Liszt y el piano

Franz Liszt nació el 22 de Octubre de 1811 en Raiding (Hungría ) en un ambiente idóneo para la música ya que su padre era el administrador de la familia Esteráis, que era la que servía a  Haydn y a los once años, ya la estudiaba en Viena, en donde conoció a Schubert y a Beethoven. Luego durante su adolescencia vivió en París, que era una ciudad en donde florecía el romanticismo y una meca para los virtuosos de cualquier instrumento. 

Era un músico atractivo, cautivador e irresistible para las mujeres y también un empresario aficionado a la historia musical pero nunca se conformó con lo que le daba la vida. Él lo que siempre quiso fue ser reconocido más como un «virtuoso del piano» que como un compositor.

La palabra piano es una abreviatura de la palabra italiana pianoforte y tuvo origen en Florencia en el año 1709 por obra de Bartolomeo Cristofori que le dio el nombre de «gravicembalo col piano e forte» con la intención de superar los limites de su instrumento antecesor: el clavicémbalo.

El clavicémbalo era un instrumento de cuerdas punteadas dotado de uno o dos teclados, y cuyas teclas accionaban unos martillos sobre los que estaban incrustados unos plectros que pellizcaban las cuerdas. Se trataba de un instrumento que daba un timbre leve y  coquetón, y que respondia muy bien a las exigencias musicales de la época; probablemente por aquel motivo el nuevo instrumento de Cristofori no tuvo al principio mucho éxito y hubo que esperar casi sesenta años para que los musicos empezaran a tocarlo y a componer música para él.

Las novedades sustanciales que el piano posee respecto al clavicembalo son múltiples. La principal de ellas es que sus teclas accionan martillos que percuten las cuerdas alojadas en la caja armónica. Esos martillos están revestidos de fieltro, y el mecanismo que los pone en accion les permite abandonar la cuerda inmediatamente despues de haberla percutido-incluso si el dedo no ha dejado de tocar la tecla correspondiente- de ese modo queda libre la cuerda y el sonido puede llegar a difuminarse completamente. Gracias a este mecanismo aquel nuevo instrumento podía producir indiferentemente sonidos suaves o fuertes según la presion que el dedo del ejecutante ejercíese sobre la tecla.

Pero el piano tal y como lo conocemos hoy en día, tuvo su desarrollo hacia 1770 por obra de los Stein, que eran unos constructores vieneses.A este proposito es muy curioso relatar el testimonio de Mozart cuando escribe a su padre en 1777, con motivo de haber probado uno de estos instrumentos. Le dice: «Esta vez debo empezar por hablarte en seguida de los pianos Stein. Antes de verlos, mis preferidos eran los de Spath. Pero ahora debo dar preferencia a los de Stein, porque amortiguan la resonancia mucho mejor que los de Ratisbona. Cuando golpeo con fuerza, puedo dejar el dedo sobre la tecla, pero cuando lo levanto, el sonido se extingue casi inmediatamente. Puedo hacer lo que quiera con el teclado: el sonido es siempre uniforme; no zumba desagradablemente; no tiene el defecto de ser demasiado forte ni demasiado piano. En resumen, es siempre perfectamente equilibrado…».

Pero tocar el piano no es nada fácil. Primero tenemos que leer notas en dos claves: la de sol y la de fa. El mismo signo, ubicado en el mismo lugar, es por ejemplo, Sol si está en clave de fa (grave) o Mi si está en clave de sol; también debemos de saber si estamos leyendo una nota grave o una aguda y varios signos de formas diferentes pueden denotar diferentes longitudes de tiempo que deben también ser interpretadas correctamente en el momento de tocarlo; otros signos también denotan periodos de silencio entre las notas, que deberán ser de duración exacta y por último también debemos de ser capaces de ubicar el dedo correcto sobre la tecla que representa una nota en particular y con su estilo correcto de digitación (si es ligado, staccato, etc.).

Tampoco debemos olvidarnos de que a veces hay que leer no sólo una nota a la vez, sino acordes de tres, cuatro e incluso de diez notas al mismo tiempo. y que debemos de utilizar nuestros dedos con movimientos que son completamente diferentes para  cada mano. Si a eso le unimos que debemos estar siempre preparados para «cambiar de clave» en cualquier momento y que debemos de observar todas las marcas de expresión, matices, fraseo y tiempo y  utilizar los pedales apropiadamente queda ya todo dicho.

La primera mitad del siglo XIX se caracteriza por el predominio de un movimiento estilístico denominado Romanticismo, que no sólo afectó a las artes, sino también a la filosofía y a la historia política y social. Una de sus principales características fue la de la reivindicación del individuo como una potente fuerza creadora y la expresión del artista romántico, se llegó a elevar a la de un individuo dotado de un don «casi sobrenatural». Bajo esta concepción, se produjo un cambio en el papel del intérprete de un instrumento, que ahora adquiría los tintes de un «transmisor de emociones«. En este contexto, el piano se convirtió en el instrumento preferente para hacer música y la educación musical estaba unida a la habilidad de tocar el piano, pasando a ser una parte importante del aprendizaje de los jóvenes.

Así surgió en tiempos de Liszt la figura del virtuoso, que era un instrumentista que mostraba un dominio extremo del instrumento que tocaba , interpretando obras de extraordinaria dificultad . El concierto acabó por transformarse en un espectáculo en que el público admiraba al intérprete de forma  similar a lo que hoy hacemos con las grandes estrellas de pop. 

El piano siempre fue el instrumento preferido de grandes músicos como Chopin, Scriabin o Debussy pero Franz Liszt lo convirtió en algo mágico. En la figura anterior lo vemos junto a un piano de clara factura moderna y su amplia producción compositiva para este instrumento, le hizo alcanzar un enorme prestigio como pianista virtuoso, hasta el punto de que su figura se asocia de manera indisoluble con el piano. 

Fue con este instrumento con quien Liszt llegó a la cumbre y aunque fue un niño prodigio que hizo giras por Europa haciendo gala de un increíble talento pianístico, su punto de inflexión se produjo cuando a los 19 años oyó tocar al virtuoso violinista Paganini.

Niccolò Paganini es el ejemplo perfecto del «alter ego» de Liszt (en este caso con el violin). La ferocidad con la que lo tocaba ese instrumento con sus dedos alargados de flexibilidad extraordinaria, lo llevó a una reputación casi mítica hasta el punto de que se decía que tenía un pacto con el diablo para alcanzar las alturas de sus interpretaciones virtuosas. Desde que lo vio tocar, el joven Franz decidió convertirse en «el Paganini del piano» y se apartó de los escenario y de los conciertos, practicando entre ocho y doce horas por día, durante varios años, con el piano 

Su objetivo era hacer con el mismo lo que había visto que  Paganini hacia con el violín y tras la práctica intensa con este instrumento, llegó a ser, probablemente, el mejor pianista de todos los tiempos. Durante veinte años escribió  obras de inaudita dificultad e hizo hazañas sobrehumanas con este instrumento impresionando a todos los músicos de su época.

Liszt compuso sus «Estudios trascendentales» e hizo versiones para piano de algunas de las piezas para violín de Paganini. Esta es una de sus más famosas frases: “Mi piano es mi alma ya que mis diez dedos tienen el poder de reproducir las armonías que son creadas por cientos de compositores» y en una ocasión en una presentación orquestal de un movimiento de la Sinfonía Fantástica de Berlioz, tocó su propio arreglo para piano del mismo y generó un efecto más poderoso que toda la orquesta entera. 

Con Liszt, y en sus obras de contenido musical elevado, se representan la sublimation, los sentimientos, las pasiones y las emociones y sus obras de piano alcanzan cimas de enorme altura. Así  sucede con sus «12 Estudios de ejecucion trascendental» y el siguiente número 1 que nos muestra la extremada dificultad de ejecución del mismo.

O con su Piano Sonata in B minor, S. 178 que compuso entre 1852 y 1853 mientras viajaba a través de Europa y que dedicó a Robert Schumann después de que él le dedicase su Fantasie de 1836 en do, Opus 17. Esta sonata es interpretada como un movimiento continuo con varias secciones distintas: una de apertura, otra lenta y meditativa, un fugato que enlaza con algunos de los motivos del principio, una recapitulación de la primera sección y una coda final más tranquila.

Y, sobre todo destacan sus dos colecciones tituladas «Años de peregrinaje» llamadas primeramente «Album de un viajero«, que representan la primera colección importante de su madurez temprana al piano y que constituyen una especie de testimonio vivo de sus impresiones ante los estimulos artisticos que siempre conlleva el conocimiento de nuevas tierras y de nuevas gentes. 

La aportación a la historia del piano de Franz Liszt puede resumirse en dos aspectos fundamentales: la ampliación de los recursos técnicos de la escritura y la interpretación pianísticas, y el impulso a una música que nace inspirada por un motivo extramusical, sea éste literario o pictórico. 

Aquel músico revolucionario murió el 31 de Julio de 1886 en Bayreuth (Alemania) rodeado de sus estudiantes, (la mayoría serían después pianistas famosos y exitosos) dejándonos un legado asombroso para el piano. Schumann dijo de él que: “atrapaba a cada miembro de la audiencia con su arte y hacía con ellos lo que deseaba» y Brahms también sentenció su talento con esta frase: “Quien no ha oído a Liszt no puede hablar de la ejecución del piano» 

Fuentes:

Franz Listz

Pianored

Biografía

Guía piano