PP y Ciudadanos, a un paso de sumar más de la mitad del Congreso

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El último sondeo del CIS proyecta entre 140 y 150 escaños para los populares, que podrían reunir 176 con Rivera

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Imagen de los equipos negociadores del pacto de investidura entre el PP y Cs

Dani Duch

Silenciosamente, el PP va consolidando al alza su voto del 26 de junio. Es verdad que esta será la segunda legislatura real de Mariano Rajoy y que las cosas suelen torcerse en el segundo acto. Ya le ocurrió a Aznar tras la mayoría triunfal del 2000 (aunque la factura electoral la pagó en el 2004 Rajoy), pero en aquel desenlace intervino el temerario activismo en el que se había embarcado el presidente saliente (desde el naufragio del Prestige y la guerra de Iraq hasta la perversa gestión informativa del 11-M). Rajoy, en cambio, practica una quietud cautelosa, y en su caso lo peor (de la recesión) ya ha pasado.

Por lo tanto, con las magnitudes macroeconómicas estabilizadas y el desempleo a la baja (aunque al precio de una gran precariedad), el Gobierno puede explotar políticamente el alivio que supone para los ciudadanos cualquier comparación con una etapa abisal en la que el paro se encaramó al 27%. A ello hay que añadir la cohesión del PP frente a las turbulencias permanentes de las fuerzas de izquierda, enzarzadas en una competencia destructiva. Y, en paralelo, el principal rival de los populares en el terreno del centroderecha, Ciudadanos, bastante tiene con mantener su capital frente al acoso del voto útil y un sistema electoral que acaba fagocitando a las formaciones intermedias.

En este contexto, las entrañas del último barómetro del CIS reflejan una fortaleza del PP que no se corresponde con la contenida estimación de voto que le otorga el instituto público. Además de la mejoría de las percepciones sobre la situación política y económica, los populares exhiben cifras inequívocamente robustas: una intención directa de voto que no registraban desde abril del 2012, recién llegados al Gobierno; un visible descenso de las opiniones negativas sobre el Ejecutivo y su presidente, y, sobre todo, una valoración de su líder que queda enmascarada por el rechazo que suscita entre los votantes de los otros partidos. Pero entre los suyos (y eso es lo que cuenta en la movilización electoral), Rajoy obtiene una gran nota: un 6,74; es decir, más que Iglesias entre sus seguidores (6,3), o Rivera entre los votantes de Cs (6,21). En cambio, la nota del socialista Fernández evidencia la desmovilización del elector socialista: un 5,1.

Con esos mimbres y una oposición de izquierda dividida y debilitada, las diversas proyecciones que se derivan del último barómetro del CIS dibujan un horizonte optimista para el PP, coherente con los restantes indicadores. Así, la traducción en escaños de la estimación oficial dejaría al PP por encima de los 140 escaños y al borde de la mayoría absoluta junto a Ciudadanos (ya que sumarían entre 173 y 175 diputados). Si, en cambio, la estimación se construye a partir de la matriz de transferencias de voto, el apoyo al PP supera las magnitudes del 26-J y su traducción en escaños sobrepasa los 145 diputados (y reuniría con Rivera la mitad más uno de los asientos del Congreso).

Sólo en caso de que el PSOE recupere a todos sus indecisos (que ahora suponen más de una quinta parte de sus votantes del 26 de junio) y de que Podemos salga electoralmente reforzado de la pugna interna, el PP y Cs se alejarían de la mayoría absoluta. Pero incluso en el peor de los supuestos para Rajoy, los populares y Ciudadanos seguirían sumando más escaños que la izquierda. Para mantenerse en el poder, el PP únicamente necesita mantener bajo control los factores que más cohesionan a su electorado: el empleo y Catalunya.

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