El uso de la inteligencia artificial está cada día más presente en nuestra sociedad. Los sistemas para agilizar tareas sencillas son los más utilizados. Desde ayudar a rellenar formularios, completar palabras en el teclado del teléfono o buscar el nombre de un elemento a través de una imagen, las posibilidades son casi infinitas. 

Pero, aunque tenga una parte beneficiosa, también están rodeadas de problemas. No son pocos los que están en contra de las IAs en lo relacionado con la creación de "arte" o para retocar algunas imágenes. Y es que, la mayoría de estas tecnologías utilizan sistemas de reconocimiento que no siempre funcionan como deberían. 

Prueba de ello ha sido el caso del hidrólogo ruso Alexander Tsvetkov, quien fue detenido por error en febrero de 2023, hace ya diez meses. Todo comenzó cuando una inteligencia artificial utilizada por la policía determinara que su rostro coincidía en un 55% con el retrato robot de un asesino dibujado hace 20 años por un testigo.

Desde aquel momento, el científico del Instituto de Biología de las Aguas Continentales de la Academia Rusa de las Ciencias, ha estado batallando para poder demostrar su inocencia. Y es que a comienzo de año le obligaron a bajar de un avión acusándole ser el autor de una serie de asesinatos cometidos hace más de 20 años.

Según los investigadores, tanto el científico junto con un cómplice mataron a, al menos, dos personas en Moscú en 2002. Sin embargo, lo que más ha sorprendido es el hecho de que detuvieran al hombre incluso cuando la coincidencia no era del todo fiable, especialmente teniendo en cuenta de que se trataba de un retrato robot de un testigo de hace más de dos décadas. 

El crimen del que ha sido acusado ocurrió el 2 de agosto del 2002. Según explican, aquella noche el asesino mató a un hombre tras emborracharse y después de robar a una mujer también asesinó a otra mujer y a su madre de 90 años. 

MSK 1

El supuesto cómplice admitió su implicación en el caso e identificó al científico, aunque su testimonio tenía muchas incongruencias. Y es que, como había asegurado, Alexander había estado sin techo con él en Moscú, bebía alcohol y "fumaba medio paquete de cigarrillos al día". todo ello era completamente falso, pues el hombre tenía problemas pulmonales por los que no podía fumar, además nunca estuvo viendo en la calle. 

De la misma manera, aunque el criminal aseguró que el científico tenía tatuajes en las manos, todos sus familiares lo han negado, y de hecho no existen pruebas que demuestren que se los hubiera quitado. Todo ello sumando los testimonios de compañeros de trabajo de Alexander que apoyaron la clara cuartada del investigador el día de los asesinatos. 

Sin embargo, las autoridades no les tuvieron en cuenta y obligaron al hidrólogo a firmar una confesión falsa. Los policías solo se fiaban de la prueba de la inteligencia artificial, aunque por la poca coincidencia no llegaba a ser fiable del todo. De hecho, según se rumorea, el hombre ha sido puesto en libertad de nuevo gracias a la intervención de Vladimir Putin. 

Como han informado algunos medios, el presidente aseguró que: "La inteligencia artificial es un tema complejo, y si se producen fallos en este ámbito, hay que analizarlos y sacar las conclusiones oportunas".