Irak arremete contra EE.UU. por “violación de soberanía”

Oriente Medio

Un bombardeo estadounidense mata a tres militares y dos policías iraquíes

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Un miliciano de las Unidades de Movilización Popular herido por los bombardeos estadounidenses

HAIDAR HAMDANI / AFP

Nueva escalada en la guerra encubierta que EE.UU. e Irán libran sobre territorio iraquí. Poco después de la pasada medianoche, aviones estadounidenses bombardearon lo que definieron como “cinco arsenales de las Unidades de Movilización Popular (UMP)”, al sur de Bagdad. Sin embargo, el ejército iraquí asegura que se trata de instalaciones militares y que todos los muertos son “soldados, policías y civiles”. El presidente Barham Saleh lo ha condenado como “una agresión a la soberanía de Irak”.

La aviación estadounidense pretendía cobrarse venganza por la treintena de cohetes Katyusha que el miércoles por la noche fueron lanzados sobre su base de Taji, al norte de Bagdad. Dieciocho de ellos impactaron dentro de las instalaciones, dejando a dos soldados de EE.UU. muertos, a una enfermera británica muerta y a catorce heridos de estas dos nacionalidades, además de polacos. Cinco de ellos están graves. EE.UU. culpó del ataque a las Brigadas de Hizbulah, la facción más cercana a Teherán de las UMP.

El secretario de Defensa, Mark Esper, ya avisó ayer de que tenía “todas las opciones sobre la mesa”, tras hablar con el presidente Trump. Hace unas horas, Bagdad ha convocado a los embajadores de EE.UU. y Reino Unido para pedir explicaciones por “el falso pretexto de Taji”, con el que se han atacado instalaciones militares mixtas y el aeródromo en reconstrucción de Karbala. Además de los cinco muertos, habría once heridos, cuatro militares, dos policías, un civil y cinco milicianos. Por su parte, el presidente Saleh ha aseverado que “Irak no debe convertirse en un campo de batalla para terceros países”, en alusión a EE.UU. e Irán.

Las milicias mayoritariamente chiíes de las UMP fueron decisivas para derrotar al Estado Islámico (EI) en el norte de Irak, codo con codo con el ejército iraquí. Como premio, fueron integradas como un componente más de las Fuerzas Armadas hace justamente dos años, medida mal vista por Washington debido a la proximidad de la mayor parte de ellas a Irán.

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Un miliciano de las Unidades de Movilización Popular herido por los bombardeos estadounidenses

HAIDAR HAMDANI / AFP

En los últimos cinco meses, las bases estadounidenses en Irak han sido objeto de veintidós ataques por parte de milicianos iraquíes. El giro dramático se produjo en diciembre, cuando un ataque de las Brigadas de Hizbulah a una de estas bases mató a un contratista estadounidense. La represalia estadounidense contra bases milicianas fue replicada a su vez con un intento de asalto a la enorme embajada estadounidense en el corazón de Bagdad.

Trump subió la apuesta, autorizando el asesinato selectivo del general iraní Qasem Soleimani – coordinador de todas las milicias chiíes- en un ataque con drones que mató también a nueve iraquíes, entre ellos el fundador de las Brigadas Hizbulah. La respuesta de Teherán al asesinato de uno de los tres hombres más poderosos de la República Islámica fue un inédito ataque directo y preciso contra la base estadounidense desde la que salió el dron mortífero. Según se iría filtrando con semanas de retraso, dicho ataque provocó traumatismos craneales en alrededor de un centenar de marines refugiados en el búnker.

El asesinato de Soleimaní, hombre clave también en la derrota del EI, sacó a la calle a miles de personas en Bagdad, cambiando temporalmente el signo de las protestas antigubernamentales que arrancaron en octubre. La exigencia de retirada de todas las tropas extranjeras fue gustosamente recogida por el Parlamento iraquí, dominado por los partidos chiíes.

Pero sin acuse de recibo por parte de Washington, que se aprovecha de la actual debilidad del ejecutivo en Bagdad. Cabe decir que el primer ministro Adel Abdulmahdi dimitió hace meses, pero sigue como interino, después de que el sustituto propuesto por el presidente en febrero renunciara el 1 de marzo tras no lograr apoyo parlamentario.

En la misma noche del miércoles, en aparente respuesta inmediata al bombardeo de Taji, hubo ya ataques por parte de una aviación no identificada –tripulada o no- contra milicianos chiíes en el lado sirio de la frontera con Irak. Según un observador británico, habrían muerto hasta veintiséis milicianos.

Estados Unidos considera que el bombardeo de esta madrugada lanza un “claro mensaje de que EE.UU. no tolerará agresiones de grupos proiraníes con armas suministradas por Irán”. Teherán, por su parte, llama a EE.UU. a asumir las consecuencias de su “presencia ilegal” en Irak. Presencia que el Pentágono quiere blindar con baterías de misiles antiaéreos Patriot de Raytheon, la empresa de Mark Esper antes de su reciente salto a la política.

En paralelo, el mismo miércoles del ataque, el congreso estadounidense se unió a la decisión del senado de prohibir a Donald Trump iniciar una guerra contra Irán sin la aprobación de las Cámaras. Sin embargo, el presidente estadounidense ya ha dicho que vetará dicha ley. Aunque Trump llegó al poder con la promesa de retirar sus tropas de guerras lejanas e interminables, Irak parece haber quedado al margen de tal determinación, que de hecho aún no se ha cumplido en Afganistán, ni del todo en Siria.

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