De los diecisiete primeros ministros que ha tenido Reino Unido desde 1940, trece de ellos han estudiando en Oxford. Es un buen dato para promocionar esta universidad británica sobre todo cuando sabes que de los cuatro que no lo hicieron, uno vivía en Edimburgo y el resto optó por no estudiar una carrera. La historia reciente de Reino Unido se puede contar con este prestigioso centro como protagonista y así lo ha hecho uno de sus antiguos alumnos.

"En las páginas amarillentas de los periódicos universitarios de la década de los ochenta están las mismas caras que hoy monopolizan los telediarios británicos"

SIMON KUPER

Simon Kuper (Uganda, 1969), periodista y escritor, publica Amigocracia (Capitán Swing), un ensayo donde disecciona la universidad y cuenta "cómo una pequeña casta de tories de Oxford se apoderó del país". "Estudiar allí marca la diferencia, prueba de ello es que es posible contar la historia de los políticos británicos de los últimos veinticinco años sin tener que hacer apenas referencia a ninguna otra universidad", escribe en la introducción.

Según el columnista del Financial Times, "en las páginas amarillentas de los periódicos universitarios de la década de los ochenta están las mismas caras que hoy monopolizan los telediarios británicos. Boris Johnson, Michael Gove, David Cameron, George Osborne, Theresa May, Dominic Cummings, Daniel Hannh o Jacob Ress-Mogg han debatido entre ellos en las tutorías, se han enfrentado en las elecciones estudiantiles y han asistido a los mismos bailes y cenas de etiqueta. No son solo colegas: son compañeros, rivales, amigos. Y cuando salieron del mundo de los debates estudiantiles para entrar en la escena nacional, llevaron consigo la política universitaria".

Vagos, acosadores y racistas

Podría parecer que Oxford es, como piensa la mayoría, una máquina de estudiantes brillantes y exitosos. Pero Kuper, que entró en Oxford para cursar Historia y Alemán a finales de los ochenta –cuando David Cameron, Boris Johnson, Michael Gove o Jeremy Hunt se acababan de graduar– y que no venía de una public school (escuela privada de Reino Unido) como la mayoría de estudiantes, retrata esta universidad como un centro "chapucero, lleno de vagos, de acoso sexual y de racismo", donde la exigencia era nula, la clase social esencial y donde sólo importaba saber hablar en público. Además, admite que, para su "consternación", se ve reflejado en los tories de Oxford: "Yo también aprendí cómo ganarme la vida a base de escribir y hablar desde la ignorancia".

Según el relato de Kuper, las clases sociales se agudizaban dentro del campus. Dependiendo de la carrera y del esfuerzo que le dedicabas, sabían si venías de una buena o una mala. "En el marco de la tradición caballeresca de Oxbridge [neologismo para designar a las universidades de Oxford y Cambridge], cuanto más inútil fuera la licenciatura, más elegante era", asegura, antes de hablar del más exclusivo de los clubes de una de las universidades más exclusivas del mundo.

La 'manada' de Bullingdon

"La fotografía más famosa de Oxford en la década de los ochenta, probablemente tomada en 1987, es un retrato grupal de David Cameron, Boris Johnson y otros ocho jóvenes más en los escalones de un patio del Christ Church College, vestidos con el traje de levita, la pajarita azul y el chaleco de color mostaza del club Bullingdon. En palabras del comentarista Toby Young: El uniforme de la clase dominante". Añade Kuper que se trataba de un club transgresor "sólo en su feroz carácter antimeritocrático: casi todos sus miembros eran elegidos en función de sus orígenes sociales y su género. Se los conocía por su exhibicionismo del privilegio".

Eran unos gamberros de alta cuna. "Sus miembros se movían en manada, arrasando restaurantes o las habitaciones de los nuevos miembros, reventando botellas en las calles, humillando a trabajadoras sexuales contratadas para la ocasión o bajándoles los pantalones a los outsiders de baja casta. Y por si esto fuera poco, degradaban todavía más a sus víctimas plebeyas con compensaciones económicas. ¿El mensaje? 'Las reglas no se aplican a nuestra clase'. Al fin y al cabo, los miembros del Bullingdon eran los que iban a dictar las leyes en el futuro". Y así fue. Aunque algunos de sus integrantes ahora se avergüenzan de esa foto (Cameron y Jonhson han pedido muchas veces disculpas por su actitud de entonces), la pertenencia a este club fue una característica común para muchos de los últimos dirigentes británicos. A este y la Oxford Union.

"Si Johnson, Gove, Hanan, Dominic, Cummings y Rees-Mogg no hubieran sido admitidos en Oxford con diecisiete años, jamás se habría producido el Brexit"

SIMON KUPER

"La Union era una de las razones de que los estudiantes interesados en política, sobre todo los tories que venían de la public school, se decantaban por Oxford en lugar de por Cambridge y explica por qué Oxford es especialista en generar primeros ministros. Desde su creación, la sociedad de debates funcionó como la guardería de los Comunes, dominada por etonianos (del colegio privado Eton)", explica sobre esta sociedad privada en la que todos querían entrar y donde políticos de la talla de Churchill acudían a escuchar a jóvenes estudiantes de universidad y comprobar su oratoria, una cualidad que consideran esencial para llegar al éxito. Un miembro destacado de esta sociedad fue Boris Johnson que cumplió, como bien cuenta Kuper, con el gran sueño británico: ir a Oxford, encontrar a una mujer en la universidad con la que casarse y ser presidente de la Union.

Humanistas... y euroescépticos

Una sociedad en la que se puede decir que comenzó el euroescepticismo de algunos de los estudiantes de Oxford. Fue Patrick Robertson, escocés que había crecido entre París y Roma, uno de los primeros alumnos que se posicionó abiertamente contra la pertenencia de su país a Europa y que se acercó a Thatcher después de que ella, tras apoyar la creación de la UE, se pusiese en contra de una moneda común y un "poder invasivo" de Bruselas. Pese a todos los esfuerzos de Robertson, que usó la Union como altavoz y que encandiló a la primera ministra, "el euroescepticismo en Oxford no fue más que una corriente marginal" hasta que en la década de los noventa, tras la caída del muro de Berlín y "la refundación del continente", estas ideas cogieron bastante fuerza entre la élite universitaria. Tanto, que según asegura Kuper, "si Johnson, Gove, Hanan, Dominic, Cummings y Rees-Mogg no hubieran sido admitidos en Oxford con diecisiete años, jamás se habría producido el Brexit".

Muchos de los diputados que votaron a favor dejar la UE y que venían de Oxford tenían una característica común: habían estudiado Literatura Clásica o Historia, un patrón que Kuper analiza en uno de los capítulos de su ensayo. "La licenciatura más pro-Brexit entre los diputados de 2016 era Literatura Clásica: seis de los ocho clasicistas en la Cámara de los Comunes votaron dejar la UE. En aquella época si venías de la clase correcta, la Literatura Clásica era la licenciatura más habitual", asegura Kuper. La segunda era la carrera de Historia, "más bien Historia británica. Basaban la historia en una narrativa del pasado británico. La estructura en sí era de la alta política, y en el centro de esta visión global, que se extendía de Madrás a Melbourne, estaba Westminster".

Y así, el autor llega a la conclusión de que la mayoría de los que votaron a favor habían estudiado carreras que hablaban del pasado, que aludían a unos años mejores con un Reino Unido más auténtico, fuerte y próspero y que pertenecían a esas familias que habían contribuido a la historia del país. Y cita a Ivan Rogerts, que estudió historia en Oxford y que fue el representante permanente del Reino Unido ante la Unión Europea hasta que dimitió en 2017, y que veía el brexit "como una revolución propia de la clase dirigente británica: sin plan ni planificación. Una sarta de sandeces con esa excesiva confianza en sus propias habilidades que les hace creer que conocen los verdaderos intereses de los demás mejor que ellos mismo".