El Renacimiento Italiano a través de las mujeres artistas.

Renacimiento es el nombre de un amplio movimiento cultural que se produjo en Europa Occidental durante los siglos XV y XVI y sus principales figuras se hallan en el campo de las artes y las ciencias. El lugar de nacimiento de esta nueva época fue la ciudad italiana de Florencia y después se extendió por el resto de Europa.

El concepto de Renacimiento se aplica a la época artística que da comienzo a la Edad Moderna de la historia. Giorgio Vasari fue el primero en hablar de un renacimiento o rinascita del arte en su obra, Las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos, considerado el primer tratado moderno de historia del arte, frente a la época anterior a la que no califica de forma muy amable.

Sin embargo, el concepto actual de Renacimiento es establecido en el siglo XIX por el historiador francés Jules Michelet, en su obra Renaissance et Réforme, mientras que la visión actual del mundo renacentista se establece por Jacob Burckhardt en su ensayo La cultura del Renacimiento en Italia.

En este artículo nos acercamos al arte del periodo Renacentista.

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Vasari formuló el término basándose en el renacer de la cultura clásica frente al oscurantismo de la tradición artística de la Edad Media, tildado como un estilo de bárbaros y godos.

Desde una perspectiva de la evolución artística general de Europa, el Renacimiento significa una ruptura con la unidad estilística que hasta ese momento había sido supranacional.

El Renacimiento evolucionó del arte medieval, el cual no había dejado de valorar e imitar el arte clásico. Pero quería alejarse de él y lo menospreciaba por su supeditación a los valores religiosos, por encima de lo demás. El hombre recupera su protagonismo como primer objeto artístico, siguiendo la tradición grecorromana.

El hombre es la obra más perfecta de Dios y el Renacimiento hace al ser humano medida de todas las cosas.

El artista renacentista, heredero de la cultura clásica, la reinterpreta a través del humanismo, reafirmando el valor del ser humano y aunque no renuncia a la religión, da más importancia a esta nueva visión humanística.

La cultura renacentista supuso el retorno al racionalismo, al estudio de la naturaleza, la investigación empírica, con especial influencia de la filosofía clásica grecorromana. La figura del artista se engrandece gracias al surgimiento del mecenazgo, lo que le permite salir del anonimato de la época anterior.

Durante el Renacimiento las artes liberales dejan de ser controladas por los gremios y comienzan a desarrollarse bajo la protección, no solo de la aristocracia y los príncipes, también lo hace por la nueva burguesía emergente, para los cuales el mecenazgo es una señal de poder, de prestigio e, incluso, un «arma», ya que se descubre el valor propagandístico del arte.

El nuevo arte exige una gran formación técnica e incluso científica de los artistas, que se llevará a cabo en los talleres de los maestros, que acogerán aprendices y estudiantes de arte.

El Renacimiento es una época de grandes avances técnicos en el arte: se inventa la perspectiva aérea a través de la técnica del sfumato, se valora la proporción de las partes, se pinta la figura humana, ya sea Virgen o cortesana, Príncipe o campesino. Reaparece el retrato, el desnudo y el paisaje. Se redescubre la arquitectura.

El arte renacentista va unido a una concepción ideal y realista de la ciencia. La matemática se va a convertir en la principal ayuda de un arte que se preocupa incesantemente en fundamentar racionalmente su ideal de belleza. 

Mas allá de los grandes artistas masculinos del Renacimiento, existe un universo de mujeres artistas que también destacaron.

Properzia de Rossi fue la única mujer escultora del Renacimiento. Conocida en su tiempo por sus delicados relieves tallados en huesos de frutas sobre temas religiosos, hacia los treinta, comenzó a trabajar a gran escala.

Sus retratos en busto de mármol de este periodo le proporcionaron reconocimiento y numerosos encargos para decorar las principales iglesias.

Murió antes de cumplir cuarenta años, en la miseria y sin parientes ni amigos.

Levina Teerlinc nació en Brujas, la ciudad conocida como la Venecia del Norte.

Fue una retratista de miniatura en la corte de Enrique VIII y de los tres siguientes reyes. Su obra tenía una alta consideración. Anualmente presentaba un retrato de la reina Isabel I y Ana Bolena.  No firmaba sus obras y tras su muerte cayó en el olvido más absoluto.

Catarina Van Hemessen se autorretrató con un pincel y un tiento en la mano derecha, con la paleta de colores en la mano izquierda, sentada ante el caballete y mirando al espectador. Esta artista es considerada como una de las primeras artistas en el sentido moderno del término. Aprendió pintura en el taller de su padre. Aunque su fama fue reconocida, en su momento, la obra documentada de la artista es escasa.

Sofonisba Anguissola fue la figura femenina fundamental en el género del retrato cortesano del Renacimiento. Muchas de sus obras fueron adjudicadas a Sánchez Coello o a Pantoja de la Cruz.

Pero es considerada el primer gran nombre femenino de la Historia del arte.

Anguissola ha mostrado su mayor aplicación y mejor gracia que cualquier mujer de nuestro tiempo en sus empeños por dibujar; por eso ha triunfado no solo dibujando….sino por ella misma que ha creado excelentes y muy bellas pinturas.

Giorgio Vasari

Tras las formas de Sofonisba, llega Irene Di Spilimbergo, la joven pintora que fue retratada con elegancia por un seguidor de Tiziano.

Las únicas tres grandes obras de la pintora sobre el Antiguo Testamento no se encuentran identificadas en la actualidad.

Diana Scultori es considerada una de las primeras autoras de grabados de la Historia del arte, técnica que aprendió de su padre, pero que no pudo seguir ejerciendo por su condición femenina.

Lavinia Fontana fue la primera pintora profesional, al ejercer la pintura como oficio y logró mantener a toda su familia gracias a ella.

Llegó a estar al mando de un taller que contrataba encargos y cambió el campo temático de la producción de arte femenino que ya, no solo, tratará de temas como el bodegón o el retrato. También producirá obras de gran formato, cuadros de altar e incluso de desnudos mitológicos.

Para las mujeres del Renacimiento la perspectiva de vida era muy limitada. El padre era el que pactaba el matrimonio de la hija y, en cierta manera, su futuro. Un futuro en el que dedicarse a algo que no fuera la procreación y el hogar, era casi impensable. Algunas de estas mujeres lo consiguieron y por ello la nueva tendencia revisionista del arte las esta sacando a la luz.

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Fuente. Clases de historia del arte Madrid presenciales y online: Renacimiento Italiano.    Clases de historia del arte Madrid