¿Por qué hay madres que matan a sus hijos?

El asesinato de dos niñas en Cuenca

Los expertos señalan que los fines de las mujeres son más altruistas que los de los hombres

El padre de las niñas fallecidas (chaqueta azul marino) se abraza a otro hombre en la entrada del cuartel de la Guardia Civil

El padre de las niñas fallecidas (chaqueta azul marino) se abraza a otro hombre en la entrada del cuartel de la Guardia Civil

Lola Pineda / Europa Press

Ha vuelto a pasar y no hay excusa que valga para justificar el trágico final de Iris y Lara, de 9 y 11 años, asesinadas presuntamente de dos disparos a cada una por su madre, Paola, agente de la Guardia Civil. Otra vez, la factura la vuelven a pagar las víctimas más indefensas. Ocurrió ayer en el cuartel de la Guardia Civil de Quintanar del Rey (Cuenca). Paola, destinada a ese puesto hace cuatro años, vivía ahí con sus hijas.

Y otra vez se plantea la misma pregunta que planea cada vez que ocurre uno de estos sucesos. ¿Qué pasa por la cabeza de un progenitor –sea padre o madre– para asesinar a sus propios hijos? En este caso la respuesta a esa pregunta la tiene solo Paola. Y no puede contestar, pues la mujer se quitó la vida con la misma arma –se sospecha la reglamentaria– tras disparar a sus dos hijas.

¿Por qué hay madres que matan a sus hijos? Video

Una agente de la guardia civil mata a sus dos hijas en Quintanar del Rey y se suicida

Un suicidio ampliado que aún no queda claro si tiene un fin altruista o puede ser por violencia vicaria

“Estamos ante un suicidio ampliado”, afirma Lourdes Fernández, psicóloga sanitaria y de crisis y emergencias. “Antes de matarme me llevo por delante la vida de otras personas”. Y en estos momentos “es imposible diagnosticar si ese doble crimen se ha cometido por un fin altruista o estamos ante un caso de violencia vicaria”, añade Fernández.

En el primer supuesto, el altruista, “el sentimiento de posesión de los hijos es muy intenso –mucho más en las madres que en los padres– y al acabar con su vida se cree que se les está protegiendo, cuando en realidad les infliges el más cruel de los daños”, indica esta psicóloga. En la violencia vicaria, término que Fernández menta con independencia del sexo de la persona que la practica, “el objetivo, cuando se mata a un hijo, no es otro que causar el máximo daño al otro progenitor”.

Tras conocerse la noticia, a las siete y media de la mañana de ayer, empezaron a correr versiones sobre el estado psicológico de la mujer, su vida personal, su relación con su expareja y padre de las niñas… Se quiere buscar explicación a lo inexplicable.

Y como ya suele ser habitual en estos casos, las redes empezaron a dictar sentencia. Los más beligerantes, como siempre, son esos mensajes que se ensañan con la autora de las muertes por el mero hecho de ser mujer. Como si ellas tuvieran un trato diferente de cara a la opinión pública al de un hombre que comete la misma atrocidad. Internautas, con discursos que rezuman machismo, que casi podría decirse se alegran de que el gatillo de esa pistola lo accionara una agente y no un hombre.

Y que no dudan en señalar las informaciones publicadas sobre el proceso de separación iniciado meses atrás por Paola con el padre de las niñas, como una estrategia para “blanquear” un doble crimen cometido por una mujer, al estimar que informar de la existencia de esos trámites es un intento de cargar de culpa también al hombre. Nada más lejos de la verdad, y además la realidad es que Paola, de 42 años y Santiago, de 47, estaban inmersos en un proceso de separación.

Familiares del padre aseguran que la relación entre la pareja “era buena” y que el hombre se desvivía por sus hijas. Otras fuentes apuntan que Paola, siempre también muy cariñosa con las dos niñas, tendría pensado irse a vivir con las pequeñas a Algeciras, su ciudad natal. No se sabe si esas intenciones habrían podido afectar a esa relación entre la pareja o hay otras circunstancias, que ahora se escapan y que ayudaría a explicar, si es que se puede, esta tragedia.

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