío, no por haber encontrado pareja, que no lo había hecho por aquel entonces”. A su novio, relata, lo conoció más tarde y en persona.

La gente joven no tiene como prioridad encontrar pareja"

Anna, 25 años

Arguye que su círculo de amistades ahora mismo no está presente en estas apps. “Antes sí”. Dice que tiene la percepción de que la gente joven no tiene como prioridad encontrar pareja.

Ariadna (22 años) no estaría muy de acuerdo. Ella sí tiene novio. Explica que la primera vez que se descargó la app de Tinder fue durante la pandemia. Hacía unos tres meses que lo había dejado con el que era su pareja por aquel entonces y se aburría. La usó de manera intermitente: “No estaba muy encima”.

La relación entre la ley de los rendimientos decrecientes y el uso de las apps de citas por parte de la generación Z

La relación entre la ley de los rendimientos decrecientes y el uso de las apps de citas por parte de la generación Z 

LV / Martí Gelabert

Cree que es una buena vía para conocer gente. Eso sí, tomando ciertas precauciones, “sobre todo si eres chica”. Como otros jóvenes que aparecen en este reportaje, tiene la percepción de que su uso ha bajado, aunque asegura que su círculo de amigos o tiene Tinder o la ha tenido. “Creo que va a épocas: la tienes, luego la dejas, vuelves a descargártela…”.

Para Francesc Núñez - sociólogo e investigador en emociones de la UOC- este supuesto descenso en el uso de las apps de citas por parte de este colectivo podría explicarse por la ley de los rendimientos decrecientes. “Cuando te compras un aparato nuevo (ya sea de tecnología o de otra índole) al principio lo usas mucho, pero luego te vas cansando”, apunta. “En el caso que nos ocupa –prosigue-, hubo un ingreso de estos jóvenes a estas tecnologías, que son magníficas para poder encontrar a personas con las que tener citas. Pero cuando lo has hecho muchas veces, la ilusión, la gracia, disminuye”, sugiere.

Estas tecnologías no hacen que desaparezca el gusto por ligar de la manera tradicional, de salir"

Francesc NúñezSociólogo e investigador en emociones de la UOC

Por otra parte, recuerda que la tecnología aumenta nuestra capacidad de acción, aunque no anula competencias humanas. “Por ejemplo, los coches nos permiten recorrer distancias muy rápidamente. Pero el hecho de que existan y nos aumenten esa capacidad, no suprime la función humana. ¿Qué quiero decir? Estas tecnologías no hacen que desaparezca el gusto por ligar de la manera tradicional, de salir, de conocer gente, lo que es socialmente básico. Ni mucho menos”. 

Es por ello, esgrime, que las personas siguen encontrando “placer y satisfacción en continuar ligando como siempre se ha hecho”. Un escenario, subraya, que las tecnologías “no podrán eliminar nunca”. Recuerda que “estas aparecen, las domesticamos y les encontramos un lugar en nuestra vida. En un momento inicial puede haber una fascinación por ellas, y luego encuentran su sitio”.

¿Un pensamiento menos sexista?

Josep Lluís Micó, periodista especializado en tecnología y tendencias, todavía encuentra otra posible razón a este supuesto desencanto de la generación Z con estos aplicativos. “Se trata de la extensión a gran escala de un pensamiento menos sexista”, apunta. La posición, especialmente de las mujeres, en el proceso de buscar pareja ha cambiado, dice. “Ahora es menos mercantilista, ya no son una mercadería, sino que tienen una consideración más claramente reivindicativa por fortuna, y ya no son concebidas estas aplicaciones o servicios como un espacio donde vas a pescar, y esto también está estudiado e influye en este aspecto”.

Desafortunadamente -prosigue- siguen habiendo comportamientos donde el mensaje no es exactamente este y se reproducen acciones que siguen siendo sexistas, “pero obviamente, si comparamos la educación que hemos recibido las generaciones anteriores, en este aspecto se ha avanzado considerablemente, con lo que se puede producir una dignificación del individuo que en primera instancia ha sido física, tangible, y posteriormente digital”.

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