María Antonieta, casada pero virgen


           El 16 de mayo de 1770 en la capilla de Luis XIV del palacio de Versalles se celebró el matrimonio entre Luis Augusto de Borbón y la archiduquesa María Antonieta de Habsburgo-Lorena, hija de la emperatriz María Teresa de Austria. Después de varios años de negociaciones entre París y Viena esta unión consolidaba la alianza franco-austriaca. A pesar de que las arcas públicas no estaban en su mejor momento, las bodas se celebraron con un gran despliegue de medios. La novia fue conducida  hasta Francia en un impresionante cortejo de trescientos cuarenta caballos, para festejar el acontecimiento se celebraron todo tipo de fiestas, cenas y bailes en ambos países.

Jules Hardouin-Mansart. 1699. Capilla Real. Versalles.
Jules Hardouin-Mansart. 1699. Capilla Real. Versalles.

          Una vez que María Antonieta pisó suelo francés su vida cambió radicalmente, ya  no podía ser acompañada por ningún miembro de su séquito austriaco. La princesa comenzaba una nueva etapa en la que ni tan siquiera podía  rozar su cuerpo prenda alguna que no fuera  francesa. La princesa  fue desnudada por completo para a continuación ser vestida como su nuevo cargo exigía. Stefan Zweig, en su biografía de la reina, afirma: “la etiqueta llega hasta requerir que no conserve su desnudo cuerpo ni una sola hebra de los tejidos de su patria, ni zapatos, ni medias, ni camisa, ni cintas. Desde el momento que María Antonieta llega a  ser delfina de Francia, solo le es licito envolverse en telas de procedencia francesa.”

Vestido de la reina María Antonieta. Hacia 1780. Royal Ontario Museum
Vestido de la reina María Antonieta. Hacia 1780. Royal Ontario Museum.

          Volviendo al día de la boda, una vez que todos los actos públicos concluyeron, los novios entraron en la cámara nupcial. Luis XV hizo  entrega a su nieto y heredero de la camisa para dormir, mientras que a la flamante delfina se la entregó la duquesa de Chartres. Acto seguido el arzobispo de Reims bendijo el lecho tras lo cual se corrieron las cortinas y los dos jóvenes se quedaron a solas. Aunque es una obviedad, es preciso señalar que la principal misión de la mujer del heredero al trono era dar continuidad a la dinastía, pero María Antonieta, una joven encantadora y atractiva, se encontró con un hombre que no podía mantener relaciones plenas. En un principio no se sabía la causa, se pensó que el delfín, que tenía dieciséis años, era demasiado joven, inmaduro o tímido pero pasaron días, meses e incluso años.

Françoise- Hubert Drouais, Maria Antonieta delfina de Francia, retratada como Hébé. 1773. Museo Condé. Castillo de Chantilly.
Françoise- Hubert Drouais. Maria Antonieta delfina de Francia, retratada como Hébé. 1773. Museo Condé. Castillo de Chantilly.

          Es muy probable que para María Antonieta tantos años de tentativas fallidas fueran cuanto menos frustrantes. La situación era insólita ya que después de varios años casada, la princesa llegó al trono siendo virgen. Una vez que el médico de la corte identificó el problema instaron al príncipe a que se sometiera a una pequeña intervención pero no se decidía, aún así continuaban los encuentros íntimos con su mujer. A tal punto llegó la incapacidad de Luis XVI para resolver su problema  que en 1777 el emperador José II, hermano de María Antonieta, viajó a Versalles con el propósito de llegar a una solución e instar al rey a que pusiera remedio a su “defecto” con urgencia.

Carl von Sales. Jose II de Austria. 1832. Propiedad Particular.
Carl von Sales. Jose II de Austria. 1832. Propiedad Particular.

          Este hecho histórico puede parecer algo anecdótico, pero en realidad era un asunto de vital importancia, un matrimonio no consumado podía ser considerado no válido. El real cotilleo traspasó los límites de palacio llegando a las cortes europeas, el rey francés no podía  engendrar un Borbón después de siete años de matrimonio. Esta incapacidad tuvo importantes consecuencias en los caracteres de ambos. Luis XVI se hizo más retraído e inseguro, su hombría menoscabada le produjo un fuerte sentimiento de inferioridad. Para María Antonieta supuso años de humillantes intentonas, sufriendo al ver como su cuñada traía niños al mundo. Sintiéndose  impotente para llevar a cabo su función de dar hijos a la corona se dejó llevar por sus peores defectos,  entregándose a la frivolidad y el derroche. Su marido al sentirse culpable, no se atrevía a negarle nada. Por todos estos motivos, cabe señalar que muchas  veces la historia se escribe en los dormitorios.  Una vez que se produjo  la “pequeña intervención”, el rey estuvo preparado para mantener relaciones. María Antonieta se quedó embarazada muy pronto, en 1778 nació su primera hija, después vendrían otros tres más.

Louis-Michel van Loo. Luis XVI como delfín de Francia. 1769. Castillo de Versalles y de Trianon.
Louis-Michel van Loo. Luis XVI como delfín de Francia. 1769. Castillo de Versalles y de Trianon.

          El carácter de las personas se ve influenciado y a veces marcado por determinadas experiencias. Luis y María Antonieta tuvieron una relación afable, a pesar de todos los problemas que debieron enfrentar. El rey quería a su mujer y le era fiel, ella le respetaba por su bondad, y aunque no le amaba, sentía por el un gran cariño. Como monarcas vivieron rodeados de lujos en el mundo irreal de la corte, al igual que todos los monarcas de la época. Aunque no estaban ni fueron convenientemente preparados para ejercer su función, es preciso comprender que durante su reinado  se produjeron cambios vertiginosos que sacudieron los cimientos del sistema y que eran muy difíciles de prever. ¿Quien iba a pensar que los reyes de Francia iban a ser encarcelados y más tarde guillotinados en el patíbulo? Evidentemente ellos no tuvieron toda la culpa de los males que aquejaban a Francia tal y como se demostró después de su muerte, pero esa es otra historia.

Adolf Ulrik Wertmüller. La reina María Antonieta de Francia y dos de sus hijos paseando por el Parque de Trianon. 1785. Museo Nacional de Bellas Artes de Estocolmo.
Adolf Ulrik Wertmüller. La reina María Antonieta de Francia y dos de sus hijos paseando por el Parque de Trianon. 1785. Museo Nacional de Bellas Artes de Estocolmo.