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Sin putas ni mendigos: en Alicante, comienzan los Juegos del Hambre
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Alberto Olmos

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Sin putas ni mendigos: en Alicante, comienzan los Juegos del Hambre

Con una simple Ordenanza de Convivencia Cívica, se han solucionado problemas de milenios

Foto: Vista del Castillo de Santa Bárbara, en Alicante, desde la playa de la Almadraba. (EFE/Manuel Lorenzo)
Vista del Castillo de Santa Bárbara, en Alicante, desde la playa de la Almadraba. (EFE/Manuel Lorenzo)

Como Occidente no se decidía, Alicante ha dado el primer paso. Durante milenios, las mujeres sin recursos se habían precipitado en el oficio más sórdido del mundo, vender su cuerpo al primer tipo con dinero que pasase; además, muchas otras personas horras de sustento hacían algo no menos indigno: extender la mano y esperar a que ese mismo tipo que pasase, u otros, dejara caer sobre su palma unas pocas monedas. Ambas penurias tenían a mucho politólogo, a mucho sociólogo y a mucho tuitero entretenidos, pues había que ver si la prostitución no era un trabajo como otro cualquiera y si los mendigos no los generaba la propia desidia o surgían al dictado de alguna mafia. Así iba la cosa hasta que el consistorio de Alicante encontró un método inimaginable de acabar tanto con la pobreza extrema como con la prostitución. Simplemente, las han prohibido.

Gente lista, esta de Alicante. La bonita Ordenanza de Convivencia Cívica que han acuñado no podía salirles mal. Nombrar es triunfar, y este dispositivo semántico contra la penalidad que han ideado debía revivir un éxito similar al que ya tienen documentos igualmente poéticos como 'Manual del buen gobierno' o 'Agenda 2030, objetivos de desarrollo sostenible' que, como todo el mundo sabe, sirven, van bien y nadie tiene queja alguna de ellos. La convivencia cívica está por completo asegurada en Alicante porque hay una ordenanza municipal donde lo pone.

Esta ordenanza no es culpa de la izquierda ciega de MDMA, sino del PP con Ciudadanos y Vox

A pesar de la poesía, esta ordenanza no es culpa de la izquierda ciega de MDMA ni de sus satélites psicodélicos, sino del PP con Ciudadanos y Vox. Los conservadores también están en su derecho de acabar con los males del mundo a golpe de eslogan, eso es verdad. El MDMA es de todos.

Así por encima, el texto dice que en Alicante está prohibido prostituirse y pedir, y que lo primero se multará con 1.500 euros y lo segundo con 3.000. Hay mucho que deshilvanar aquí. Por ejemplo, debemos entender que para el PP alicantino ser mendigo es mucho peor que ser puta, el doble de peor. Seguramente, tiene que haber un motivo muy concreto por el cual para alguien del PP ser mendigo es mucho peor que ser prostituta, pero no soy capaz (por motivos legales) de escribírselo aquí.

Foto: Foto: iStock

Sin embargo, sí me atrevo a sugerir que si uno se encuentra en la calle de Alicante pidiendo, y ve venir a la policía, inmediatamente se ponga a ofrecer sus servicios sexuales a gritos, para así disimular y que le multen menos. Otro asunto es cómo espera el ayuntamiento de la ciudad que una persona que mendigando todo el día se saca cinco euros pueda hacer frente a una multa de 3.000. Si pudiera hacer frente a una multa de 3.000 euros, no sería mendigo, sería prostituta.

Pero lo que dice el texto por debajo es más alarmante. Dice que prostitutas y mendigos están en la misma ordenanza, que son la misma cosa, el mismo estorbo o parte del mismo estropicio del paisaje. O sea, al ayuntamiento le dan igual las prostitutas y los mendigos, lo que quiere es que no se vean.

Bochorno

Pasa, sin embargo, que la medida no afecta de la misma manera a la prostitución que a la mendicidad, por mucho que figuren ambas al alimón en este bochornoso documento. La prostitución se puede seguir ejerciendo en privado, a puerta cerrada, mientras que la mendicidad dejará de verse, y sus practicantes, bueno, a lo mejor con suerte se suicidan. Lo tienen todo pensado en Alicante para el sábado por la noche.

Foto: Una mujer sin techo en el centro de Helsinki, julio de 2008. (Reuters)

Así, lo que vemos en la Ordenanza de Convivencia Cívica es a unos señoritos saliendo a las calles de su ciudad y señalando al buen tuntún lo que queda feo, lo que no les gusta, lo que hace menos bonitas sus esquinas. Y tachándolo tranquilamente a golpe de ordenamiento urbano, como si fueran grafitis o bancos podridos por la lluvia. Sucede que son personas.

Para que estas personas dejen de verse, se las multa exorbitadamente

Para que estas personas dejen de verse, se las multa exorbitadamente. Que los mendigos no puedan seguir pidiendo es algo que no habían pensado, del mismo modo que el hecho de que las prostitutas puedan seguir ejerciendo es algo que sí habían pensado.

Hacer desaparecer a los inopes y a las putas no es una prestidigitación nueva, pasa mucho cuando una ciudad organiza Juegos Olímpicos. Los Juegos Olímpicos se hacen para ocultar que en una ciudad hay gente que tiene que vivir de pedir limosna o de acostarse con asquerosos desconocidos. De repente, no están, y se pueden dar medallas de oro por saltar muy alto.

Alicante ahora es olímpica, no tiene prostitución y no verás ni un solo mendigo por la calle. Empiezan los Juegos. Del Hambre.

Como Occidente no se decidía, Alicante ha dado el primer paso. Durante milenios, las mujeres sin recursos se habían precipitado en el oficio más sórdido del mundo, vender su cuerpo al primer tipo con dinero que pasase; además, muchas otras personas horras de sustento hacían algo no menos indigno: extender la mano y esperar a que ese mismo tipo que pasase, u otros, dejara caer sobre su palma unas pocas monedas. Ambas penurias tenían a mucho politólogo, a mucho sociólogo y a mucho tuitero entretenidos, pues había que ver si la prostitución no era un trabajo como otro cualquiera y si los mendigos no los generaba la propia desidia o surgían al dictado de alguna mafia. Así iba la cosa hasta que el consistorio de Alicante encontró un método inimaginable de acabar tanto con la pobreza extrema como con la prostitución. Simplemente, las han prohibido.

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