El calvario de Javier A., el granadino denunciado en falso nueve veces por abusar de su hija: "Te matan en vida"

El calvario de Javier A., el granadino denunciado en falso nueve veces por abusar de su hija: "Te matan en vida"

VIOGEN
Javier A., el hombre nueve veces denunciado en falso por su ex pareja, fotografiado la semana pasada. CATA ZAMBRANO

QUICO ALSEDO


Javier A. fue culpable de agredir sexualmente a su hija, de seis años, sin haberle hecho nada a la niña.

Cuando en 2018, tras el divorcio de su mujer, pidió la custodia de la hija común, comenzaron a lloverle las denuncias por abuso: hasta nueve en juzgados y Policía, y varias más en hospitales, siempre en Granada.

Él estuvo "casi un año" sin ver a la niña, "condenado a ojos de todos". Ella, Rosel G., al ver que no le hacían caso, redobló la apuesta: de simples tocamientos pasó a denunciar que él le había introducido a la cría "dos dedos" en la vagina.

Lo hizo de forma tan poco creíble y reiterada que la Fiscalía acabó actuando contra ella. Sólo el apoyo de su familia y amigos, y de su abogada, Patricia Martín-Vivaldi, mantuvieron a Javier en pie: "No sé cómo sigo aquí... Por mi hija, imagino", dice.

Ahora la Justicia ha condenado a su ex mujer a tres años y dos meses de cárcel, por denunciarle repetidamente en falso, y por dañar su integridad moral y la de su hija. La juez, incluso, la obliga a pagar 20.000 euros a cada uno, padre y cría, por el "calvario" a que les sometió. Javier, empresario, un tipo suave, de formas muy mesuradas, logra justicia tras cinco años de un vía crucis que se narra con pelos y señales, pero bajo seudónimo, en el libro 'Algunos Hombres Buenos' (La Esfera de los Libros).

Tiene ganas de contar su historia -y de dar la cara, aunque debe proteger la intimidad de la niña-. Pero sobre todo, por encima de todo, tiene a su lado a su hija, de hoy 11 años. "Y eso lo es todo".

Por cierto, no quiere que su ex mujer vaya a prisión. De hecho, es él quien ha pedido, contra la opinión de los jueces, que ella pueda ver a la cría.

P. Javier, quiere hablar por usted y por su hija, pero también por otros hombres. ¿Por qué?

R. Porque es un tema que tiene que salir a la luz pública. Se están destrozando familias, padres e hijos por culpa de las denuncias falsas. Ojalá mi humilde testimonio pueda ayudar a todas esas personas que pasen por mi misma situación, y que tanto los poderes políticos como judiciales se tomen con más seriedad este problema.

P. Estremece leer la cascada de denuncias que su ex mujer presentó contra usted sabiendo ella, como ha establecido la juez, que eran falsas: hasta cinco en enero de 2018. ¿Cómo vivió en aquellos momentos esa situación? ¿Qué sintió?

R. Mucha tristeza e impotencia. Al presentarse tantas denuncias como juzgados de Instrucción hay en Granada, sabías que cualquier error o equivocación por las partes involucradas podría llevarte a prisión y despedirte para siempre de tu hija.

P. ¿Cuál ha sido el peor momento en todos estos años de lucha?

R. El 4 de julio de 2018, cuando Instrucción Nº4 me comunicó que mi exmujer me había denunciado por dos delitos de abuso sexual contra mi hija, que tenía cuatro años de edad, y por ese motivo me impuso unas medidas cautelares injustas a pesar de que se había demostrado por los informes forenses que las denuncias eran falsas. Durante seis meses no podía ver a mi hija, ni acercarme a ella a menos de 150 metros ni comunicarme ni saber nada de ella. Es lo peor que te puede pasar.

P. Es llamativo ver que todo lo sucedido no le haya destruido personalmente. ¿A qué se agarra uno en esa situación?

R. Es la mayor presión a la que puede estar sometido un hombre. Todavía a día de hoy ni yo mismo sé cómo he aguantado y cómo sigo vivo, quizás por mi obsesión por luchar y recuperar a mi hija dejando de pensar continuamente en lo que la madre me estaba haciendo.

P. ¿Qué cree que hubiese pasado si en vez de ser usted hombre y su ex mujer, hubiese sido viceversa?

R. Creo que nadie tiene duda, usted me estaría haciendo la entrevista desde una prisión.

P. ¿Imaginó alguna vez que ella iba a hacer algo así, a dañar a su hija de esta manera y a hacer lo mismo con usted?

R. Nunca me lo imaginé, ni en el peor de mis sueños. Sobre todo porque en los casi siete años de matrimonio nunca habíamos tenido ningún problema. Ocurrió de la noche al día, pero el plan estaba preconcebido. No me pregunte el porqué, ya que sería ella la que tendría que contestar.

P. ¿Cómo se encara ahora una paternidad así?

R. Yo finalmente estuve casi un año sin ver a mi hija. Cuando levantaron las medidas cautelares llevaba seis meses sin verla. En ese momento sólo quieres pasar con ella cada minuto de tu vida, para recuperarla. El 26 de octubre de 2022, la madre fue inhabilitada de la patria potestad y me dieron la custodia en exclusiva de mi hija. A partir de entonces mi hija ha conseguido una estabilidad que nunca antes tuvo. Mi familia, el colegio y yo nos volcamos en ella, porque venía de sufrir un daño físico y psicológico tremendo, además de sufrir un retraso académico escolar. Hoy es feliz, ha sacado de forma increíble su curso escolar e incluso le dieron en el colegio un diploma por su esfuerzo y superación. Es una niña alegre y extrovertida, rodeada siempre de su padre y de su familia, del grupo de sus amigas, y con la misma felicidad y ganas de vivir que cualquier otra niña de su edad.

P. Ha dicho varias veces que entiende, pasando por lo que ha pasado, a los hombres que hacen locuras. ¿Podría profundizar en ese razonamiento?

R. Yo nunca podía comprender qué cosas se le podían pasar por la cabeza a todos esos hombres que cometían atrocidades contra sus propias mujeres e hijos. Hoy, cuando a uno le ocurre lo que a mí me ha ocurrido, puedes llegar a entenderlo, aunque nunca justificarlo. Cuando te denuncian falsamente por nueve delitos de abuso o agresión sexual contra tu propia hija, cuando a la menor se le inflige un daño físico y psicológico tan inhumano, cuando te dejan un año sin verla, cuando te quitan tu casa y tienes que pagarle a la madre todos los gastos asociados a la misma, la pensión alimenticia, la pensión compensatoria, y tienes que salir de tu propio despacho para trabajar desde casa por la condena social, entonces puedes llegar a entender estas cosas. Pero por suerte, siempre hay una parte de tu cabeza que te dice que aguantes, que seas paciente por tu hija, y, por otro lado, el hecho de tener una familia, una abogada y unos amigos que te arropan y que no te dejan ni un minuto solo. Si esto último no lo tienes, puede llevarte a hacer cualquier locura. Ese pensamiento siempre está presente en la condición humana. Cuando entendamos que el problema de la violencia de género no es un problema de hombres y mujeres, sino de personas buenas y malas, entonces podremos afrontar el problema con mayor garantía.

P. ¿Cómo se vive la condena social, el ser un pederasta a ojos de la gente?

R. Es estar muerto en vida, te matan en vida. Desde el mismo momento en que se adoptan las medidas cautelares por las denuncias contra tu hija, tu vida se destruye en apenas unas horas. Cuando vas al colegio de tu hija, los padres y las madres de repente te rechazan, te deniegan el saludo, agachan la cabeza y se apartan de tu camino. Te vas a casa y sólo quieres llorar. Cuando acudes a tu propia academia [su negocio, una academia de inglés], se producen decenas de llamadas de padres que quieren sacar a sus hijos de la misma porque no están "cómodos" de que yo esté allí trabajando. Tienes que irte a casa a trabajar si no quieres que tu negocio se cierre. Cuando después de tres meses sin salir de casa te llaman unos amigos y te convencen para cenar con ellos, resulta que de una mesa se levanta un hombre al que no conoces, se te acerca y te dice: ‘¿Cómo puedes tener la cara de estar bebiéndote una cerveza después de lo que le has hecho a tu hija?’. Te vas a casa y ya no vuelves a salir hasta que veas de nuevo a tu hija.

P. ¿Hasta qué punto sabe su hija lo que le ha hecho su madre?

R. Mi hija es muy madura en este tema. Nunca se lo hemos contado porque ya ha sufrido bastante. Pero ella intuye que la madre ha hecho algo que está muy mal y por eso vive con su padre. En casa, mi familia y yo siempre evitamos hablar de la madre para no causarle daño alguno. Y es por ello que, aún cuando tiene inhabilitada la patria potestad y no iba a ver a su hija durante dos años, solicité tanto al Juzgado como al Ministerio Fiscal que al menos pudiera verla una vez a la semana en el Punto de Encuentro Familiar, para que no perdiera el vínculo con ella.

P. ¿Qué le diría a quien piensa que lo que le ha sucedido a usted es absolutamente residual? Y me refiero a las personas que niegan que existan denuncias falsas contra hombres aprovechando la ventaja que la ley de Violencia de Género da a las mujeres para protegerlas de maltrato.

R. A muchas mujeres que crean que las denuncias no existen, les recomendaría tu libro, ‘Algunos hombres buenos’ [en él se cuenta en detalle la peripecia de Javier A.]. Y a los hombres escépticos, sólo les pido que nunca les ocurra lo que a mí y a miles de hombres de este país nos está ocurriendo. Desde hace más de un año recibo muchísimas llamadas de hombres en mi misma situación, hombres desesperados que ya no saben a qué agarrarse para salir del infierno. Porque por el hecho de ser hombre, en este tipo de situaciones, parece que lo normal es estar condenado de por vida.

Fuente: https://amp.elmundo.es/espana/2023/07/07/64a7add821efa067478b45d4.html

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