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Ley Cunningham: cuando quieras saber algo en Internet, escribe la respuesta equivocada

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Es posible que un día estuvieras preguntando en la red información sobre un tema. Error. En el Internet de nuestros días hay una fórmula infalible para obtener respuestas a nuestra “ignorancia”: escribe la respuesta equivocada y verás como los druidas del conocimiento saldrán de sus cuevas a explicártelo.

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Tanto para el primerizo que estrena un blog como para el director de un gran medio, ya seas profesor de historia, físico nuclear, astronauta o domines siete lenguas y tengas siete carreras, es imposible saberlo todo. Y aunque es verdad que el saber no ocupa lugar, la fórmula para conseguirla en la web es en muchas ocasiones a base de palos.

Y además es cierto. Haz la prueba, escribe una entrada en tu blog o un comentario en un foro o en una red social sobre algún tema, el que sea. Lo único que debes tener en cuenta es que escribas lo que escribas, debe ser erróneo. Si es un tema popular es posible que tengas más feedback y el tono sea algo más “amable”, pero si es técnico (especial atención a los temas científicos) aparecerán esos druidas de los que hablábamos, personajes que han estado años aguardando ese momento, viviendo detrás de tu pantalla, esperando el momento en el que fallas para darte tu merecido.

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Foto: Canbedone / Shutterstock

En este segundo caso las respuestas te dejarán muy claro tres cosas: en primer lugar tu enorme ignorancia, en segundo lugar que es posible que no merezcas vivir por semejante herejía. Por último encontraras la ansiada respuesta, generalmente mucho más extensa que tu propia entrada, artículo o comentario para que además te quede bien claro que eso de escribir no es lo tuyo.

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Esto es la Ley de Cunningham en la red, la fórmula infalible que nos dice que la mejor manera de conseguir una respuesta a una pregunta en Internet no es preguntando, sino escribiendo una respuesta equivocada. De paso, es una regla que deja a las claras lo miserables que podemos llegar a ser a veces. Una falta de ortografía, una mala traducción de una palabra, una información errónea… cualquier pequeño defecto en la escritura puede desembocar en un apocalipsis digital contra tu persona que rebajará tu ego y sumará puntos hacia el paraíso de los listillos que te han respondido.

Cunningham, origen y ejemplos prácticos de la regla no escrita en el día a día

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Foto: Pavel Ignatov / Shutterstock

Como su nombre indica, la “ley” se ha denominado así en honor a Howard Cunningham, programador informático y creador de la primera Wiki en el año 1995. Ward forma actualmente parte del comité asesor de la Fundación Wikimedia, aunque no tiene nada que ver con la formulación de la ley que lleva su nombre.

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Su autor fue Steven McGeady, antiguo ejecutivo de Intel, quién “aportó” esta particular ley en la Weekend Competition: Schott´s Law donde se invitaba a los lectores a generar nuevas leyes. Según el propio McGeady, el ejemplo más claro de la Ley Cunningham (y la razón de su nombre) no es otro que la Wikipedia, el gran diccionario digital de nuestros tiempos es el espacio donde cada día se produce el efecto de la ley, donde una información falsa o errónea es rápidamente corregida por otra persona.

Y aunque el ejemplo de la Wikipedia puede resultar muy válido, nosotros acabamos con un par de ejemplos más gráficos en los que esta peculiar ley se aparece cada día en la red o incluso en el día a día del más común de los mortales. Y es que si no quieres hacer algo, a veces la mejor fórmula es hacerlo mal.

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Ley Cunningham en Internet

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Traducción:

- Conejo A: Cualquiera pensaría que nadie se lee mi blog. No tengo comentarios desde hace semanas.

- Conejo B: Escribe algo mal.

- Conejo A: Eh?

- Conejo B: La calidad del contenido no se valora demasiado, pero hay una cosa que Internet no puede ignorar, un error gramatical o un error ortográfico.

- Conejo A: Ok ¿Qué tal esto? “E tenido mi mente hocupada con cosas últimamente”

- Sí, eso debería funcionar.

- Conejo A: Ahora mismo ya tengo más de 300 comentarios y el servidor se ha caído.

- Conejo B: Yo estaría más preocupado de la cantidad de gente enfadada que hay fuera con sus pancartas de protesta perfectamente escritas.

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