Ángela Quintas, nutricionista: «Entre 15 y 20 pedos al día, se considera normal»

VIDA SALUDABLE

Ángela Quintas es licenciada en Ciencias Químicas y máster en Dietética y Nutrición Humana.
Ángela Quintas es licenciada en Ciencias Químicas y máster en Dietética y Nutrición Humana. Carlos Ruiz

La experta recalca que después de haber sufrido una diarrea o gastroenteritis, «es normal pasar a la regla de los tres días sin ir al baño»

13 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Ángela Quintas habla con total naturalidad de temas que, para muchos, son tabú: pedos, gases y heces. Aunque cueste abordar el tema en público, son un claro reflejo de nuestra salud. La popular nutricionista, miembro del Institut Européen de Diététique et Micronutrition (IEDM), compagina su consulta con sus asesorías nutricionales en películas de gran éxito a las órdenes de directores como Almodóvar, Amenábar o Sánchez Arévalo. Después de publicar éxitos como Adelgaza para siempre (2017) o ¿Por qué me duele la tripa? (2022), ahora se dirige a los más pequeños con Superpedorro. Un cuento para conocer los bichitos que tenemos en la tripa (Timunmas, 2023). 

—Un cuento sobre la microbiota. Puede que ni los adultos entendamos muy bien qué es.

—La microbiota son bacterias y virus vivos que son buenos para nosotros, con los que vivimos en simbiosis. Los tenemos no solo en el aparato digestivo, sino también en la boca, vagina o la piel. Si está en equilibrio, todo funciona. Pero si de repente, por determinadas circunstancias, se pierde, empiezan a aparecer diferentes síntomas como diarrea o estreñimiento. Pero también otras, que no relacionamos con que nuestra microbiota está alterada, como dolor de cabeza, manchas en la piel y picor. Era lo que antes se llamaba flora intestinal, que sí que a la gente le gustaba más, solo que hubo que cambiarle el nombre porque realmente no tenemos flores, sino bacterias, en el intestino. 

—¿Todos tenemos la misma microbiota?

—La microbiota es como nuestro código de barras. Cada uno tiene la suya y depende de muchas circunstancias. Tu microbiota se parece mucho a la de tu madre, porque el primer momento en el que la recibes es en el canal del parto, cuando naces por parto vaginal. Si es por cesárea, es verdad que la microbiota que tienes es más del entorno, de la piel. Pero si luego tu mamá te da lactancia materna, ahí también te está pasando esa microbiota. Cuando crecemos, depende de si vivimos con una mascota o no, del lugar, de lo que como, de si he tenido enfermedades cuando era pequeño, si he tomado muchos antibióticos, etcétera. Incluso si me han dejado que me ensuciara en el parque y que fuera enriqueciéndola. Se parece mucho más a la de la madre, pero luego pasan grandes circunstancias de la vida que hacen que eso se vaya diversificando y cada uno tenga la suya propia. 

—¿Qué síntomas nos pueden alertar de que nuestra microbiota no está bien?

—La microbiota alterada es lo que se conoce como disbiosis. Pueden aparecer síntomas muy claros en los que la gente reconoce que algo no está funcionando bien, como una diarrea, un estreñimiento muy severo, dolores, gases, hinchazón… Pero luego, existe otro tipo que no se suele relacionar en un primer momento: manchas en la piel, dolor de cabeza o en las articulaciones. Todo eso, no haría pensar que mi problema está en el intestino. Sobre todo, cuando hablamos de la microbiota intestinal. Pero es así, porque nuestro intestino es permeable. Es decir, a través de él están pasando las moléculas para que yo me nutra, tenga hierro y vitaminas. Pero si esa microbiota se encuentra alterada, ese proceso ya no se da de la manera correcta. O incluso cuando se convierte en un intestino que es hiperpermeable, que deja pasar aquellas moléculas que no deberían de pasar. Con lo cual, mi sistema inmune se puede defender en contra de ellas. Y por eso aparecen todos esos síntomas que, en un primer momento, nunca pensaríamos que están relacionados con la microbiota. 

—¿Qué puede producir esas alteraciones en la microbiota?

—Lo más frecuente suele ser el consumo de determinados fármacos como antibióticos, corticoides y antiinflamatorios tomados de manera continua. De forma prolongada, no porque un día me tomé un ibuprofeno. Una de las cosas que se ha visto que más altera la microbiota es el estrés. También el consumo de alimentos ultraprocesados y el sobrepeso. 

—El título del cuento es «Superpedorro». ¿Son los pedos normales?

—Sí, se considera normal entre 15 y 20 pedos al día. Esos pedos son un gas que producen nuestras bacterias cuando se da ese proceso que ellas tienen de alimentación. Hay alimentos que les dan, entre comillas, más de comer a esas bacterias, por la fibra que contienen. Por ejemplo, si te tomas una legumbre, cuentas con que vas a tener más gases. Y eso no es patológico, es normal. Las bacterias han producido más gas por la fibra que contienen estos alimentos. Al igual que si consumes un repollo o una col. Hay alimentos que ya tenemos muy claro que nos van a producir más gases. Sin embargo, mucha gente no tiene facilidad para hacerlo y puede sufrir un cólico de gases. Tampoco es bueno retenerlos dentro porque eso sí que puede producir molestias mayores. 

 —¿Qué signos no entrarían dentro de la normalidad?

—Si tienen un olor muy fuerte o si van acompañados de dolor. Ahí tendríamos que mirar lo que está pasando. 

—¿Existen factores que nos puedan llevar a sufrir más gases?

—Claro. Si ingerimos bebidas gaseosas, comemos rápido o no masticamos bien la comida, por ejemplo. Hay que tener en cuenta que se puede introducir aire de manera externa en la manera de masticar esos alimentos o de comer. Si una persona sufre muchos gases, le recomendamos evitar las bebidas que ya lleven gas. También que mastique bien y que no tome chicles. 

—¿Cómo se debe de tratar una gastroenteritis?

—Lo importante es que la persona no se deshidrate. Eso es muy importante. Que los niveles de hidratación, sean los correctos. Las recomendaciones de los pediatras son que se eliminen los alimentos ultraprocesados, como dulces y grasas. Y que el niño, según él vaya teniendo ganas o le vaya apeteciendo, le ofrezcamos pequeñas cantidades de comida. Esas son las recomendaciones que hay ahora a nivel de pediatría y eso es lo que yo he plasmado en el libro. Al final, el cuerpo es muy sabio y si apetece comida es porque se está recuperando. Es verdad que se debe reducir la ingesta, porque si tengo la tripa mal, no se debe hacer una comilona tremenda. Las posibilidades de que me recupere, son menores.

—¿El Aquarius no entra en las recomendaciones?

—Nos lo han dado a todos de pequeños. Pero es verdad que, ahora, incluso en la farmacia hay suero fisiológico. Cuando tienes una diarrea, el problema es que estás eliminando mucho líquido y, sobre todo en los niños, hay que tener mucho cuidado para que no deshidrate. Pero habiendo suero fisiológico, el Aquarius no sería lo más indicado. 

—¿Qué información proporcionan las heces sobre nuestra salud?

—La gente, cuando viene a la consulta y le preguntas cómo son sus heces, no lo sabe. Se ponen muy incómodos. Por eso en la consulta tenemos estas tablas, porque le resulta mucho más fácil al paciente definir cómo son sus heces. Nos dan mucha información. Hace años, no existían las analíticas y se miraban las heces, porque nos daban información sobre el estado del paciente. Por eso utilizamos la escala de Bristol. Al final del libro también menciono una circunstancia que me encontraba mucho en consulta: después de haber tenido una diarrea o gastroenteritis, se pasa a la regla de los tres días sin ir al baño. Y no pasa absolutamente nada. Lo único, que hasta que no se vuelva a llenar mi intestino de heces, no voy a volver a tener ganas de ir al baño. Y esto, hay veces que los padres se preocupan mucho. Incluso los adultos. Pero no pasa nada, hay que dejar que el cuerpo respire un poco y se calme. 

—¿Las alteraciones de las heces son más frecuentes en niños que en adultos?

—No tiene por qué. También comentar que si nosotros hacemos heces siempre en una escala buena y de repente un día, son más pastosas, no pasa absolutamente nada. Es decir, influye mucho lo que hemos comido, si hemos ingerido una comida más grasienta. El problema es si nosotros vamos al baño cinco o seis veces al día, las heces son líquidas y se mantienen en el tiempo. Ahí sí que hay que mirar lo que está pasado. 

—¿La postura para hacer caca importa?

—Es muy importante. Es algo fisiológico. Cuando tienes niños pequeños te das cuenta que ellos, siempre, aunque lleven el pañal puesto, se ponen en cuclillas para hacer caca. Porque tenemos un músculo, que es el puborrectal, que se encuentra en la parte final del colon. Este músculo, lo que hace cuando me siento en la postura del váter normal, que sería con las piernas formando un ángulo de 90 grados, tira hacia atrás haciendo una curva. Sin embargo, si yo levanto y elevo esos pies o me pongo en cuclillas, ese músculo deja de tirar y yo consigo la verticalidad. Es mucho más fácil que las heces caigan por un conducto que es totalmente vertical que por uno que tiene una curva. De hecho, me he encontrado con niños que hacen caca normal, le quitas el pañal y en el orinal (que siguen manteniendo esa postura), fenomenal; pero, de repente, les sientan en el váter, les cuelgan las piernecitas y el niño no puede. Pero porque es fisiológico. Antes los baños consistían en un agujero y nos poníamos de cuclillas. Eso era lo normal. 

—¿Cómo implementar esta postura en nuestra vida diaria? 

—Podemos poner los pies en alto. Siempre les digo a mis pacientes, en broma, que si le quieren dar glamour a este momento, que se pongan tacones. Es decir, lo importante es que las piernas estén elevadas para que ese músculo puborrectal deje de tirar. 

—Para finalizar, un consejo que darías para una buena salud intestinal. 

—Sobre todo, que cuidemos nuestra alimentación. Que tomemos una suficiente cantidad de fibra, que bebamos agua, que eliminemos todos esos productos ultraprocesados que no nos hacen bien llenos de azúcares y grasas que no son saludables. Creo que esas serían las pautas más importantes.  

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.