La periodista de corazón Karmele Marchante se ha sumado a la oleada de acusaciones -ya son nueve- contra Plácido Domingo por acoso sexual. Desde su blog en el ‘Huffington Post’, Marchante relató una incómoda experiencia que le tocó vivir con el tenor en el Liceu de Barcelona durante los años ochenta.
Fue durante una entrevista a solas en el camerino del él, cuando Domingo “Se acercó más de la cuenta”, según relata Merchante. “Algo sonó en mi interior a encerrona rara y me aparté, justo en el mismo instante en el que entraba sin llamar Marta Ornelas, su esposa”, escribió la periodista.
Asimismo, acusó a la mujer de estar al tanto de su comportamiento al igual que su entorno más cercano. “Ornelas jamás dejó a Plácido a pesar de todo lo que sí sabía”, aseguró y agregó que “En su mundo sí se sabía”.
La denuncia de la periodista se suma a las otras nueve mujeres que han acusado a Plácido Domingo de haberlas acosado sexualmente durante años. Todas ellas afirman que las presionaba para tener relaciones sexuales, mientras que las castigaba profesionalmente si se negaban.
Karmele Marchante ha decidido denunciar públicamente su experiencia, al igual que mezzosoprano Patricia Wulf, la única del resto de las mujeres que no ha optado por el anonimato.
La respuesta a las defensas
Algunas personas han salido en defensa de Plácido Domingo, como por ejemplo la soprano Ainhoa Arteta, la mezzosoprano Nancy Fabiola Herrera, la cantante Paloma San Basilio, o la portavoz del PP Cayetana Álvarez de Toledo, quien ha publicado en su cuenta de Twitter: “Todavía no se ha publicado nada, insisto nada, que justifique el histérico linchamiento de Plácido Domingo”
Frente a este tipo de afirmaciones, Karmele Marchante ha afirmado que: “Para algunos de sus defensor@s todo son felonías inventadas por las feministas supremacistas, guarras, frígidas, lesbianas a la que solo nos obsesiona matar hombres, maltratarlos y luego esconder las penosas estadísticas”.
Además, a quienes cuestionan el hecho de que estas denuncias no se hayan hecho con anterioridad, señala: “Hemos denunciado lo que en los 80 no podíamos. Ya es hora de que el miedo cambie de orilla”.