La historia de Marta Bustos, de quedarse ciega fabricando jabón a recuperar la vista gracias a la medicina

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Marta Bustos perdió la visión en un accidente doméstico haciendo jabón casero.
Marta Bustos perdió la visión en un accidente doméstico haciendo jabón casero.

A los 24 años, Marta Bustos se hizo viral en redes al sufrir un accidente en Estados Unidos y pedir donaciones para pagar sus tratamientos allí

10 jun 2023 . Actualizado a las 13:41 h.

Si la historia de Marta Bustos Góngora se pudiera resumir en una palabra, sería «resiliencia». Desde luego, esa no es la impresión que da el título que ha elegido para la novela que la narra. Pero por algo los clichés son clichés y un libro no debe juzgarse por su portada (o en este caso, por su nombre). Cuando perdí mis ojos marrones (Editorial Lunwerg, 2023) es una frase que sugiere pérdida. Pero, si bien el duelo es una parte importante de los sucesos que marcaron para siempre la vida y el rostro de Marta, lo cierto es que ni ella ni el libro se quedan en él. Pero empecemos por el principio.

Aunque Marta nació en Terrassa (Barcelona) en 1995, la historia comienza en el 2020, en Seattle, Estados Unidos. «Yo vivía allí con mi marido, que es americano. Era aficionada a hacer cosmética natural. Hacía mucho tiempo que hacía mis propias pastas de dientes, mis detergentes y, entre otras cosas, también jabones. Y un día, mientras estaba haciendo la segunda tanda de jabón, no sé todavía muy bien por qué, porque, en principio, la temperatura y la cantidad eran las correctas, la mezcla me explotó en la cara. Hizo que me saltaran las gafas que llevaba, me quemé toda la cara y me quedé ciega prácticamente de inmediato», cuenta a La Voz de la Salud.

La trasladaron al hospital en medio del shock. «El dolor emocional en el momento no lo sientes, porque con toda la adrenalina es imposible digerir lo que está pasando. Pensaba que me iba a morir de dolor en esas primeras 24 horas. Las recuerdo como las peores horas de mi vida», dice Marta.

Perder la vista, que no la visión

El diagnóstico vino a confirmar los temores de la joven, pero también a reafirmar sus ganas de luchar. Aunque no veía, tenía las cosas claras. «Me avisaron que era muy grave lo que me acababa de pasar. Estaba manipulando sosa cáustica y soy consciente de lo corrosivo que es ese químico, pero pensaba: soy muy joven y hay tantos avances médicos y tanta tecnología... No me creía que fuera para siempre. Es un shock que el cuerpo no recibe todo de golpe, vas asumiendo las cosas poco a poco. Al principio, me puse muy triste. Pero tuve bastante entereza. Dije: "Esto no va a quedar así"».

Marta Viral

Fue un accidente doméstico con mala suerte y secuelas importantes. Pero de momento, Marta no podía permitirse pensar en eso. Había cuestiones más urgentes que resolver, como procurar los medios para pagar su paso por el sistema sanitario estadounidense.

«Como yo estaba en un proceso de migración, no podía acceder a un seguro médico y estando en el hospital, como medida desesperada, hicimos una campaña de recolección de fondos para pagar las facturas de mi tratamiento, porque ahí no funciona como en España el sistema de salud. Hice un vídeo pidiendo que quien quisiera, colaborara, y se hizo viral. Recaudamos un montón de dinero en muy poco tiempo, recibí mucha solidaridad y apoyo y empecé a pagarme el tratamiento. Decidí compartir mi proceso de adaptación a la vida como persona con una discapacidad visual», cuenta Marta.

Con su espíritu curioso, se ocupó de documentar y tomar nota de todo lo que iba viviendo a partir del accidente. Con el tiempo, llegó la oportunidad de transformarlo en un libro. «Decidí hacer el libro a raíz de que me estaban ocurriendo situaciones tan surrealistas que me daba la sensación de que mi vida era una película constante. Pensaba: "Como no empiece a escribir esto, se me van a olvidar muchas cosas". Siempre me había gustado escribir para desahogarme, para poner mis pensamientos en papel. Pero nunca había pensado en escribir un libro. Fue más a modo terapéutico. Empecé a escribir muchas cosas y después le fui dando el toque novelístico y juntándolo con otros textos», cuenta.

En las últimas horas, Marta se volvió viral nuevamente tras haberle entregado un ejemplar de su libro a la reina Letizia en un evento.

Adaptarse con humor

Perder la vista de un día para el otro conlleva no solo un duelo, sino un desafío a nivel de la autonomía en el día a día. A Marta, que siempre se ha caracterizado por su independencia, esto le representó un desafío. «Dentro de tu casa, estás bien, porque es tu zona de confort y aprendes rápido a organizarte. La gente con la que vives sí que tiene que poner mucho de su parte. Y el problema es el mundo exterior, porque  está hecho para gente que sí ve. Salir de la casa con un bastón fue lo más complicado. Ponerte a andar en medio de la calle cuando no ves, si ya es peligroso con los cinco sentidos, con los niños, los perros, las obras, los obstáculos... Si no ves, cuesta mucho», señala.

En los momentos más duros, fue el sentido del humor lo que ayudó a Marta a mantener una perspectiva de gratitud y liviandad. «Por suerte o por desgracia, me lo tomo todo con bastante humor. Y reaccioné con un sarcasmo bastante característico de mí. En parte, supongo que fue un mecanismo de defensa porque si yo me río de mí, no le doy el poder a nadie de reírse de la situación, y me sirve para quitarle hierro al asunto, porque al final hay situaciones tan duras que me parece casi un delito mantenerse serio. Es un poco contradictorio, pero me resulta imposible lidiar con el dolor sin humor», dice.

Esto la ayudó a dar el paso más importante de este proceso, que fue aceptarlo. «Porque pese a que tenía muchas esperanzas de recuperar la vista, no me quedé de brazos cruzados. Dije: Vale, yo creo que un día la recuperaré, pero mientras tanto, esto es lo que tengo, así que me voy a poner manos a la obra. Quería empezar a hacer cosas», dice. Así fue que lanzó un pódcast y se volcó de lleno a la divulgación. Se dedica a impartir charlas y conferencias y comparte sus vivencias a través de las redes sociales.

En este proceso, fue crucial la actitud luchadora de Marta. «Aparte del apoyo que tuve de mi familia y mis amigos, que obviamente es importante, gran parte tiene que venir de ti, es un empujón interno. Me ayudó mucho el típico cliché de buscarle el lado positivo a las cosas. Porque fue una secuela muy grave, pero me podía haber intoxicado, podía haber tenido secuelas a nivel respiratorio de por vida, me podía haber muerto también. Entonces, lo primero fue decir: Vale, parto de esta, he perdido la vista, pero estoy viva y hay muchas cosas que puedo hacer. Me enfoqué en el agradecimiento y eso me salvó la vida. Y también he meditado mucho, y eso me ayudó a no volverme loca. Ser optimista se practica, como hacer deporte», afirma.

Recuperación

La historia de Marta no se queda en lo trágico. En julio del 2021, se sometió a una cirugía para colocarse una queratoprótesis. Como explica en el libro, «las queratoprótesis son córneas artificiales que ayudan a recuperar la visión cuando la córnea y la superficie ocular están tan afectadas que un trasplante de córnea no sería viable. La idea es tan simple como la de colocar una ventana en la pared de una casa para poder ver a través de ella».

«Hacía casi cuatrocientos días que la vida me había quitado la vista», recuerda. Tras la operación, cuando su doctora estaba limpiando su prótesis, de repente, percibió unas letras S y M. Eran las tallas en las cajas de los guantes médicos que había en la sala. Las estaba viendo. ¡La cirugía había funcionado! «Fue el mejor día de mi vida, no solo por poder ver, sino por la sensación de poder. Puedo conseguir cualquier cosa que me proponga y ese sentimiento de poder, si yo lo he encontrado, significa que todos lo tenemos dentro», dice Marta.

Esta experiencia le ha dejado varios aprendizajes. «Igual que todo lo bueno se acaba, lo malo también se acaba. Tenemos tantas cosas y estamos siempre fijándonos en las que carecemos. Es casi una falta de respeto por nuestra parte. Siempre tenemos una opción. No siempre se puede conseguir lo que nos proponemos, pero en el 95 % de los casos, hay una opción para ser felices. Se trata de coger todos los recursos que tenemos e intentar ver ese lado positivo», asegura.

Con el resto de su vida por delante, Marta tiene aún muchos anhelos que perseguir. «Tengo muchos sueños que para casi todo el mundo parecen de flipada o de engreída. Pero después de haber recuperado la vista, todo te parece posible», concluye.

 

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.