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EE. UU. y los talibanes firman un acuerdo de paz para retirar tropas de Afganistán

El histórico acuerdo entre el grupo talibán y Estados Unidos, firmado en Doha, Qatar, prevé la retirada de 5.000 de los más de 12.000 soldados estadounidenses desplegados en territorio afgano en los próximos 135 días y allana el camino ante un posible diálogo y acuerdo intra-afgano tras casi dos décadas de guerra. El presidente estadounidense, Donald Trump, aseguró que se reunirá con los líderes talibanes "en un futuro no muy lejano".

Abdul Ghani Baradar, líder de la delegación talibán, y Zalmay Khalilzad, enviado de los Estados Unidos para la paz en Afganistán, se dan la mano después de firmar un acuerdo en una ceremonia entre los miembros de los talibanes de Afganistán y los Estados Unidos en Doha, Qatar, el 29 de febrero de 2020.
Abdul Ghani Baradar, líder de la delegación talibán, y Zalmay Khalilzad, enviado de los Estados Unidos para la paz en Afganistán, se dan la mano después de firmar un acuerdo en una ceremonia entre los miembros de los talibanes de Afganistán y los Estados Unidos en Doha, Qatar, el 29 de febrero de 2020. © Ibraheem al Omari / Reuters
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Estados Unidos y el grupo talibán firmaron un histórico acuerdo de paz que pretende sacar progresivamente a las tropas estadounidenses desplegadas en Afganistán desde el año 2001. El acuerdo contempla que en los próximos 3 o 4 meses se marchen 5.000 soldados de los más de 12.000 presentes en territorio afgano y que el resto abandone el país dentro de 14 meses.  

Afganistán lleva casi dos décadas en guerra y esto sería un paso previo para un acuerdo interno entre las fuerzas políticas y militares del país. La retirada completa dependerá de que los talibanes se comprometan a mantener la paz durante este tiempo y cumplan sus compromisos de prevenir el terrorismo.

Este acuerdo hace que una de las promesas de campaña del presidente Donald Trump, quien aseguró que retiraría a Estados Unidos de sus "guerras interminables", sea cumplida. Durante casi dos décadas se han producido decenas de miles de muertes en Afganistán y Estados Unidos ha gastado más de 750 mil millones de dólares.

En una rueda de prensa posterior al anuncio, Trump aseguró que se reunirá personalmente con los líderes talibanes "en un futuro no muy lejano", a pesar de no dar información sobre el lugar ni el día de ese encuentro. Además, aseguró que las tropas estadounidenses "empezarán inmediatamente" a regresar a tierra norteamericana. "Ha llegado la hora, después de todos estos años, de traer a nuestra gente a casa. Ha sido un viaje muy largo, duro para todo el mundo. Dejaremos las tropas en alrededor de 8.600 y luego tomaremos una decisión final", agregó el mandatario. 

Sin embargo, también aseguró que "si ocurren cosas malas" el ejército estadounidense volverá "tan rápido y con tanta fuerza que nadie habrá visto nadie igual". 

El pacto fue firmado por el representante especial de Estados Unidos para la paz, Zalmay Khalilzad, y el líder talibán, Abdul Ghani Baradar. Antes de la firma pronunciaron un breve discurso el jefe de la diplomacia catarí, Mohamed bin Abdulrahman al Zani, el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, y Ghani Baradar. 

Pompeo fue el principal representante de Estados Unidos y aseguró que este acuerdo es solo "el principio" y confirmó que aún "queda un gran trabajo diplomático por delante". Desde el Ejecutivo son conscientes que los talibanes pueden ser pacíficos si “tienen la voluntad”, pero actualmente no se sabe si todos los miembros de este grupo armado entregarán las armas.

Sobre el proceso, que está previsto que dé comiendo el 10 de marzo en Oslo, entre el Gobierno afgano -excluido del actual diálogo con Estados Unidos- y los insurgentes, se limitó a decir que será necesario el compromiso de "cada afgano".

Este acuerdo es el primer entendimiento entre Estados Unidos y este grupo armado, tras el ataque terrorista contra las Torres Gemelas que causó la muerte de más de 3.000 personas en Nueva York, el 11 de septiembre de 2001.
 

11-S: El detonante que inició una guerra sin final

El atentado contra el World Trade Center, en pleno Manhattan, cambió la perspectiva geoestratégica estadounidense en Medio Oriente para siempre. A los pocos días de los ataques, el entonces presidente, George W. Bush, apuntó como culpable a Al Qaeda, liderada por Osama bin Laden. Bin Laden estaba refugiado en Afganistán bajo el amparo del régimen talibán, que dominaba el país desde 1996, y estos se negaron a entregarle.

La invasión comenzó el 7 de octubre de 2001 y con ella la guerra. Los talibanes apenas pudieron resistir dos meses y el 6 de diciembre de ese mismo año fueron expulsados de la región de Kandahar, cuna del movimiento.

Los combatientes restantes de este grupo armado huyeron hacia Pakistán, pero el intento de Estados Unidos de crear un estado fuerte en Afganistán fracasó. El grupo talibán supo reorganizarse y comenzaron a dominar porciones cada vez mayores de tierra en el país a partir del año 2009. El expresidente Barack Obama trató de frenar la expansión, pero no fue posible.

La situación empeoró a partir de 2015, con la salida de la mayoría de tropas de la Alianza Atlántica tras el fin de su misión. El fin de la misión militar internacional desencadenó una de las etapas más sangrientas de la guerra en Afganistán, cuyo territorio es controlado sólo en un 50 % por el actual Ejecutivo de Ashraf Ghani, mientras que el resto está en manos de los talibanes o en disputa entre ambos.

El diálogo se empieza a ver como la única solución

En febrero de 2018 comenzaron las conversaciones entre ambas partes, después de que los talibanes decidiesen sentarse en una mesa de negociación por primera vez. Meses más tarde, el 12 de octubre de 2018, un enviado de Washington y líderes de los insurgentes se reunían por primera vez desde la invasión estadounidense unos 17 años antes.

Desde entonces, ha habido más de una decena de rondas de diálogo en el golfo Pérsico e incluso un par de encuentros entre las partes afganas, uno de ellos con funcionarios del Ejecutivo de Ghani, que acudieron, eso sí, "a título personal".

El proceso sufrió un parón de tres meses el pasado mes de septiembre, cuando, a punto de cumplirse un año del inicio de las negociaciones, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, canceló abruptamente los encuentros en respuesta a un atentado en Kabul en el que murió un estadounidense. Pero a finales de noviembre, una visita de Trump a Afganistán culminó en una nueva oportunidad para sellar un acuerdo.

Para que el primer acuerdo se pudiese firmar, los talibanes cumplieron una promesa de reducir la violencia durante los siete días previos a la reunión en Doha. Si todo sigue su camino, ahora se abre un periodo de incertidumbre en el que se verá hasta qué punto se comprometen los talibanes y si el Ejecutivo afgano es capaz de negociar con la banda armada la liberación de los miles de presos que mantienen en las cárceles.

Con EFE y AP

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