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El más veterano de los analistas del terrorismo en Países Bajos... estaba a sueldo de Marruecos
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Los tentáculos marroquíes en Europa

El más veterano de los analistas del terrorismo en Países Bajos... estaba a sueldo de Marruecos

Después del 'Moroccogate' en el Parlamento Europeo, otra investigación policial destapa la penetración de los servicios secretos de Rabat en los países con inmigración de su país, a la que vigilan de cerca

Foto: La ministra de Seguridad y Justicia neerlandesa, Dilan Yesilgoz-Zegerius. (EFE/Robin Utrecht)
La ministra de Seguridad y Justicia neerlandesa, Dilan Yesilgoz-Zegerius. (EFE/Robin Utrecht)

Hasta ahora, los colaboradores de la inteligencia marroquí a los que el contraespionaje europeo lograba echar el guante eran sujetos de poca monta. A veces, se lograba expulsarlos, incluso sentarlos en el banquillo. Pero los peces más gordos se escapaban, gracias a su inmunidad diplomática o su rápido regreso a Marruecos tras ser descubiertos. Esta historia, en Países Bajos, es un salto cuantitativo.

El hombre detenido esta semana en Países Bajos tiene un perfil más alto que los sujetos habituales. No era un mero soplón que vigilaba de cerca a la comunidad activista originaria del Rif y exiliada en Europa, como el último espía marroquí condenado el pasado agosto en Alemania a un año de cárcel, del que solo cumplirá tres. Abderrahim El M. (su nombre completo no ha sido desvelado) era analista principal de la Coordinadora Nacional para Lucha Antiterrorista y la Seguridad de Países Bajos (NCTV, según sus iniciales en neerlandés), un organismo en el que participan el servicio secreto (AIVD) y la policía.

El pasado 26 de octubre, la Fiscalía holandesa anunció que Abderrahim El M., de 64 años y residente en Róterdam, había sido detenido bajo sospecha de espionaje para una potencia extranjera y revelación de secretos de Estado, junto con una mujer policía de 35 años cuyo nombre no ha sido desvelado. Ella trabajó inicialmente para la NCTV, para después trasladarse a la policía. Sus domicilios y despachos fueron registrados por agentes de la brigada de investigación criminal. El juez instructor les envió a ambos a prisión en régimen de aislamiento, el martes 31 de octubre, por un plazo inicial de dos semanas.

La Fiscalía no precisa en su escrito de acusación para qué potencia extranjera espiaba Abderrahim El M., pero la prensa neerlandesa señala al unísono a Marruecos, su país de origen antes de emigrar a Países Bajos hace décadas, y donde adquirió la nacionalidad. En el puesto que desempeñaba desde 2001, tenía acceso a información privilegiada sobre radicalización, terrorismo, amenazas para la seguridad nacional e investigaciones en curso con los datos de los sospechosos.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), se reúne con Mohamed VI de Marruecos. (EFE/Mariscal)

Por eso, esta doble detención ha tenido en Países Bajos más impacto que la del sargento de policía Re Lemhaouli, quien fue juzgado en 2008 por espiar para la Dirección General de Estudios y Documentación (DGED), el servicio secreto exterior marroquí. Lemhaouli tenía a su alcance mucha menos información confidencial. Antes de ser descubierto, Lemhaouli logró sentarse en un acto social con chavales inmigrantes en Róterdam, junto a la entonces princesa Máxima y el ministro de Juventud, André Rouvoet. La foto acabó en las portadas de la prensa local.

La repercusión de estas dos últimas detenciones ha sido quizás mayor en medio del clima preelectoral antes de los comicios del 22 de noviembre a la Cámara de Representantes. Algunos políticos están intentando sacar provecho del escándalo.

Foto: La princesa Amalia de Holanda. (EFE/Remko de Waal)

Geert Wilders, líder del ultraderechista Partido de la Libertad (PVV), atribuyó el espionaje a la "transformación demográfica" de Países Bajos, donde residen 1,2 millones de personas de tradición musulmana, el 14,6% de la población del país. En su campaña electoral de 2014, Geert se fijó como objetivo, si ganaba, que hubiera "menos marroquíes" en el país.

El Parlamento neerlandés no está disuelto, pese a la convocatoria de elecciones, y varios diputados han manifestado su disgusto, al tiempo que piden explicaciones a la ministra de Justicia y Seguridad, Dilan Yesilgöz-Zegeriu, bajo cuya autoridad está la NCTV. "El informe de la filtración de secretos de Estado por parte de empleados de la NCTV y de la policía es preocupante", se lamentó, por ejemplo, el liberal Joost Sneller.

Bajo cuerda, otros se preguntan qué consecuencias tendría esta operación de contraespionaje sobre la cooperación contra el crimen organizado y el terrorismo entre Países Bajos y Marruecos. Aunque ha pasado por altibajos, la relación ha dado a veces grandes frutos, como la detención en 2019 de Ridouan Taghi, uno de los jefes de la Mocro Mafia, que cumple condena en la cárcel de Nieuw Vosseveld.

"Permítanme empezar subrayando que me parece un suceso muy inquietante", escribió en una carta a los parlamentarios la ministra Yesilgöz-Zegerius, de origen turco y lideresa del Partido Popular por la Libertad y la Democracia, integrado en la coalición gubernamental. Anunció la apertura de una investigación independiente al margen de la policial.

El largo brazo del espionaje marroquí

La prensa neerlandesa asegura que la policía fue avisada hace ya dos años de que Abderrahim El M. podía tener vínculos con la inteligencia marroquí, pero no se tomó en consideración. Sus colegas afirman, en declaraciones anónimas a los periódicos, que el sospechoso era "un encanto de persona". "Es un hombre muy inteligente y muy crítico con el Gobierno marroquí", afirmó también la escritora neerlandesa Sietske de Boer. "No se me ocurre ninguna razón por la que les daría información", añadió.

El caso de espionaje recién destapado en los Países Bajos es el segundo que afecta a Marruecos en los últimos 11 meses. El anterior fue el conocido como Qatargateen realidad, más bien, cronológicamente un Moroccogate—, descubierto en diciembre de 2022. Consistía en una trama de corrupción de eurodiputados o exeurodiputados que, junto con sus asistentes en el Parlamento Europeo, trabajaron mediante remuneración para favorecer en las instituciones europeas los intereses de Marruecos, sobre todo en lo relacionado con el Sáhara Occidental. La investigación judicial sigue en curso.

Creada hace más de una década, la trama estuvo supervisada, a partir de 2019, por Mohamed Belahrech, un agente de la DGED, la única de las agencias de la inteligencia marroquí que depende directamente de la Casa Real. Su director es Yassine Mansouri, de 61 años, compañero de pupitre del rey Mohamed VI en el Colegio Real.

Después de Rusia y sus espías, los colaboradores de la inteligencia marroquí son los que más noticias han dado en la prensa europea

Al margen de estos episodios de envergadura, hay otros casos de menor alcance en Alemania y Bélgica, e incluso uno en Francia, en 2017. Después de Rusia y sus espías, los colaboradores de la inteligencia marroquí son los que más noticias han dado en la prensa europea.

Habrá probablemente aún más en los próximos años, porque a las actividades encubiertas de la DGED en Europa, se añaden ahora las de la Dirección General de Supervisión del Territorio (DGST) que dirige Abdellatif Hammouchi. Los agentes de Hammouchi se centran casi exclusivamente en los países en los que hay mucha inmigración marroquí (Francia, España, Italia, Bélgica y Países Bajos).

Bruselas es, por ahora, la única ciudad europea donde el espionaje marroquí tuvo rostro de mujer. Se llamaba Kaoutar Fal y fundó una ONG para, con la ayuda de eurodiputados, organizar actividades en la Eurocámara. "Sus organizaciones están implicadas en actividades de injerencia por cuenta de Marruecos", afirmó la Seguridad del Estado belga en la nota con la que ordenó su expulsión en 2018. Tachó de "agresivo" al servicio secreto marroquí.

El caso español

En España nunca se ha celebrado un juicio de colaboradores de la DGED marroquí y solo hubo una expulsión, muy sonada, en mayo de 2013, la de Noureddine Ziani. Residía en Barcelona y mantenía estrechos lazos con Convergècia Democràtica de Catalunya en tiempos en los que la presidía Artur Mas. Fue el general Félix Sanz Roldán, entonces director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), él que solicitó su expulsión en un escrito público en el que aludía a Marruecos sin nombrarlo. Ziani trabajó en Cataluña codo con codo con Belahrech que seis años después fue el cabecilla del Moroccogate.

De la lectura entre líneas del auto del juez de la Audiencia Nacional, José Luis Calama —quien investigó la denuncia del Gobierno de España por haber sido espiado con Pegasus—, se deduce que fue Marruecos el que introdujo ese programa malicioso en los móviles de tres ministros y del presidente Pedro Sánchez. El dispositivo de Sánchez estuvo a tiro de la inteligencia marroquí durante 14 meses, de octubre de 2020 a diciembre de 2021. El día en que más datos le robaron fue el 19 de mayo de 2021, justo después de la entrada masiva de más de 10.000 inmigrantes irregulares marroquíes en Ceuta.

La actividad de la DGED en España aflora sobre todo en los juzgados. Abundan las sentencias en las que los jueces de la Audiencia Nacional deniegan la concesión de la nacionalidad española a simples particulares marroquíes o empleados de sus consulados. Lo hacen siguiendo las alegaciones del CNI sobre los vínculos de los solicitantes con la inteligencia marroquí.

El caso más sonado se dio a conocer en una sentencia de septiembre de 2022, en la que el empleado consular que aspiraba a ser español había organizado una trama de espionaje bajo la dirección del jefe de la DGED en Madrid, que trabaja en la Embajada y goza de estatuto diplomático. En eso se quedó la sanción. Los agentes al servicio de Marruecos nunca se sientan en el banquillo en España.

Hasta ahora, los colaboradores de la inteligencia marroquí a los que el contraespionaje europeo lograba echar el guante eran sujetos de poca monta. A veces, se lograba expulsarlos, incluso sentarlos en el banquillo. Pero los peces más gordos se escapaban, gracias a su inmunidad diplomática o su rápido regreso a Marruecos tras ser descubiertos. Esta historia, en Países Bajos, es un salto cuantitativo.

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