¿Por qué «Venus» y no «Vena»?

¿Por qué el nombre de la Diosa del Amor y de la Belleza femenina termina en la desinencia masculina -us, y no en -a? Confieso que es una cuestión que me trajo un poco de cabeza cuando era pequeña hasta que, por fin, conseguí encontrar una respuesta más o menos tranquilizadora.

Además de la belleza, Venus representa el amor físico, la sensualidad, el instinto y el apetito carnal. Todas las criaturas vivas sienten un gran arrebato de pasión crecer en su pecho y apoderarse de su voluntad cuando la Diosa así lo ordena o, simplemente, lo desea. Y ese poder lo ejerce también sobre los otros dioses, con la excepción de tres: Vesta (Hestia), Diana (Artemisa) y Minerva (Atenea), porque son diosas vírgenes e inmunes a los impulsos irreflexivos del amor.

Cuando hubo que adaptar el panteón griego al romano, Venus se alzó con el título que tenía Afrodita, de la que heredó no solo todas sus características sino también la posesión del planeta, la «estrella errante de Afrodita»: ἀστῆρ πλανῆτης Ἀφροδῖτης (en latín, planeta Veneris o stella Veneris). Y es que los nombres de los planetas estaban en genitivo en griego, porque no eran la identificación de los dioses sino sus estrellas, poseídas por ellos, así: la estrella de Hermes, la estrella de Ares, etc. (y, además, tenían otros nombres, pero esto ya requiere de otra rosetta).

Volviendo a la etimología del nombre de la Diosa: Venus (uenus, ueneris) viene de un antiguo sustantivo neutro de la tercera declinación, de tema en -os/-es: *uenos (igual que opus, operis, por ejemplo, u onus, oneris), que perdió su género original cuando el concepto que designaba (el deseo, la seducción, la sensualidad) pasó a estar personificado en esta diosa de género femenino que se instaló en el panteón romano como equivalente de la griega Afrodita. Algo parecido ocurrió con el nombre de su hijo, Cupido, término que era femenino en origen, como nombre común, y se masculinizó para identificar al vástago de Venus en correspondencia con el griego Eros (pero Ἔρως con vocal larga, distinto de la fuerza primigenia que mantiene unido el cosmos, Ἔρoς, entidad abstracta que existía en el origen de todo junto a Caos, Gea y el Tártaro).

Y esto no es «lingüística ficción», el paso de un sustantivo neutro a femenino es, de hecho, algo posible, debido a que había un cierto número de nombres abstractos cuyo género oscilaba (por ejemplo la forma neutra decus convivía con la masculina decor), y eso permitió y favoreció que el término pudiera cambiar de género y ser utilizado para designar a una deidad femenina.

En sánscrito, uenus tiene un término equivalente que es uanaḥ, “deseo, amor”, y probablemente viene de la raíz indoeuropea *wen, que podemos reconocer, por ejemplo, en el inglés want.

El nombre griego de la Diosa, sin embargo, sigue siendo de etimología oscura y no podemos saber a ciencia cierta de dónde procede. Afrodita (Ἀφροδῖτη) nació, según Hesíodo, de la espuma que rodeaba los genitales de Urano cuando cayeron al mar después de que su hijo Crono (Saturno) lo emasculara. La excelsa diosa nació, adulta y bellísima, en las costas de Citera (Κύθηρα), isla situada al sur del Peloponeso que albergó, en tiempos históricos, un importante santuario de Afrodita, y llegó mecida por las olas del mar hasta Chipre (Κύπρος), donde estableció su residencia principal.

Es inevitable pensar, en este momento, en Botticelli:

Sandro Botticelli, El nacimiento de Venus (La nascita di Venere)
1482-1485, Galería Uffizi, Florencia, Italia
Google Art Project, Public Domain

Pero todo este mito corresponde, en realidad, a ese afán de etimología popular que tenían ya los griegos y seguimos teniendo todos nosotros, ese afán por encontrar un origen o explicación a palabras antiquísimas que ya han perdido el significado en la lengua que hablamos ahora.

Hesíodo relaciona la primera parte del nombre de la diosa con la palabra griega para «espuma», ἀφρός (afrós), pero dejando sin explicar la segunda parte del nombre. También le sirve todo este mito de nacimiento de la espuma del mar y la relación con las islas para explicar los otros dos nombres usuales de Afrodita, Citerea (Κυθέρεια) y Cypris (Κύπρις).

Pero Hesíodo pasa por alto el contraste entre esa η de Κύθηρα (el nombre de la isla Citera), y su transformación en ε en el epíteto de la diosa Venus Κυθέρεια (Citerea), transformación para la que no hay una explicación satisfactoria y… creedme, las vocales no mienten.

Así pues, debemos admitir que, en lo que a significados se refiere, los romanos tenían esta sección de su panteón mucho mejor organizada ya que, siguiendo cierta lógica, de la Seducción y la Sensualidad (Venus) nace el Amor (Cupido).

Publicado por Neferchitty

La historia empieza en Sumer.

10 comentarios sobre “¿Por qué «Venus» y no «Vena»?

  1. Lo mio no son los idiomas, pero Plutón que es el dios del infierno es el nombre que pusieron a un planeta (bueno, ya no) congelado. Y Venus que es la diosa del amor se lo pusieron a un planeta cuya superficie está a 400 grados…

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  2. Moraleja: hay que desconfiar de las explicaciones sencillas. Cuando nuestro pasado se deja narrar de una manera demasiado obvia y lineal hay que empezar a sospechar que en medio hay un abuelito demasiado imaginativo asombrando con sus relatos a un nietecito demasiado crédulo.

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  3. Saludos desde Chile.
    Que bueno que María Ribes tiene un blog. Sus intervenciones en Coffe Break son geniales… Se estaba esperando.
    Este tema también está muy bien tratado en el vídeo de la charla en Canarias. Lo recomiendo.
    Saludos.
    Carlos

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