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¿Se acuerda de cuando, antes de ser alcaldesa, era portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH)?

Sí me acuerdo, sí, estaban el Chusqui, Maroto, Isabel, Maite, Teresa… Los echo mucho de menos a todos. A Isabel no tanto, la verdad, que era un poco… Bueno, la ‘sorority’ no se había descubierto por aquel entonces y había mucho menos compañerismo entre amigas. Pero es que la Isabel… la Isabel tenía telita. 

¿Se siente querida como alcaldesa?

Me cuesta saberlo porque no salgo apenas de mi despacho, no hablo con la gente… La pandemia me dejó un poquito… Me da miedo salir al exterior. Y además Barcelona está como está que… en fin. Es un asco. El Ayuntamiento lo tiene todo levantado, todo por medio. Obras y obras y obras. Se está mejor en casa o en el despacho.

Pero si usted es la alcaldesa…

Técnicamente sí, pero yo soy activista. Yo estoy en contra de todas las formas de gobierno o estructuras de poder verticales. Por eso me llevaba mal con Isabel, que quería someterlo todo a votación y yo le decía: mira, hagámoslo todo así o asá, entre amigos, como yo diga. Y ella que no, que todo tenía que ir a comisiones. Y yo no creo en esas cosas.

Hay gente que dice que usted odia a los coches.

Me ha pillado: sí. Es que no tengo carnet. Cuando me fui a examinar me salté un STOP y le dije al examinador “no creo en las estructuras de poder verticales” y seguí conduciendo y gritó “¡Aaahhhh!” y yo le dije “no creo en las estructuras de poder verticales” y luego me dijo “¡Cuidado con la señora!” y yo le dije…

“No creo en las estructuras de poder verticales”…

Exactamente. Y luego el marido de la señora también estuvo gritándome mucho rato. En fin, muy desagradable.

Mejor el metro que el coche, ¿no?

Sí, pero no lo cojo porque hay mucho guarro que se va tocando el rabo. Si ves a un hombre con la mano en el bolsillo, es que se está tocando el rabo. Son todos unos guarros, todos. En cuanto pueda, me cargo el metro también. 

¿Qué es lo mejor en el balance de estos dos mandatos y qué lo peor?

Lo mejor el despacho, que al final me lo he decorado como yo quería. Los primeros cuatro años lo dejé tal cual, pero ahora le he puesto unos robasueños, unas piedras… Un poco mi rollo. Soy un poco hierbas, un poco brujita. Y lo peor de estos ocho años es toda la parte de ser alcaldesa. Que sí, soy alcaldesa pero entre comillas. No estoy a favor de ningún tipo de estructura vertical de poder. Yo me hice alcaldesa un poco de forma provisional. Y me presenté a un segundo mandato un poco de forma provisional. Y me presento a un tercer mandato y pido a la gente que me vote en masa de forma provisional. 

Vayamos al grano: ¿está usted intentando destruir Barcelona?

Me ha pillado: sí. Sí, rotundamente. Es exactamente eso. Estoy intentando destruir esta ciudad. 

Este contenido se adelantó en La Newsletter de la Redacción. 
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Hablemos de las superillas.

Son una mierda: hay un montón de niños jugando en la calle, peña jugando a las cartas en las mesas que hemos instalado… ¿Parece Barcelona? No, parece un pueblo. Y esa es la idea, destruir Barcelona. 

Mejorar el urbanismo es un problema: al mejorar la calidad de vida, atrae a gente con más dinero y suben los precios. Y por tanto los vecinos tienen que abandonar el barrio. Eso es un efecto indeseado.

¿Cómo que indeseado? La idea es que los putos barceloneses de los cojones se tengan que ir al Vallès, pues no merecen otra cosa. Y que aquí vengan extranjeros con mayor capacidad de liderazgo. El plan siempre ha sido ese. 

Últimamente se habla mucho de la sobrepoblación de expats en Barcelona. ¿Está usted intentando sustituir a los ciudadanos de Barcelona por extranjeros? 

Me ha pillado: sí. Pero hablamos de ‘expats’, ¿eh? No de inmigrantes. La distinción es esencial pero sencilla: si es morenito es un inmigrante. Y si es una persona con un portáil y que trata a los barceloneses como los barceloneses tratan a los inmigrantes, es un ‘expat’.

El agua de Barcelona sabe muy mal. ¿Es adrede?

Me ha pillado: sí. El agua de Barcelona sabe a mierda porque me la paso yo personalmente por el chocho. Lo siento, ya digo que todo lo que dicen los medios de derechas sobre mí es cierto, ¿y qué pasa¿

Su mandato ha facilitado la okupación, ¿es verdad?

Me ha pillado: sí. De hecho, tengo a seis okupas en el ayuntamiento pero no sé cómo echarlos de allí. ¡Arman mucho jaleo! Llamaría a los de Desokupa, pero sería incómodo porque me tienen mucha manía.

Uno de los supuestos éxitos del ayuntamiento es el centro LGTB de Sant Antoni. ¿Está pensado para convertir a niños normales en gays?

Me ha pillado: sí. Y para mí no es un éxito, es un fracaso: no hemos convertido apenas a niños en gays. La idea era, según algunos cálculos, convertir cada año a 200.000 niños barceloneses en gays. Y, que yo sepa, ni un solo niño heterosexual se ha convertido. 

Si usted logra ser alcaldesa de nuevo, cuando acabe el próximo mandato, ¿se ve más cerca del Congreso y la política estatal, de un organismo internacional, de volver al activismo?

Tras otro mandato como alcaldesa me veo fuera de la política institucional, porque odio toda estructura vertical de poder.

Pero imaginemos que le ofrecen un ministerio.

Me ha pillado: lo cogería inmediatemente. De forma provisional, eso sí.