Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

Carta a Irene Montero desde la Facultad de Derecho

Pasillos largos, futuro estrecho.
Pasillos largos, futuro estrecho.
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Pasillos largos, futuro estrecho.

Irene, he venido a la Facultad de Derecho a escribirte. Estoy en el bar, un bar descomunal que se extiende por el sótano. Hace unos años, se reunían aquí algunos que luego se han dedicado a la política como tú. Había unos que -yo los vi- robaban la bandeja de los Donuts y se los comían entre risas debajo de una escalera. Otros -también los vi- recogían dinero en las fiestas para JB y después compraban un whisky -palabras textuales- “del que corre por las alcantarillas”. Había algo de margen. No lo he olvidado.

No lo pasé bien aquí, Irene. Me sentí a bordo del Titanic. Me atasqué, suspendí, no vine a clase, fallé, dejé mis obligaciones, me dediqué al vagabundaje, pero no me rendí y, con algo más de tiempo, conseguí sacar la carrera. No sé mucho de derecho, pero aprendí a pensar, entendí las normas de este Monopoly en el que vivimos y me di cuenta de que, a fin de cuentas, con esta carrera tenía una gran ventaja en muchos ámbitos de la vida. Odiaba memorizar y muchos profesores lo exigían. No les interesaba que el alumno pensara, ellos dictaban y tú copiabas y memorizabas como una cotorra. También, algunos, hacían unos horribles exámenes de test en los que proyectaban su incompetencia y sus pocas ganas de trabajar.

Hubo, sin embargo, un artículo de una ley que me aprendí de memoria no sé muy bien por qué. Quizá para justificarme o para poder recitarlo en algún bar o en una fiesta. Era el 9.3 de la Constitución Española. Decía esto: “La Constitución garantiza el principio de legalidad, la jerarquía normativa, la publicidad de las normas, la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales, la seguridad jurídica, la responsabilidad y la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos”. Lo leo en un folleto color café con leche que se repartió en España cuando nosotros aún no habíamos nacido, Irene. La cuarta garantía es importante. No se puede aplicar una ley de forma retroactiva si es peor para el reo o dicho de otro modo, si hay una ley mejor para el reo, se le va a aplicar.

El Derecho Penal lo explicaban bien. Era como una mezcla de filosofía y alguna ciencia exacta. Tenía un razonamiento ordenado y científico en el sentido estricto de la palabra.  

Irene Montero durante el acto '¿Consentiste o no? Solo sí es sí', en el Círculo de Bellas Artes.

El artículo 2.2 del Código Penal -lo voy a copiar porque muchos de los que miren esta carta no lo habrán leído- decía esto: “No obstante, tendrán efecto retroactivo aquellas leyes penales que favorezcan al reo, aunque al entrar en vigor hubiera recaído sentencia firme y el sujeto estuviese cumpliendo condena. En caso de duda sobre la determinación de la ley más favorable, será oído el reo. Los hechos cometidos bajo la vigencia de una Ley temporal serán juzgados, sin embargo, conforme a ella, salvo que se disponga expresamente lo contrario”.

Rectificar es de sabios. Rectificar tarde y por obligación es de obstinados.

Entiendo que no era tu intención, pero no es suficiente. Hacer política diciendo que no es no y que sí es sí sirve para las arengas, para el público comprado y a favor de obra, pero hay que respetar la técnica. En derecho existen cuestiones técnicas -algunas básicas- que no pueden torcerse con argumentos emocionales o de concurso de debate. No sé por qué no hiciste caso a los que te asesoraban. No sé qué pinta -o por qué no pinta o pinta tan mal- aquí el Ministerio de Justicia. No sé por qué te metes con los jueces -donde las mujeres son ya mayoría-, pero los resultados son claros.

Rectificar es de sabios. Rectificar tarde y por obligación es de obstinados. Te aferras al consentimiento como si fuera el mayor descubrimiento del mundo, pero no lo estás explicando bien. ¿Qué hay detrás de esto? ¿Hay algo que no sabes o no quieres comunicar o, simplemente, es un estribillo? ¿De quién es la culpa? ¿Por qué hay que dar el mismo nombre a lo de la manada y a lo de los Premios Feroz? Irene, en este bar de la Facultad de Derecho hay baldosas que parecen el Ministerio de Magia de Harry Potter y los pasillos son demasiado largos, parecen los de un matadero. No me siento bien aquí. He hecho el esfuerzo de venir a escribirte porque me gustaría entenderte y porque tú y yo -qué cosas pasan- nos metimos en el sitio equivocado. A ver si nos vemos.

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