Fedea sostiene que la presión fiscal ha subido tres puntos en España desde 2019, mientras en la UE se ha mantenido estable

Imagen de archivo de una oficina de la Agencia Tributaria en Madrid.
Imagen de archivo de una oficina de la Agencia Tributaria en Madrid.
CARLOS LUJÁN / EP
Imagen de archivo de una oficina de la Agencia Tributaria en Madrid.

La presión fiscal española ha ido in crescendo desde la irrupción de la pandemia. Este indicador, que mide la recaudación por impuestos en comparación con el tamaño de la economía, señala que en España los ingresos tributarios equivalían el año pasado al 38,3% del PIB, 2,9 puntos porcentuales más que en 2019. 

El caso de España es llamativo porque en la UE la presión fiscal se ha mantenido prácticamente constante en estos tres años. De media, los países de la UE registraban un volumen de ingresos impositivos del 41,2% del PIB —apenas dos décimas más— que cuando empezó la pandemia. Con todo, la presión fiscal en España es todavía tres puntos más baja que en la UE.

Así lo refleja un informe publicado este jueves por Fedea, un centro de estudios patrocinado por algunas de las principales empresas cotizadas en España o el propio Banco de España. El documento, que lleva la rúbrica del doctor en economía Miguel Ángel García, apunta a que la principal explicación a ese incremento en la presión fiscal son los impuestos a la renta, cuya recaudación ha crecido en 1,9 puntos de PIB desde 2019. 

La no deflactación de las tarifas del IRPF explica en buena parte el incremento registrado. Al no adaptar los tramos del impuesto a la subida de precios, las alzas salariales que han registrado los trabajadores se han diluido pese a que las mejoras retributivas no les han hecho ganar poder adquisitivo en general. Más allá de la deflactación, el auge del empleo, la recuperación de los beneficios empresariales y la mejora de los salarios explican por qué los ingresos por impuestos a la renta han despegado. También puede haber influido la afloración de bases tributarias desde la economía sumergida. 

El segundo elemento que ha contribuido a impulsar los ingresos es la mayor recaudación por IVA, que aporta 0,5 puntos más de presión fiscal respecto a 2019. La recuperación del consumo, también influida por el empleo, disparó los ingresos por este tributo pese a las importantes rebajas fiscales al IVA de la factura de la luz y el gas. 

El tercer elemento que explica el aumento en la presión fiscal son las cotizaciones sociales, que cuyo peso sobre el PIB aumenta también medio punto, sobre todo en lo que respecta a las que paga la empresa. En este último apartado es el único en el que la economía española registra mayor presión fiscal que en Europa (un 9,5% en comparación con un 7,7%).

Igualar a Europa para erradicar el déficit

Más allá del retrato de la situación, el documento de Fedea plantea que si España lograra elevar la presión fiscal al nivel de la eurozona podría reducir el desequilibrio fiscal que sufre. "Dado que el déficit estructural de las cuentas públicas españolas está situado en torno al 3,5% del PIB, una hipotética igualación de la presión fiscal española a la media ponderada de los países de la Zona euro permitiría solventarlo", señalan.

Con todo, la presión fiscal es un concepto con el que hay que tener cuidado porque puede llevar a equívoco. Cuando se lee que la presión fiscal aumenta, puede parecer que la razón es que los impuestos han subido y esto no tiene por qué ser así necesariamente

Un buen ejemplo de ello es lo que ocurrió con la economía en 2020. En el primer año pandémico, el PIB se hundió y la presión fiscal aumentó sin que se subiera ningún impuesto. Esto fue posible porque los ingresos fiscales cayeron con menos fuerza que el PIB, que es el denominador de la ecuación.

En 2021 y 2022 ocurrió el efecto contrario. Los ingresos tributarios se dispararon en buena parte por la inflación y crecieron con más fuerza que el PIB, lo que provocó que la presión fiscal se incrementara sin que aumentaran enormemente los tipos impositivos. En este apartado, es importante destacar que los mayores cambios fiscales que puso el Gobierno en la anterior legislatura desplegarán sus efectos en 2023 y 2024. Dos ejercicios de los que todavía no tenemos datos.

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