Caos en el Reino Unido

Westminster hace aguas y los británicos temen por su salud mental por el 'brexit'

La rotura de una tubería ha ogligado a suspender la sesión y cerrar el Parlamento a la espera de que los fontaneros arreglasen la avería en un edificio cada vez más deteriorado

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parlamento europeo / periodico

Begoña Arce

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El Parlamento británico se desmorona, espiritual y literalmente. Si el ‘brexit’ pide a gritos la renovación de la clase política más inútil desde los tiempos del Imperio, el estado ruinoso del edificio del Palacio de Westminster exige el cierre, antes de que ocurra una desgracia.

En la tarde el jueves los diputados celebraban sesión en la Cámara de los Comunes cuando desde el techo surgió una cascada de agua que fue a caer encima de la tribuna de prensa. El ruido de lo que sonaba como el grifo de la bañera abierto a tope apenas dejaba escuchar la voz del diputado laborista, Justin Madders, argumentando en un debate sobre impuestos. El vicepresidente de la Cámara, Lindsay Hoyle, optó por desalojar el recinto por el resto del día y dejar a los fontaneros reparar las tuberías y aislar la gotera. Ante los comentarios malevolentes, que inmediatamente comenzaron a circular, un portavoz del Parlamento aclaró que “la fuga no ha sido de aguas residuales”.

Riesgo de incendio y ratones

En Twitter se sucedieron las bromas.  “La madre de todos los parlamentos se hunde”, “¡Sabotaje!”, “Eso pasa por haber mandado a todos los fontaneros polacos a casa”.  Lo cierto es que la historia viene de lejos. El pasado año los diputados aprobaron un programa de restauración billonario, a la vista de un informe en el que se hacía constar el gran riesgo de incendio en el edificio, la fuga continua de agua y la rotura de tuberías con detritus -el sistema de calefacción a alta presión que puede estallar en cualquier momento- y la invasión de ratones por pasillos, salones y bares.

Tensión, enfrentamientos y terapia

La precariedad del edifico, donde cada día trabajan ocho mil personas y recibe otros miles de visitantes, resulta aún más agobiante en la actual crisis política. Las continúas reuniones de urgencia, las sesiones extraordinarias y los debates a deshora alargan interminablemente las jornadas desde el alba hasta bien entrada la medianoche. A todo eso hay que añadir el ambiente de mal humor, enfrentamientos y tensión. Recientemente el diputado conservador, Huw Meriman, reveló que había perdido un montón de kilos y varios centímetros de cintura por el stress relacionado con el ‘brexit’. “Me abuchean”, “me insultan por lo que voto”, “me acusan de haber traicionado el ‘brexit’”, declaró durante una entrevista radiofónica en la que reveló que ha empezado a hacer terapia. ”He decidido que necesito cuidarme adecuadamente y mirar por la salud mental”. No es el único.

Salud mental de los funcionarios

El Gobierno ha ofrecido ayuda con servicios especiales para preservar la cordura de los trabajadores públicos, que están haciendo los preparativos a una posible salida sin acuerdo. Una respuesta profesional “al impacto que las presiones actuales están teniendo en la salud mental y el bienestar de los funcionarios”. Algún periodista en las redes sociales indicaba que también ellos necesitaban ayuda después de tres años sin descanso hablando del ‘brexit’. “Tengo ganas de llorar. Sólo quiero estar con mi familia”, comentaba totalmente agotado un corresponsal político británico en el tren que por enésima vez le traía de vuelta desde Bruselas, donde había acudido precipitadamente acompañando a la primera ministra.

El país entero sufre una crisis emocional. Según una encuesta realizada en marzo, el 64% de los británicos padece ansiedad relacionada con el efecto negativo de ‘brexit’. El 83% está harto de las noticias sobre el tema y a un 70% de las mujeres y un 58% de hombres les preocupa la repercusión que esta situación pueda tener en su equilibrio mental.