En un día de verano de julio de 1943, un bombardero estadounidense B-25 Mitchell partió de Túnez, en el norte de África, con la misión de atacar el aeródromo de Sciacca, en Sicilia (Italia).

A bordo iba una tripulación de seis personas, entre ellas el 2º teniente Gilbert Haldeen Myers, de 27 años, de las Fuerzas Aéreas del Ejército de los Estados Unidos (USAAF), que era el copiloto. Myers, de Pittsburgh, Pensilvania, estaba asignado al 381º Escuadrón, 310º Grupo de Bombardeo.

Pero cuando la aeronave se aproximaba al objetivo designado, el bombardero B-25 fue alcanzado por fuego antiaéreo, lo que le hizo perder altitud y estrellarse en un campo a una milla y media del aeródromo.

Testigos de la época afirmaron que un miembro de la tripulación saltó del B-25 antes de que se estrellara, pero nunca se recuperaron los restos de Myers, que posteriormente fue declarado desaparecido en combate. No hubo supervivientes ni constancia de que hubiera pasajeros prisioneros.

Laborioso trabajo para recuperar al teniente segundo Myers

Se calcula que unos 72.000 soldados estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial siguen en paradero desconocido, de los cuales unos 39.000 se consideran recuperables. Durante años, Myers fue uno de esos individuos. En 1947, los investigadores llevaron a cabo operaciones de búsqueda y recuperación cerca de Sciacca, pero no pudieron localizar nada que relacionara a Myers.

Pero el año pasado, casi 80 años después del accidente del B-25, la situación cambió. Expertos forenses del equipo de Recuperación e Identificación de Víctimas de Conflictos (CRICC) de la Universidad de Cranfield trabajaron en colaboración con colegas de la Agencia de Contabilidad de Prisioneros de Guerra/Desaparecidos en Acción (DPAA) de la Defensa de Estados Unidos y viajaron a Sciacca para llevar a cabo una minuciosa investigación. En octubre de 2023, los investigadores anunciaron que habían localizado restos humanos pertenecientes a Myers y, gracias a los análisis de ADN realizados en Estados Unidos, ya se ha podido dar con su paradero.

El equipo de Cranfield estaba formado por 20 personas, a cada una de las cuales se le asignó la tarea de rastrear los alrededores de la zona de impacto. Esta tarea implicaba el examen meticuloso de toneladas de tierra, con el objetivo de recuperar fragmentos de restos humanos o efectos personales cruciales para identificar a los miembros de la tripulación.

Proceso especializado utilizado para analizar los restos

El Dr. David Errickson, profesor titular de Arqueología y Antropología en el Instituto Forense de Cranfield, subrayó los retos a los que se enfrentaron durante la excavación en Sicilia, destacando el uso del cribado húmedo para analizar los objetos encontrados. Este despliegue ha sido el más largo hasta la fecha, afirmó. Durante nuestras operaciones, excavamos sistemáticamente el terreno, examinando meticulosamente cada pieza que pudiera ser hueso u otra prueba. En entornos difíciles como la excavación de Sicilia, nuestro equipo utilizó el cribado húmedo, un proceso en el que el material excavado se pasa por agua para separar y analizar los restos humanos y los objetos encontrados.

Y añadió: Este año nuestro equipo forense ha participado en la investigación de varios accidentes aéreos importantes en Europa, entre ellos un Lockheed P-38 Lightning, un Douglas A-20 Havoc, un Martin B-26 Marauder y una próxima misión al lugar de recuperación de un Boeing B-17.

Además, hizo hincapié en la importancia de este trabajo, declarando: La recuperación de los restos del teniente segundo Myers no sólo facilita un entierro con todos los honores militares, sino que también permite a la familia recibir todos los efectos personales encontrados. Y lo que es más importante, aporta un cierre a las familias de los desaparecidos o muertos en combate.

Los restos humanos se enviaron al laboratorio de la DPAA para su examen e identificación, y el 10 de agosto de este año la DPAA los identificó como pertenecientes a Myers. También se recuperaron restos del avión.

Para la identificación en el DPAA se realizaron análisis de ADN, además de las pruebas antropológicas y circunstanciales halladas por el equipo de Cranfield.

Un privilegio para localizar a un militar desaparecido

El nombre de Myers está inscrito en el Muro de los Desaparecidos del cementerio estadounidense de Sicilia-Roma, en Nettuno (Italia), junto con el de otros desaparecidos de la Segunda Guerra Mundial. Ahora se planea colocar una escarapela junto a su nombre para indicar que ha sido localizado.

Antes del Día del Recuerdo de este año, fue enterrado en San Petersburgo (Florida) el 10 de noviembre.

El Dr. Nicholas Márquez-Grant, antropólogo forense del Instituto Forense de Cranfield, añadió: A veces las excavaciones de este tipo no aportan nada o siguen siendo ambiguas. Además, las circunstancias se ven influidas por el uso del terreno tras el incidente. En las zonas en las que se ha arado o se ha alterado el terreno, los hallazgos suelen limitarse a fragmentos minúsculos. Sin embargo, una pequeña prueba puede ser crucial para identificar a un individuo.

En este caso, desempeñar un papel en la búsqueda de un militar desaparecido ha sido un gran privilegio que ha aportado un consuelo a la familia de Gilbert Haldeen Myers.

Entre los miembros del equipo de la Universidad de Cranfield había licenciados en Ciencias Forenses. La DPAA se ha asociado con la Universidad de Cranfield como parte de sus esfuerzos por forjar nuevas relaciones con expertos en Europa.

Especialistas del Instituto Forense de Cranfield (CFI) también colaboraron a principios de este año en la recuperación e identificación del sargento Edgar L. Mills, de las Fuerzas Aéreas del Ejército de Estados Unidos, muerto en combate sobre Alemania durante la Segunda Guerra Mundial. Esto forma parte de la dedicación continua de la Universidad de Cranfield a recuperar a los desaparecidos que han muerto en conflictos.


Fuentes

Cranfield University


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