Fronteras

Para los estándares occidentales, Serfaus es un pueblito bastante pequeño y no menos remoto. Situado a mil quinientos metros de altitud, sus millar de habitantes tiene que viajar hora y media si quieren llegar a la ciudad digna de tal nombre más cercana, Innsbruck. A simple vista no parece un lugar donde podamos encontrar un sistema de Metro, pero resulta que sí. Tiene uno. El más pequeño del mundo.

¿Por qué una localidad alpina de apenas mil habitantes disfruta de una línea de metro? Los más avispados del lugar ya lo habrán deducido: por el turismo. Serfaus es el típico pueblo al pie de una estación de esquí que vive mayoritariamente de los miles de esquiadores que lo visitan en los meses con nieve, que son cuatro o cinco cada año. En el pueblo hay cincuenta hoteles, tocan a uno por cada veinte paisanos, con más de cinco mil camas disponibles. Junto a la pequeña meseta en la que yace el pueblo se alza una cresta de más de tres mil metros de altura; 198 kilómetros de pistas con setenta remontes esperan a los esquiadores en la ladera. El auge del turismo en los años setenta provocaba colapsos de tráfico permanentes en las cuatro o cinco calles del pueblo. Así que el ayuntamiento prohibió los coches en el casco urbano de la localidad y abrió un servicio de autobuses entre los aparcamientos recién construidos a las afueras y las estaciones de esquí. Sin embargo, eso no resolvió todos los problemas, especialmente el del transporte de un gran número de viajeros de forma simultánea. Tras estudiar varias opciones, entre otras un tren en superficie, finalmente se decidió construir un funicular subterráneo bajo el pueblo con varias paradas a lo largo de la breve localidad.

El metro de Serfaus, al que los locales llaman «Dorfbahn» («dorf significa «aldea» o «pueblo») consta de una única línea de mil trescientos metros de largo, que discurre por un túnel rectangular de apenas tres metros de ancho. Por si misma es el sistema de metro más breve del mundo y la tercera línea más corta del planeta (la primera está en Estambul y tiene apenas 600 metros de longitud, la segunda es el Ramal Ópera-Principe Pío del Metro de Madrid). Abierto finalmente en 1985, consta de cuatro paradas, a saber: el aparcamiento, la iglesia, el centro del pueblo y las pistas de esquí. Una única composición con una capacidad de 270 pasajeros recorre arriba y abajo el túnel llevando y trayendo esquiadores de forma gratuita. Puede transportar hasta mil quinientas personas a la hora por sentido, o sea, a todos los habitantes del pueblo una y otra vez cada hora.

En invierno abre de nueve a seis de la tarde, mientras que en verano el horario se reduce media hora por cada extremo. La duración del trayecto completo es de unos diez minutos (más o menos lo mismo que andando) y en total transporta unos 800.000 viajeros anualmente. Construir el Dorfbahn costó en su día 138 millones de chelines austríacos (unos 10 millones de euros de 1985, o 20 millones de euros de 2019)

¿Desde cuándo un funicular rural es un sistema de ferrocarril metropolitano? Bueno, es íntegramente subterráneo, tiene varias paradas y, esto es lo especial, todas las paradas están señalizadas con la U mayúscula blanca sobre fondo azul que simboliza el U-Bahn (o sea, el metro) en Alemania y Austria. A mi me basta y me sobra. Larga vida al Metro más corto del mundo.

Fuentes de las imágenes y más info: Wikipedia, Fascinating Maps, página oficial de Serfaus.