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Pocos competidores, mucho poderío: las cartas de España en la nueva era del arma submarina
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Pocos competidores, mucho poderío: las cartas de España en la nueva era del arma submarina

España entra en el exclusivo club de países capaces de diseñar y construir un submarino justo cuando una constelación de factores industriales, estratégicos y geopolíticos está abriendo la puerta a una nueva era del arma submarina

Foto: Maniobras del submarino S-81 antes de su entrega a la Armada. (Europa Press/Armada)
Maniobras del submarino S-81 antes de su entrega a la Armada. (Europa Press/Armada)

La entrada en servicio del submarino S-81 Isaac Peral certifica la entrada de España en el exclusivo club de países capaces de diseñar y construir nacionalmente un submarino convencional de ataque. Por tanto, si el diseño español logra ofrecer todo lo que promete, será un producto altamente competitivo. Pero el sector está preparándose para dar un nuevo gran salto tecnológico en el corto plazo y pronto se incorporarán nuevos jugadores asiáticos. Una constelación de factores industriales, estratégicos y geopolíticos está abriendo la puerta a una nueva era del arma submarina.

El submarino de la Guerra Fría

El submarino alcanzó la madurez como arma de guerra durante la Segunda Guerra Mundial. El diseño y la tecnología de los últimos modelos desarrollados por la Alemania nazi eran tan avanzados que, al menos por su perfil hidrodinámico, alguno no desentonaría amarrado en cualquier base naval actual. De hecho, la tecnología alemana fue estudiada al acabar la contienda por estadounidenses, soviéticos y británicos, influyendo los diseños de submarinos de esos países durante décadas.

La Armada de los Estados Unidos lanzó un programa para incorporar inmediatamente la tecnología capturada a los nazis a sus propios submarinos. El programa se denominó Guppy (greater underwater propulsion power program), nombre en inglés con el que se denomina a un pez de agua dulce muy popular para acuarios caseros, pero significaba gran programa de propulsión submarina. Así, los norteamericanos reconstruyeron decenas y decenas de veteranos submarinos de guerra con nueva tecnología. Muchos terminaron en manos de una docena de países aliados repartidos por tres continentes, incluyendo España. Y uno de ellos, el Hai Shih de la armada de Taiwán, está previsto que sirva hasta 2026 tras pasar numerosas modernizaciones.

Foto: El S-81, en navegación. (Juanjo Fernández)

Alemania, el país del que surgió la tecnología adoptada por las potencias de la Guerra Fría, no tardaría en retomar el diseño y producción de submarinos. Los inicios no fueron muy prometedores por problemas con el acero empleado. Tras los primeros modelos Tipo 201 y 205, que apenas lograron interés por parte de Noruega y Dinamarca, en 1971 la industria germana introdujo el Tipo 209, que sería un gran éxito de ventas. Una docena de países adquirieron más de 60 submarinos de este tipo en sus diferentes variantes.

Se puede decir que la combinación de los submarinos estadounidenses GUPPY y los alemanes Tipo 209 contribuyeron a popularizar el submarino como arma de guerra durante la Guerra Fría entre las armadas alineadas con Occidente. De hecho, la Armada de Argentina poseía una pareja de cada tipo al comienzo de la Guerra de las Malvinas. Aquel conflicto sirvió para demostrar la utilidad de los submarinos en la guerra moderna, realizando no solo largas patrullas a la caza de unidades navales enemigas, sino también operaciones de captación de inteligencia, inserción de fuerzas de operaciones especiales y hasta apoyo logístico a guarniciones aisladas.

placeholder Submarino alemán, de maniobras. (Reuters)
Submarino alemán, de maniobras. (Reuters)

La flor y nava naval

En el momento en que disolvió la Unión Soviética, todos los países de la OTAN —menos Bélgica— contaban con submarinos en sus armadas. Pero, poco tiempo después, la tecnología de los submarinos convencionales de ataque daría el primer gran salto tecnológico desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Aquel conflicto había alumbrado el concepto de submarino convencional. Su punto débil era la necesidad cada cierto tiempo emerger o ponerse a cota de persicopio y sacar el esnórquel, la toma de aire con el que el motor diésel carga las baterías.

Pero, en 1996, la Armada sueca introdujo el primer submarino dotado de un sistema de propulsión anaeróbico; esto es, un sistema independiente del aire (AIP en inglés). Este salto tecnológico llegó justo en la era de los dividendos de la paz, cuando el número de submarinos en las armadas aliadas fue reduciéndose al compás del recorte en los gastos de defensa y el aumento en los precios de los sistemas de armas. Las unidades disponibles —según este análisis de 2018 sobre la situación del arma submarina en la OTAN de Alejandro Vilches— se redujo a la mitad en estos años.

Foto: Submarino S-81, a punto de entregarse a la Armada española. (Europa Press/Martín C.)

De hecho, los cuatro submarinos S-80+ con los que contará España en los próximos años suponen una reducción del 50% frente a los ocho (series S-60 y S-70) que operaba en la década de los noventa. En el caso del diseño español, las dos primeras unidades irán dotadas de propulsión diésel-eléctrica y no será hasta el tercero de la serie cuando se incorpore el sistema de propulsión anaeróbica de diseño español. Si da el resultado previsto, el AIP será instalado en los dos primeros submarinos cuando reciban su primera gran carena más adelante. La lista de países europeos que producen submarinos con propulsión AIP es reducida, con Alemania, Francia y Suecia en el club. Pero los planes específicos de cada armada nos dan una idea de lo especial de este mercado.

¿Cómo está el patio (submarino)?

Suecia fue el país pionero de los submarinos con propulsión AIP y exportó su tecnología a Japón y Singapur. De momento, su Armada tiene planes de adquirir solo dos futuros submarinos del tipo A26, lo que nos da una idea de cómo la creciente complejidad y coste de estos diseños limitan las unidades que se pueden comprar. Los submarinos suecos están pensados para operar en las aguas del Mar Báltico, pero existe sobre el papel versiones oceánicas del futuro A26. Esto es un hándicap de los diseños suecos frente a un diseño tangible como el S-80+ español. Quizás la imperiosa necesidad de Suecia de exportar su tecnología le lleve a rebajar los precios para tratar de amortizar los costes del diseño de una serie tan corta.

Merece la pena detenerse también a mencionar los casos de Italia y Países Bajos, dos países que en el pasado fueron capaces de producir sus propios submarinos diésel-eléctricos. Italia directamente ha decidido comprar diseños alemanes. Mientras que Países Bajos, que llegó a diseñar y fabricar submarinos, exportando su tecnología a Taiwán, ya no cuenta con un astillero especializado en funcionamiento. El futuro submarino de Países Bajos será elegido entre un diseño sueco-holandés, un diseño francés y un diseño alemán.

placeholder Submarino S-81 Isaac Peral (S-81), en pruebas de navegación. (Europa Press/Armada)
Submarino S-81 Isaac Peral (S-81), en pruebas de navegación. (Europa Press/Armada)

Así llegamos a los dos grandes productores de submarinos en Europa: Francia y Alemania. Francia ha conseguido exportar su Scorpène a cuatro países de Asia y América, aunque solo los vendidos a India cuentan con una propulsión AIP. Es un diseño bien conocido en España, porque el astillero de Navantia en Cartagena fue subcontratista y hubo planes de que la Armada se dotara de esta clase de buque. Además, previamente vendió a Pakistán una subvariante de la clase Agosta, conocidos en España por formar la serie S-70, con propulsión AIP.

Pero, sin duda, el gran exportador de modernos submarinos con tecnología AIP es Alemania, que ha vendido diferentes diseños a Grecia, Israel Italia, Portugal, Singapur, Corea del Sur y Turquía. Si el submarino español S-80+ y su sistema AIP logran mostrar su valía podría convertirse en un competidor viable para un mercado con una oferta limitada. Pero lo hará de tú a tú con dos gigantes económicos, industriales y diplomáticos como Alemania y Francia. La proliferación en la prensa internacional de tergiversaciones y exageraciones sobre los casos del accidente de la fragata noruega construida en España o los chistes sobre que los submarinos S-80+ eran demasiados grandes para los muelles de Cartagena no fueron casuales. Hay claros intentos de desprestigiar a la industria española que, con la entrada en servicio del S-81 Isaac Peral, volverán a aflorar en medios y foros.

La alternativa nuclear

El nuevo submarino español S-80+ no solo compite contra submarinos convencionales. Las armadas que deben operar en enormes extensiones de océano primero se plantean si optar por un submarino de propulsión nuclear. Al igual que el mercado de los submarinos convencionales con sistemas de propulsión AIP, se trata de un terreno muy reñido.

La industria francesa fue protagonista de uno de los mayores culebrones de la defensa internacional tras ganar, en 2016, un concurso para construir doce submarinos para Australia. La propuesta francesa, el Barracuda Shortfin Barracuda Block 1A, adaptaba un diseño de propulsión nuclear para incorporar propulsión convencional. La tarea resultó todo un desafío que acumuló sobrecostes y retrasos que sirvieron de justificación al Gobierno australiano para cancelar por sorpresa el contrato en 2021.

Inmediatamente, Camberra anunció una nueva alianza con Estados Unidos y Reino Unido (llamada AUKUS, por las iniciales de los tres países en inglés) para dotarse de un nuevo tipo de submarino de propulsión nuclear. Desde Francia se acusó a Washington y Londres de haber maniobrado en la sombra para convencer a los australianos de romper el contrato de un programa tan problemático como otros similares (como refleja a la perfección el caso del S-80 español).

La historia del futuro submarino australiano pone sobre la mesa las enormes diferencias de prestaciones en materia de autonomía entre un submarino convencional, que da cierta capacidad oceánica por tiempo y distancia limitados, y uno nuclear, que permite patrullar durante largos períodos muy lejos de su base. Un asunto que ya creó dilemas en Canadá en los noventa, cuando el país —con costa en dos enormes océanos— se debatía sobre qué modelo comprar. Finalmente, las dudas internas, la presión externa y el fin de la Guerra Fría les hicieron renunciar al submarino nuclear

La decepción francesa en Australia no quita que su industria naval logró un importante hito al exportar a Brasil su tecnología de submarinos de propulsión nuclear en un contrato firmado en 2008. En este caso, el diseño del nuevo submarino ha seguido un proceso inverso al australiano. Se trata de incorporar una planta de propulsión nuclear al diseño del submarino convencional de la clase Scorpène, de los que el país sudamericano compró cuatro. El quinto, que se anticipa será puesto a flote en 2029, será el primero que cuente con tecnología nuclear. Nuevamente, encontramos un país que justifica su elección nuclear ante la tarea de patrullar enormes y vitales espacios marítimos. En este caso, la zona económica exclusiva brasileña, rica en hidrocarburos, conocida en el país como la Amazonía Azul.

Todo por demostrar

El submarino español S-80+ tiene todavía que demostrar su valía. Todavía pasará un tiempo hasta tener el buque completamente operativo y armado, que es cuando veremos si la industria española ha sido realmente capaz de crear un submarino avanzado. Y todavía tendremos que esperar a finales de 2026 (según el cronograma oficial) para cumplir la promesa del gran salto industrial en el diseño y construcción, que es cuando naveguen y operen satisfactoriamente la versión definitiva con el sistema de propulsión AIP. Si todos estos hitos se superan, veremos entonces a la industria española codeándose con competidores de larga tradición y poderío naval.

Mientras tanto, en Asia empiezan a emerger países como Japón y Corea del Sur que ya son capaces de producir modelos avanzados después de haber importado tecnología europea. Quizá sea el momento de establecer nuevas alianzas en un sector, la defensa, que en Europa parece abocado a la concentración con campeones no ya nacionales, sino continentales. Un paso que algunos analistas ven inevitable si queremos prepararnos para el inminente salto tecnológico del arma submarina, convertido en nave nodriza de toda clase de drones, mejores sistemas de armas e inteligencia, y con sistemas de propulsión AIP aún más avanzados.

La entrada en servicio del submarino S-81 Isaac Peral certifica la entrada de España en el exclusivo club de países capaces de diseñar y construir nacionalmente un submarino convencional de ataque. Por tanto, si el diseño español logra ofrecer todo lo que promete, será un producto altamente competitivo. Pero el sector está preparándose para dar un nuevo gran salto tecnológico en el corto plazo y pronto se incorporarán nuevos jugadores asiáticos. Una constelación de factores industriales, estratégicos y geopolíticos está abriendo la puerta a una nueva era del arma submarina.

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