María Asunción Mateo (Valencia, 1944) llevaba 23 años en silencio. Muchos le decían que tenía que escribir lo que vivió durante tanto tiempo junto a uno de los mayores exponentes de la literatura española del siglo XX. Ella se negó, asegurando que no tenía qué contar, que qué iba a decir y que qué iban a pensar.

"Me preguntaba por qué debía contar mi historia, qué obligación tenía de hacerlo, quién iba a entenderla fuera de nosotros dos. Porque, entonces ¿qué quedaría para mí? Y en esos momentos era inevitable pensar en Matilde Urrutia, la última mujer de Neruda, a la que tanto se criticó al publicar sus memorias e incluso se le negó calidad y autoría", escribe por fin en el libro Mi vida con Alberti  (Editorial Berenice), que acaba de publicar y en el que ha decidido contar cómo fue aquella historia y cómo fue él a partir de una nota que encontró hace tiempo en una carpeta el que le pedía que contara sus secretos "más íntimos y oscuros".

Nos atiende por teléfono desde su casa de El Puerto de Santa María (Cádiz), donde vivió desde su matrimonio con Rafael Alberti en 1990 hasta la muerte del escritor en 1999. Está afónica de tantas y tantas preguntas que lleva contestando en los últimos días pero dice que le encanta hablar de él y que ya se tomará algo. Ha estado 23 años en silencio y, cuenta, ha superado una etapa durísima de mentiras y humillaciones gracias al amor que sentía por él. Aquí habla de aquellos que tras la muerte de su marido aseguraron que ella fue sólo una de tantas, que él ya estaba gagá, que no sabía lo que hacía. Lo hace con nombres y apellidos, "porque fueron tan tontos que lo dejaron por escrito". Pero, sobre todo, habla de los últimos años de Alberti.

Rafael Alberti y María Asunción Mateo el día de su boda en 1990.

Pregunta.- En algunos artículos hablan de venganza, de que este libro es su ajuste de cuentas con tantos que la criticaron tras la muerte de Rafael.

Respuesta.- Venganza al cabo de 23 años... No, no es un ajuste de cuentas exactamente, el libro es un libro de amor, de amor a un hombre, de amor a su obra. Hablo de esa vida compartida donde aparecen personas maravillosas, como Pepín Bello, gente mala, gente malísima y gente sin calificación. No voy a gastar mi vida escribiendo contra esas personas. Lo he escrito porque Rafael me lo pidió y por desgracia ellos forman parte de la historia. Ese tipo de titulares cantan mucho y eso hace que se vendan libros, pero es un libro de amor, un amor que ahora lo verán decimonónico pero en el que fuimos tan felices que lo único que puede dar es cierta envidia.

¿Por qué nadie levantó la mano cuando me pasó a mí? ¿Cómo nadie dijo que esto no podía ser?"

P.- ¿Qué pasa cuando muere Rafael?

R.- Se destapó la caja de los truenos. A los 10 días de morir decían que cuando se casó conmigo estaba gagá y que era un fantasma al que yo paseaba. Eran los que habían sido sus discípulos, para tener amigos así... Hablaban así de esa época de Rafael cuando él durante esos años estaba dando recitales en Uruguay, Chile, Argentina, México... Cuando seguía escribiendo. La gente que habló lo hizo por hablar porque desde que Rafael y yo nos casamos no volvieron a verlo. ¡Sin reñir ni nada, eh! Nosotros nos vinimos a vivir aquí a El Puerto cuando nos casamos y ellos pensaron que les había quitado el sitio. Según algunos, lo que hice fue quitarles a Rafael pero fue el sitio en la foto... En el corazón de Rafael teníamos cabida todos aunque en compartimentos estancos, claro.

P.- Habla de "los viudos eméritos", de Luis García Montero, de su primo hermano Luis Jesús Muñoz Montero, de Benjamín Prado y Eduardo Mendicutti.

R.- No iba a poner los nombres y luego los puse, porque escribiendo las barbaridades que han escrito pues tenía que decir quiénes eran. Este no es un libro sólo para intelectuales, es para todo el mundo y, si no, no se iba a entender. Lo puede leer desde un académico hasta un persona que no ha hecho la EGB; son las vivencias maravillosas de una pareja con mucha diferencia de edad pero muy felices. Hay gente que no lo entiende pero yo a veces tampoco entiendo que te cases con alguien de tu edad pero tonto, calvo y barrigón. El amor con mayúsculas es lo que yo he vivido y he tenido la gran suerte de compartir mi vida con Rafael, que era la conjunción de un genio y de un ser totalmente normal. Era muy fácil, una persona muy buena para la convivencia, muy sencilla, muy normal y que lo único que quería era vivir y disfrutar conmigo a su lado.

P.- Usted asegura que considera no sólo una falta de respeto a usted lo que se dijo tras su muerte sino también a Rafael.

R.- Sobre todo a él, como persona y sobre todo como escritor, por todo lo que representa dentro de la literatura española y universal. Rafael pasará a la historia de la literatura un siglo y otro siglo y hay gente que ha publicado cinco o seis libros y ha ganado mucho dinero pero no pasará a la historia. Él no ganó mucho pero su nombre trascenderá, así que lo que duele es la falta de respeto hacia una figura así, diciendo que son sus discípulos pero que desde que me conoció perdió la cabeza, que ya no era él.

Es culpa de ellos, pero culpa también del entorno de la cultura de entonces. Ahora que el feminismo está en todas partes y con lo de Rubiales, que ha sido tremendo,hay mucho feminismo en el deporte, pero todas las mujeres nos merecemos un respeto. ¿Por qué nadie levantó la mano cuando me pasó a mí? ¿Cómo nadie dijo que esto no podía ser? Me he sentido totalmente ofendida, dejada de la mano de políticos, de la cultura de ese momento y de las feministas, porque lo que a mí me han hecho y a otras mujeres, como a la viuda de Ángel González, que ha sido lo más tremendo que te puedas imaginar, no puede consentirse. Muchos callan porque algunas de esas personas se han situado a dedo en un cargo de poder y no quieren enfrentarse.

"Rafael pasará a la historia de la Literatura un siglo y otro siglo y hay gente que ha publicado cinco o seis libros y ha ganado mucho dinero pero no pasará a la Historia"

Escribieron todo eso después pero cuando Rafael se estaba muriendo nadie le escribió, dejó de verlos y jamás se vieron, ellos solo se dedicaron a escribir barbaridades sobre él y su relación, que "el pobre había tropezado conmigo" cuando murió. Han sido muy poco inteligentes dejándolo por escrito. A mí me gustaría que destacaras que me he sentido maltratada sistemáticamente por esta gente durante 23 años y eso no creo que se deba consentir, creo que tendríamos que pedirles explicaciones.

El feminismo hay que entenderlo bien y para todos, ese machismo que han tenido... Decían: "Esta fue una de las muchas que alegraban la vejez del poeta", también que caí sobre sus amigos y sobre Rafael de una forma totalitaria. Han dicho cosas denunciables. No las he denunciado por respeto a Rafael y porque no tenía dinero para llevarlo a los tribunales; todo lo que tenía Rafael lo donó y vivió de su trabajo. No he tenido el dinero suficiente para enfrentarme, y luego los medios de comunicación, entre ellos El País, que no se por qué nadie se atreve a ponerlo, cuando se lo desmentían, no contestaban y se les llamaba por teléfono y contestaban: "Demándenos", y cualquiera se metía con lo que era El País entonces.

Rafael Alberti trabajando.

Los medios han sido muy responsables. Rafael colaboraba con su Arboleda Perdida cada domingo en El País y era su figura legendaria y consintieron que se dijeran las máximas barbaridades en su periódico contra él. ¿Qué estaba gagá? Que hablen con el médico que le atendió los últimos años. Pero imagínate que si eso hubiera sucedido, ¿es una vergüenza hacerse viejo o perder la cabeza? Pero en este caso era mentira, era para machacar, es algo que parece de película de terror. Y encima es que, vivo él, esto no ocurre porque no se atrevían. Si estaba como decían, ¿cómo no lo dijeron antes? Un discípulo suyo llegó a decir que Alberti era un pelele, eso no se puede aguantar.

P.- Volvamos al principio del libro, donde cuenta cómo se conocieron.

R.- Yo era una profesora de un instituto que estaba explicando la Generación del 27 en clase, para mí verlo significó como si hubiera conocido a Garcilaso o a Góngora, pero no me lo planteé como hombre. No sé si su planteamiento fue diferente, que vio a una chica de 30 y pico... Y bueno, eso fue prosperando y empezó a llamarme y escribirme hasta que llegó el momento en el que dije: "No puedo no estar cerca de este hombre". Lo conocí en Pascua y hasta octubre no empecé una relación con él. Una relación en la que él vivía en Madrid y yo en Valencia.

P.- Estuvieron ocho años juntos en secreto.

R.- Sí, con toda la discreción posible. Mi vida con Rafael se ha caracterizado de cara al público por la discreción. Fue una relación oculta, yo tenía dos hijos y un trabajo. No podía consentir tener en el instituto a gente en la puerta porque era la amiga de Rafael, así que nos veíamos en secreto total y absoluto.

P.- ¿Cómo se lo tomaron sus hijos?

R.- De la hija de Rafael no voy a hablar, y no creo que se lo tomara de ninguna forma, pero si quieres ver algo sobre eso, mira una nota de prensa de la Agencia Efe de 1978, antes de conocerme, y verás la situación familiar que él tenía en aquel momento. La pedida de mano fue la parte más divertida, el Premio Cervantes de Literatura pidiéndole a dos niños adolescentes que se quería casar con su madre. Ellos lo siguen llevando en su corazón, Rafael para ellos es como un segundo padre, él los adoraba. Estuvieron con él hasta el último momento. Tenían una relación muy bonita. Para nosotros está vivo de alguna manera.

"Rafael colaboraba cada domingo en 'El País', era su figura legendaria, y consintieron que en sus páginas se dijeran las máximas barbaridades contra él"

P.- Antes de esa pedida de mano pasaron mucho tiempo juntos en un apartamento en la calle Princesa, 3. Cuéntenos sobre esa época en Madrid.

R.- Fue la etapa imprescindible para que luego tuviéramos esa convivencia maravillosa, el vernos en la clandestinidad tenía su encanto, nadie sabía nada, tenía mi llave escondida. Muchas noches me asomaba a las ventanas de Princesa, 3 y le veía llegar con amigos que no sabían que yo estaba allí esperándolo. Pero la que siguió quizá fue mejor porque no nos separamos nunca desde que nos casamos, siempre juntos, nuestra vida se circunscribió del uno al otro.

P.- En este libro cuenta cuando conoció a María Teresa León y habla de ella con muchísima admiración.

R.- Admiración y un gran respeto, fue la persona más importante en la vida de Rafael, compartieron casi 50 años. Se conocieron con veintitantos y lo que compartieron fue tan maravilloso... Vivieron una guerra, un exilio, les unían tantas cosas... María Teresa fue una mujer extraordinaria, una revolucionaria, fue una gran autora. Tuve la ocasión de conocerla cuando ella ya no conocía a nadie. Fue emocionante cuando la visité, de alguna forma la estaba sustituyendo y eso para mí era muy duro. Rafael fue quien quiso que yo la conociera. Él siempre decía que era una mujer muy valiente, una revolucionaria. Rafael me ha querido muchísimo, y a otras mujeres, pero la historia con María Teresa es como de novela, una película. Pero el tiempo pasa, esas enfermedades son muy malas y esa persona que tú conociste ya no existe.

P.- Cuenta que muchas editoriales no quisieron publicar este libro.

R.- Tenía una agencia literaria que me dijo que determinados sitios no querían el libro pero que sabían quién estaba detrás. Hay gente con mucha influencia y si los tienes en contra te quedas sin premios, por ejemplo; es una manera de comprar a la gente. Esta editorial desde que leyó el libro se entusiasmó con él, me dijeron que era un libro único porque no había nadie de la Generación del 27 que pudiera dar testimonios. También que era un libro que se va a quedar para siempre.

P.- ¿Cómo ha pasado estos años desde que murió Alberti?

R.- Me ha mantenido fuerte el gran amor que yo sentía hacia él y que él sentía hacia mí. "Eres una muchacha muy fuerte", me decía. Creo que intuía lo que me iban a hacer. Pero he tenido un buen maestro porque Rafael escribió: "Me hirieron, me golpearon y hasta me dieron la muerte, ¡pero jamás me doblaron!". Me han hecho daño, lo consiguieron, pero ellos nunca van a conseguir lo que ellos creen que son, unos poetas que trascienden en el tiempo. Les falta calidad humana y calidad poética. Él decía que les faltaba temblor.