Mark Galeotti: “El régimen de Putin está muerto, la única duda es qué vendrá después” - El Orden Mundial - EOM
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Mark Galeotti: “El régimen de Putin está muerto, la única duda es qué vendrá después”

Mark Galeotti analiza los errores de Putin en la invasión y el posible final de su régimen. Cree que las torpezas de Putin han sido "el arma secreta" de Ucrania en la guerra y que sus amenazas nucleares son un farol.
Mark Galeotti: “El régimen de Putin está muerto, la única duda es qué vendrá después”
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Mark Galeotti (Reino Unido, 1965) es un reconocido especialista en política, historia, seguridad y crimen organizado en Rusia. Escritor, profesor y columnista, su trabajo ha servido como referencia para entender la guerra de Ucrania. Tres de sus libros se han traducido al castellano en el último año: Las guerras de Putin (Desperta Ferro Ediciones), Una breve historia de Rusia y Tenemos que hablar de Putin (ambos editados por Capitán Swing).

Nadie discute ya que la invasión rusa de Ucrania fue un desastre. Ahora Rusia está lanzando una nueva gran ofensiva. ¿Cree que han aprendido de sus errores de este último año? ¿Serán más astutos, están mejor preparados?

Ese es uno de sus grandes retos. Rusia tiene generales inteligentes, como todo el mundo. Pero arrastran muchos problemas sistémicos, y el principal es el propio Putin. Putin ha sido el arma secreta de Ucrania en esta guerra: fue él quien decidió la desastrosa estrategia de invasión. Fue él quien, este pasado enero, destituyó al general Serguéi Surovikin, el único comandante ruso en Ucrania que parecía estar haciendo bien las cosas. 

Pero Surovikin no era lo bastante emocionante para Putin. Le parecía que se estaba centrando solo en no perder la guerra en vez de en ganarla. Así que le despidió tras solo tres meses en el cargo, a pesar de que ese no es tiempo suficiente para ningún cambio significativo en una guerra, especialmente en invierno. Le degradó y puso en su lugar a Valeri Gerásimov, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas. Esta constante intromisión política en los asuntos militares es una de las razones por las que Rusia no está aprendiendo de sus errores. Mientras tanto, Ucrania ha demostrado ser increíblemente flexible y capaz de innovar rápido.

Sin embargo, no deberíamos subestimar a los rusos ni pensar que no aprenden nada. Más bien sacan conclusiones distintas a las que nosotros sacaríamos. Por ejemplo, Occidente nunca se atrevería a lanzar oleadas de mercenarios exconvictos en asaltos brutales como los que se han visto en Bajmut. Pero, bajo su punto de vista, estos asaltos han sido efectivos. ¿Están muriendo miles de esos exconvictos? Sí, ¿y qué le importa eso al Kremlin? Los rusos pueden aprender. Si no lo hacen mejor es por culpa del régimen ruso, con Putin a la cabeza.

¿Entonces la guerra habría sido diferente si Putin no hubiera interferido? 

Antes de la invasión todos los analistas occidentales asumían que si Rusia atacaba Ucrania, ganaría en apenas dos semanas. En parte eso es porque Rusia tiene una forma muy intelectual de enfocar la guerra. Conocen sus limitaciones. Se organizan de forma muy burocrática, montan un centro de coordinación, se preparan con margen, estiman qué recursos necesitan… Cuando atacan, lo primero que hacen es lanzar un bombardeo masivo con misiles y aviones para destruir cuarteles, inutilizar comunicaciones… Inmovilizar al enemigo y quebrar su moral antes de entrar con las fuerzas terrestres.

Pero en Ucrania no ocurrió nada de eso. Esta invasión no es la que los generales habrían querido, porque no la diseñaron ellos, sino Putin y sus amigos del KGB. Imaginaron que bastaba con mandar un puñado de paracaidistas para capturar a Zelenski y todo el país se echaría a sus brazos, como ocurrió en Crimea en 2014. No prepararon nada. La mayoría de los generales ni siquiera sabía de la invasión hasta pocos días antes.

Tampoco se hizo el bombardeo masivo previo. Esto último tiene cierto sentido, al menos desde el punto de vista de Putin: ¿para qué destruir un país si crees que pronto será tuyo? Después, aunque pronto quedó claro que Ucrania se defendería, Putin siguió insistiendo durante semanas, inútilmente, en tomar Kiev. Rusia perdió el factor sorpresa y a muchos de sus mejores hombres y equipos esos días, y todavía se está recuperando.

Si los generales hubieran organizado la invasión habría sido distinto. Podría haber funcionado. No estoy diciendo que hubieran conquistado toda Ucrania, y aun así habrían tenido que enfrentarse a una guerra de guerrillas, pero habrían ocupado buena parte del país. Sin embargo, Putin quería una guerra a su medida y este es el resultado.

¿Cuál habría sido la respuesta de Occidente en ese escenario? 

Es una pregunta interesante. Los rusos esperaban que Occidente reaccionara como había hecho siempre: protestar mucho pero hacer poco. Si Rusia hubiera tomado Ucrania en pocos días e instalado un Gobierno títere, quiero pensar que esta vez habríamos respondido de forma más firme. Pero no habría estado tan claro. Lo que movilizó a Occidente fue creer que la guerra se podía ganar. No se trata solo de castigar a Rusia, sino de ganar la guerra. Si el Kremlin hubiera preparado mejor la invasión las cosas habrían sido más difíciles para Ucrania también en ese sentido: Occidente habría impuesto sanciones, sí, y la relación con Rusia se habría deteriorado. Pero el apoyo occidental no habría llegado tan lejos.

¿Sobreestimó Rusia sus capacidades militares antes de la invasión?, ¿es ese otro de sus grandes problemas?

Sí. Hay que reconocer que Rusia ha reformado profundamente sus Fuerzas Armadas en los últimos años. Son mucho más eficaces que en los noventa, como se demostró en Crimea y Siria. Cuando los rusos entraron en Siria, en Occidente creíamos que no podrían mantener una operación tan compleja. No solo lo hicieron, sino que le dieron la vuelta al conflicto. 

Ahora bien, esas dos fueron operaciones limitadas, no pueden compararse con Ucrania. Y Putin no supo ver que a pesar de la reforma quedaban aún grandes problemas en el ejército, incluidos algunos culturales, como la falta de iniciativa entre los oficiales o el bullying a los reclutas. El ministro de Defensa, Sergéi Shoigú, que no es militar sino político y es un maestro de las relaciones públicas, hizo un trabajo demasiado bueno publicitando la reforma. Nosotros le creímos, ¡pero Putin también! 

Por otro lado, Putin no tiene experiencia militar alguna. Le encanta que le hagan fotos vestido de camuflaje o sentado a los mandos de un caza, pero no sabe nada sobre ello. No entiende los aspectos militares que van más allá de los soldados elegantes desfilando por la Plaza Roja. Cosas como la logística, asegurarte de que los soldados tengan comida caliente y munición… No era consciente de que esos asuntos son cruciales y no se pueden improvisar. Sobreestimó sus capacidades igual que subestimó las de Ucrania.

¿Sigue creyendo Rusia que puede conquistar toda Ucrania o se ha conformado con controlar solo el Donbás y Crimea?

Quizá Putin conserve esa esperanza en algún rincón de su mente. Pero siendo realistas, no, están centrados en el sudeste. Creo que el Kremlin se daría por satisfecho si logra tomar todo el Donbás. Declararían la victoria y se concentrarían en congelar el conflicto y asegurar sus conquistas. Pero eso me parece muy difícil en este momento.

No me resisto a preguntarle por la polémica sobre Seymour Hersh y su tesis sobre la voladura del Nord Stream. Sabemos que el artículo que publicó está trufado de incongruencias y prácticas periodísticas cuestionables. Pero, ¿quién voló el gasoducto? ¿Cree que fue Estados Unidos, como afirma Hersh?, ¿fue Rusia…?

Sigo pensando que lo más probable es que fuera Rusia. De los cuatro gasoductos, tres quedaron dañados. Sospecho que dejaron intacto uno de los tubos para poder volver a bombear gas a Alemania si la relación se arreglaba. Pero el motivo principal era mandarnos una advertencia, demostrar que pueden y están dispuestos a atacar gasoductos, cables submarinos u otras infraestructuras críticas bajo el mar. ¿Por qué atacaron su propio gasoducto? Porque atacar una infraestructura occidental es mucho más peligroso, la OTAN podría haber invocado el artículo 5. Atacando su propia tubería, Rusia nos dejó menos opciones de contraataque. De todas formas el Nord Stream 2 estaba vacío y no parecía que fuera a usarse nunca. 

Putin quería mandarnos este mensaje porque piensa, y estoy de acuerdo con él, que Rusia está en guerra con Occidente. Hay dos guerras simultáneas: la de Ucrania y un conflicto sin contacto entre Occidente y Rusia que se libra en los campos de la política, la información, la economía, las leyes o la cultura. En ese contexto, Putin quería demostrarnos que tiene con qué luchar. Decirnos que podemos enviar armas a Ucrania, pero que no debemos olvidar que ellos también tienen formas de escalar este conflicto. Igual que la amenaza nuclear, esta es otra manera de advertirnos de que no le presionemos demasiado, pues tiene herramientas catastróficas con las que responder.  

¿Está preocupada Rusia por China? No solo es que los chinos no les apoyen en la guerra, es que son cada vez más poderosos. 

Este asunto esconde una interesante brecha generacional. Para Putin y la gente de su generación, los que están en torno a los setenta años, lo único que importa es la pelea con Occidente. Se trata de un tema emocional: creen que Rusia fue engañada al final de la Guerra Fría, este es el gran conflicto que les define. No piensan en China en esos términos. Pero la siguiente generación, los que tienen entre cincuenta y sesenta y pocos años —que ansían con impaciencia llegar al poder—, está mucho más preocupada. No se trata solo de que compartan con China una de las fronteras más extensas del mundo y que ese país cada vez sea más agresivo y poderoso a nivel militar. Sobre todo no les gusta la sensación de estar cayendo en la órbita económica de Pekín.

Recuerdo que en 2015 hablé con un coronel ruso retirado sobre esto. Fue muy claro, me dijo: “De aquí a veinte años —es decir, para 2035— Rusia habrá tenido que decidir: o se acerca a Occidente o se convierte en un vasallo de China”. Para él solo había estas dos opciones, lo veía de esta forma tan cruda y binaria. Por supuesto que hay mucha gente dentro del sistema preocupada por China.

Te daré un ejemplo más. Hasta hace solo un par de años, cuando la agencia de inteligencia federal, el FSB, identificaba a un espía chino operando en Rusia, lo gestionaba con gran discreción. Dirían que cierto agregado cultural de la embajada china debía abandonar el país y poco más. Ahora estas cosas se airean más: el agente es arrestado e incluso se le identifica públicamente como un espía chino.

¿Qué significa ese cambio?, ¿es una forma de exponer a China para que retire a sus agentes? No, es la manera que tiene el FSB de advertirle al Kremlin de que tienen un problema con China. “¿No os dais cuenta de que los chinos nos están espiando y nos roban la tecnología?”. Incluso el FSB, una de las organizaciones más cercanas a Putin, está buscando formas de hacérselo ver porque creen que el presidente no está preocupado por este asunto.

Volvamos a la guerra. Muchos analistas experimentados, incluido usted, no supieron anticipar la invasión. Con la perspectiva de este último año, ¿por qué cree que se equivocaron?

No tengo problema en admitirlo, hasta pocos días antes de la invasión pensaba que la probabilidad de un ataque ruso no superaba el 40%. La clave está en Putin: a pesar de sus errores es un actor racional. Pero hasta los actores racionales cometen estupideces basadas en la información de la que disponen o su percepción de la realidad. Asumimos que Putin haría algo racional y en aquel momento lanzar una invasión no era una opción lógica. No había acumulado fuerzas, no se había preparado para una invasión. 

Si creíamos que Putin no lanzaría esta guerra es precisamente porque sabíamos que si lo hacía, Rusia acabaría metida en una trampa desastrosa. Pensábamos que él debía verlo igual. Pero no calibramos hasta qué punto está rodeado por una camarilla que solo le dice lo que quiere oír. Hasta qué punto Putin cree que Ucrania realmente no es un país y que los ucranianos no se resistirían a la invasión o incluso recibirían a los rusos con los brazos abiertos. No anticipamos que enfocaría la campaña de forma tan torpe. 

Lo cierto es que, hasta el momento en que lanzó la invasión, Putin estaba ganando esta partida. Concentrando esta enorme fuerza militar en la frontera con Ucrania estaba consiguiendo dañar la economía ucraniana: los inversores extranjeros huían del país. Un raudal de líderes internacionales viajaban a Moscú para tener audiencias con Putin, otorgándole esa relevancia que tanto busca. Los Gobiernos occidentales incluso habían empezado a presionar a Kiev para que hiciera concesiones.

Si Putin fuera de verdad un experto ajedrecista de la geopolítica, como se le suele considerar, habría mantenido esta estrategia. Rusia empezó a perder cuando sus primeros soldados cruzaron la frontera ucraniana. Pero sobrestimamos a Putin si damos por sentado que entendió todo esto.

¿Significa eso que Putin se cree su propia propaganda? 

Se la cree más de lo que nos gustaría pensar. Una vez más, sobrestimamos a Putin pensando que todo esto es solo propaganda. Hay parte de ello, sí, pero él también cree muchas de esas cosas. ¿Que Ucrania no es un país? Si no recuerdo mal, eso ya se lo dijo a George W. Bush en 2008. Considera que Occidente es débil e hipócrita, esperaba que no hiciéramos nada ante la invasión. Y pensaba que el Ejército ruso es tan impresionante como parece en los desfiles de la Plaza Roja.    

Si asumimos que Putin actúa racionalmente, ¿qué valor le da a sus amenazas nucleares?

Siempre es peligroso ignorar esa clase de amenazas. Pero creo que la probabilidad de un ataque nuclear es inversamente proporcional a las veces que Putin amenaza con hacerlo. Cuanto más lo menciona, más me parece un farol. Sería muy difícil para Rusia usar armas nucleares tácticas ahora mismo. No han hecho ensayos en más de veinte años, así que tendrían que reacondicionar un armamento que lleva décadas cogiendo polvo. Tampoco tienen un objetivo militar claro.

Además, si la idea es aterrorizar a Occidente para que dejemos de apoyar a Ucrania creo que conseguirían lo contrario. La conversación pasaría de “Putin debe ser derrotado” a “Putin debe ser derrocado”. Se empezaría a valorar la opción de un cambio de régimen en Rusia. Y China e India estarían escandalizadas.

Por tanto, creo que a menos que Putin entre en pánico y no vea otra alternativa, la amenaza nuclear solo es propaganda. Sabe que cada vez que lo menciona, en Occidente empezamos a debatir sobre si la situación se está volviendo peligrosa, si debemos forzar a Kiev a llegar a algún acuerdo con Moscú… La amenaza nuclear es una herramienta política. 

La amenaza no está funcionando porque Occidente mantiene su apoyo a Kiev. Pero ¿qué pasaría si Ucrania intentara tomar Crimea?, ¿cómo reaccionaría Rusia?

Crimea es la única línea roja de Rusia en esta guerra. Sabemos que aunque le lleva tiempo, Putin es capaz de encajar derrotas. Hay quien cree que Putin siempre escala. No es cierto. Intentó tomar Kiev durante semanas hasta que se dio cuenta de que era inútil. Entonces abandonó el ataque y pasó a centrarse en el sudeste. La retirada de Jersón es otro ejemplo. Durante meses sus generales le advirtieron de que era indefendible, pero no quería abandonar la única capital regional que habían conquistado. Al final cedió. Pese a todas esas poses de macho Putin es indeciso, no es rápido tomando decisiones. 

Sin embargo, Crimea me preocupa. Putin percibe la conquista ucraniana de la península como una amenaza existencial. Puede que se equivoque, pero piensa que no podría sobrevivir políticamente a esa pérdida. A los rusos no les importa nada el Donbás. Pero Crimea sí, mucho. Incluso la oposición anti-Putin cree que Crimea es rusa. Si llegáramos a ese escenario, no descarto que valore en serio la opción nuclear. De ahí que la postura dominante en Occidente —es decir, la de Estados Unidos—, es no incentivar a Ucrania a que ataque Crimea; a lo sumo, que la rodeen y aislen. Todavía estamos lejos de unas negociaciones de paz, pero cuando lleguen Crimea será uno de los asuntos centrales.

Incluso muchos ucranianos tienen dudas sobre recuperar Crimea. Uno de ellos era el ministro del Interior fallecido hace poco en un accidente de helicóptero. Sin duda era un nacionalista ucraniano convencido. Pero pretendía reformar la policía ucraniana cuando acabara la guerra y era consciente de que la mayoría de crimeos quieren ser rusos. Si Ucrania tomara la península, tendría que afrontar una larga campaña de pacificación, lo que impediría cualquier reforma policial porque estarían demasiado ocupados con eso. La aspiración oficial del Gobierno ucraniano es recuperar cada centímetro de territorio ocupado. Pero hay voces en Kiev y Occidente que asumen que habrá que llegar a algún acuerdo con Rusia sobre Crimea.

Las bajas rusas se cuentan por decenas de miles. ¿La muerte de tantos soldados está afectando al apoyo de los rusos a la guerra o al régimen?

Sí, porque además esta guerra no ha movilizado a los rusos, más al contrario. Es difícil saber lo que piensa de verdad la población: las encuestas son poco fiables porque reciben pocas respuestas. Quien está en contra de la guerra sabe que no le conviene decirlo en voz alta. Así que evita participar en encuestas o procura dar la respuesta correcta

No obstante, hay formas de sondear la opinión pública sin preguntar directamente. Los datos sugieren que solo un cuarto de la población está de acuerdo con la guerra, como mucho, aunque eso no significa que el resto esté en contra. Otro cuarto se opone: decenas de miles de ellos han salido a protestar y han acabado golpeados y detenidos. La mitad restante no está contenta. No entienden qué está pasando, comparan la propaganda oficial con la información que les llega a través de las redes o sus allegados. Pero mantienen una actitud muy soviética: agachan la cabeza, procuran no tener opinión. 

En todo caso, la muerte de soldados es un problema. Por eso el Kremlin ha recurrido a los convictos: no le importan a nadie. Aun así, cuantos más cadáveres vuelvan a Rusia, más sabrá la población. Hice mi doctorado sobre el impacto de la guerra de Afganistán en la caída de la URSS. Una de las cosas que descubrí es que la mayoría de gente puede apoyar una guerra en abstracto, pero cuando te traen a un miembro de tu familia en un ataúd de zinc todo se vuelve real, el rechazo crece muy rápido. El Kremlin tiene pavor a ese escenario, sobre todo cuando lancen una nueva ofensiva con los 150.000 movilizados y sufran miles de bajas. 

Por cierto que esas bajas van a empezar a incluir cada vez más a rusos étnicos. Hasta ahora los muertos los han puesto etnias de regiones periféricas y pobres como el Daguestán o Buriatia, en el extremo oriental. Pero a partir de ahora las bajas van a incluir a más rusos étnicos y de otras regiones, lo que extenderá el rechazo por el país. Ya ha empezado pero lo veremos sobre todo esta primavera, cuando se supone que Rusia lanzará su gran ofensiva.

Uno de sus últimos artículos en The Spectator se titula “La verdadera amenaza para Putin son los turbonacionalistas rusos”. ¿Piensa que Putin se enfrenta a un desafío serio desde dentro de su régimen?

La idea de que Putin podría sufrir un golpe, tan comentada, es una exageración. No creo que estemos en ese punto en absoluto. El verdadero peligro es que los elementos del régimen acaben tan desilusionados que no estén dispuestos a defenderlo frente a una crisis. Así es como suelen colapsar los regímenes autoritarios, mira Centroeuropa en 1989. Ya está pasando: en las agencias de seguridad, el núcleo del aparato de poder de Putin, están enfadados y decepcionados.

Te daré un ejemplo. Sigo varios canales de Telegram de miembros de la Guardia Nacional (Rosgvárdia, en ruso). Este cuerpo fue enviado al frente en las primeras semanas de invasión y sufrió bajas terribles porque no está preparado para la guerra: es una agencia de seguridad interna, algo así como la Guardia Civil española. Están cabreados, se sienten traicionados y son la primera línea de defensa del régimen a nivel interno. Pongamos que la situación económica empeora y que la oposición popular crece en Rusia. ¿Querrá la Rosgvárdia seguir saliendo a reprimir las protestas si el Kremlin se lo ordena? Quizá no, no lo sabemos. 

Entre el FSB y los militares empiezan a cundir las críticas por cómo se está gestionando la guerra. Es un grupo todavía pequeño pero creciente. No están en contra de la invasión, son nacionalistas. Pero no les gusta la incompetencia, el amateurismo, la corrupción evidente. Algunos empiezan a pensar incluso que ser patriota en Rusia significa oponerte a Putin. No es que vayan a volverse en contra del presidente ahora. Pero si llega una crisis quizá decidan quedarse en los cuarteles. Poco a poco, inadvertidamente, la base de apoyo de Putin se ahueca. 

El líder checheno Ramzán Kadírov y Yevgeni Prigozhin, jefe del Grupo Wagner, se atreven a criticar abiertamente al Ministerio de Defensa. ¿Cuán poderosas son estas nuevas figuras? ¿Está perdiendo Putin el control sobre las facciones del Kremlin?

Kadírov es todopoderoso en Chechenia y no tiene poder fuera de allí. Prigozhin es un empresario cuyo negocio es hacer lo que el Kremlin le pida: en 2016 eran las granjas de trolls, ahora son mercenarios. Sus críticas al ministro de Defensa muestran que no es más que matón, por eso no tiene aliados. Está en su naturaleza: diría que alimentar vendettas es lo más parecido que tiene a un hobby. Todo ese fanfarroneo también se explica porque necesita demostrarle a Putin que es útil, que tiene ideas, no como esos aburridos militares. Lo cierto es que Putin podría hacer detener a Prigozhin mañana; pondría a alguien a dirigir Wagner y los mercenarios seguirían luchando.

El problema no es que Putin no pueda controlar a estos tipos, es que no lo está haciendo. El sistema está diseñado de forma que los distintos organismos compitan entre sí y Putin dirima sus disputas. Divide y vencerás. Pero Putin ya no hace ese trabajo, no sabemos por qué. El choque Prigozhin-Shoigú es solo el caso más sonado, pero hay muchos más: rivalidades personales, negocios… Y como Putin no interviene, los enfrentamientos se están volviendo más salvajes. 

Pasa algo similar con todos estos rusos ricos que están cayéndose por las ventanas últimamente. No creo que el Kremlin esté detrás: si quieren deshacerse de alguien tienen formas mejores de hacerlo. Buena parte de estas muertes deben ser suicidios reales o accidentes. Pero también estamos viendo una vuelta a los años noventa, cuando el asesinato se convirtió en una táctica empresarial. Todo ello son señales de que el sistema se está descontrolando porque la persona que debería organizarlo no lo está haciendo.

¿Qué opina de los rumores de que Putin está enfermo o de que vive aislado?

Hace años que circulan. Dan a Putin por muerto dentro de seis meses, y luego dentro de seis meses, y así durante años. Lo que puedo decir es que, por lo que he hablado con personas del ámbito de la inteligencia en Rusia, no parece que Putin tenga algo grave, nada que le vaya a incapacitar o matar pronto. Es un hombre de setenta años, sabemos que sufre de la espalda y debe arrastrar otras dolencias. Pero nada tan grave como para definir su actitud actual.

Lo del aislamiento es más interesante. Desde la pandemia Putin se ha encerrado en sí mismo. La gente de su círculo interno ya no se atreve a contradecirle. Se ha rodeado de personas parecidas a él: antiguos miembros del KGB, nacionalistas y convencidos de que Occidente es el origen de todos los males y conspira para destruir Rusia. Ese es el verdadero problema: no que esté aislado físicamente, sino que lo esté mentalmente. Nadie se atreve a decirle la verdad. 

Se ha comparado a Putin con Stalin y hasta con Hitler. ¿Está de acuerdo? Si no es así, ¿con qué otro líder le compararía?

Stalin fue mucho más despiadado y psicópata. Lo curioso de su caso es que Stalin se corrigió a tiempo después de haber cometido un gravísimo error al principio de la Segunda Guerra Mundial. Creyó que tendría más margen, no pensaba que los alemanes fueran a invadir la URSS. Su falta de previsión fue catastrófica. Pero aprendió muy rápido, entendió que debía dejar las decisiones militares a los generales. Putin no ha aprendido esa lección.

En ese sentido, la comparación con Hitler es más acertada. La incompetencia militar de Hitler es una de las razones por las que los aliados no apoyaron ningún intento de asesinarle. Pensaban que si Hitler desaparecía quizá le sucedería alguien más inteligente, más racional que él. Con todo, no me gustan las comparaciones con Hitler porque siempre acaban exagerándose.

Para mí, la mejor comparación no es con un líder moderno, sino con Iván el Terrible, el primer zar de Rusia (1547-1584). Como con Putin, la primera mitad del reinado de Iván trajo crecimiento y progreso. Sí, también fue violento y brutal, pero puso los cimientos de la Rusia moderna. El Ministerio de Exteriores y el de Interior, el Ejército, todos sitúan su origen en Iván, él levantó el Estado ruso. Pero después cayó en la paranoia y probablemente en la demencia, y destrozó el país. Se involucró en grandes y costosas guerras con los turcos y los suecos. Tras su muerte, Rusia se hundió en el caos y la miseria durante décadas. 

Siguiendo con su paralelismo, Iván abandonó el poder en cierto momento, aunque después volvió. ¿Cree que Putin se retirará o que morirá en el Kremlin?

Putin querría haberse retirado ya. Aquí estoy especulando, pero creo que esa es una de las razones para invadir Ucrania. La situación de Putin es la de un jefe de la mafia: en ese nivel del poder en Rusia la ley no existe. Así que si Putin lo deja, pierde todo lo que tiene. Su seguridad, la de su familia y sus amigos dependería de la buena voluntad de su sucesor. Por lo tanto, para renunciar necesitaría pasarle el testigo a alguien de confianza, y Putin no se fía de cualquiera.

Antes de invadir Ucrania, Putin estaba aburrido con el cargo. Y se está haciendo mayor. Creo que pensó que sería fácil, que Ucrania sería rusa en dos semanas. Bielorrusia ya es casi un Estado vasallo de Moscú. Si pudiera tomar Ucrania, uniría bajo un mismo Gobierno a las que él considera las tres grandes naciones eslavas. Sería el último gran triunfo de su carrera, el que le elevaría al panteón de los héroes constructores de Rusia. Putin es un hombre que da mucha importancia a su legado histórico, se compara a menudo con Pedro el Grande y otras figuras parecidas.

Debió pensar que si lo lograba podría retirarse sin riesgos, su prestigio le protegería. Hay elecciones presidenciales en 2024, e incluso en un sistema manipulado como el ruso hay que hacer campaña. Putin ya no tiene energía para eso. Pero no haría falta: podría saborear su rápida victoria en Ucrania, en 2023 anunciaría que no se presenta a la reelección y tendría un año para preparar al sucesor antes de retirarse a disfrutar de sus palacios.

Pero ahora no puede hacerlo. La tentación de culparle de todos los problemas sería muy grande para su sucesor. La era de Putin terminará con su enfermedad y muerte, un golpe palaciego o alguna otra crisis. Ya no creo que pueda dimitir.

¿Tiene algún sucesor en mente? Circula la idea de que quien venga después de Putin será peor que él. Pero antes usted decía que la nueva generación de líderes rusos es más pragmática, menos conflictiva y beligerante.

Bajo mi punto de vista casi cualquiera sería mejor que Putin. No tenemos pruebas de que haya escogido un sucesor. Se ha mencionado a Dmitri Pátrushev, ministro de Agricultura e hijo de Nikolái Pátrushev, uno de los aliados más fieles de Putin. También a Alexéi Diumin, gobernador del óblast de Tula y antiguo guardaespaldas de Putin. Pero son especulaciones, no tenemos información fiable.

En cualquier caso, estos tipos son unos cleptócratas pragmáticos y oportunistas. No son demócratas, no son amables. Aprovechan cada oportunidad para robar a escala industrial. Y si te gusta eso, necesitas proteger tu dinero en bancos extranjeros y quieres poder disfrutarlo. Sochi es muy bonito, pero llegará un día en que te apetezca más fondear tu yate en la costa de España, irte a pasar unos días a tu apartamento en Londres, mandar a tus hijos a una universidad estadounidense… Se sienten constreñidos en Rusia. Saben que el aislamiento de la economía rusa limita sus oportunidades de enriquecerse. 

Por eso no creo que la siguiente generación sea buena gente ni que vayan a traer la democracia a Rusia. Pero tienen buenas razones para mejorar la relación con Occidente. Y Occidente estará encantado de hacer negocios con ellos porque queremos poner fin a este conflicto, pero también porque ya tratamos con cleptócratas de todo el mundo, ¿qué importan unos pocos más?

Permítame que insista, ¿cómo se imagina el final del régimen de Putin? ¿Es el putinismo capaz de reformarse a sí mismo o se derrumbará como la URSS si intenta cambiar?

No me gusta hablar de “putinismo” porque no hay una ideología detrás. El régimen está muerto por dentro, la única duda es qué vendrá después. No podemos saber si acabará con Putin muriendo en el cargo o siendo derrocado. Pase lo que pase, es imposible que una sola persona o institución conserve todo el poder que él tiene ahora. Cuando Putin llegó al cargo en el 2000 no era el autócrata solitario y omnipotente que ha llegado a ser con el tiempo. Fue elegido por una camarilla de oligarcas y políticos que pensaban que podrían controlarle. 

Cuando Putin desaparezca será igual. Una coalición de individuos e instituciones, compitiendo entre sí por la influencia, tomará el control y decidirá a quién van a poner al mando. Lo interesante de estas coaliciones es que tienden a centralizar la política. A lo largo de la historia rusa, cada etapa de autoritarismo se ha sucedido de un periodo de cierto aperturismo. Creo que ese es el escenario más probable. Para muchas de estas personas la edad dorada de Rusia fueron los primeros años de Putin, la década de los 2000, así que tratarán de volver a ese momento. Ojalá pudiera saber cuándo y cómo se irá Putin, pero cuando eso ocurra pienso que llegará una etapa de mayor consenso entre las élites rusas. Y esa no es una mala noticia.

Blas Moreno

Madrid, 1994. Codirector y editor jefe de El Orden Mundial. Relaciones Internacionales (inglés) en la URJC.

2 comentarios

  1. Expandir comentario
    Christian Cardenal Budde

    Que maravilla de entrevista.

  2. Expandir comentario
    Mariano Zamora Sierra

    Enhorabuena Blas! Magnífica entrevista. De esas que no quieres que se acaben.

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