Siria, Yemen, Sudán, Somalia… países que continúan en guerra donde no solo se utilizan las armas como herramienta de destrucción. El hambre sigue siendo una de las armas más mortíferas contra la población en aquellos lugares donde la guerra sigue siendo el día a día de millones de personas.
La ONG Acción contra el Hambre (ACH) ha denunciado esta semana que la escasez de alimentos está siendo utilizada como “arma de destrucción masiva” en muchos países en conflicto. De esta forma, continúa empeorando así la situación de las millones de personas que se enfrentan diariamente a una vida en medio de una guerra.
El hambre está tipificada como un crimen de guerra desde el año 1949 en los Convenios de Ginebra que se aceptaron tras la Segunda Guerra Mundial. Desde ACH destacan que hay una grave “falta de conciencia” por parte de la comunidad internacional para perseguir este tipo de prácticas.
«El hambre es un arma de destrucción masiva y no sólo eso, sino que es un arma muy barata, muy accesible para grupos armados nada sofisticados e increíblemente silenciosa», ha asegurado el director de incidencia política de ACH, Manuel Sánchez-Montero. «Puede que no sea tan espectacular como una bomba, pero puede llegar a ser igual de efectiva».
El director general de la ONG, Olivier Longué, ha alertado que se está utilizando como «táctica militar» y «En muchas partes del mundo se queman cosechas o se mata al ganado con fines militares», ha apuntado el director general de la ONG. Con ello la relación matemática entre la violencia y la hambruna. «La curva de crecimiento del hambre es paralela a la de la curva de crecimiento de los países en conflicto» sentenció el máximo responsable de ACH.
De acuerdo con datos proporcionados por la organización humanitaria, seis de cada 10 personas con hambre viven en un país en conflicto. «Si las guerras provocan hambre, el hambre también provoca guerras», ha afirmado Longué.
El director general de ACH ha explicado cuál es el papel del hambre a la hora de potenciar la violencia y los conflictos. Por un lado, la violencia suele tener como consecuencia directa un desplazamiento masivo de gente, que deja a atrás la mayor parte de sus bienes y sus medios de vida. Esta situación deja millones hectáreas sin cosechar, lo que disminuye la producción agrícola del país.
La cifra crece por primera vez en 20 años
FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, denunció el pasado mes de septiembre que el 11% de la población mundial padece hambre. Esto se traduce en un total de 815 millones de personas. Es la primera vez en 20 años que esta cifra aumenta. Según la organización, implica unos 38 millones de personas más que el año anterior.
Por su parte, la ACH ha puesto de relieve que estas circunstancias también se han traducido en el número de desplazados. Según la ONG, el número de refugiados ha alcanzado una “cifra récord” desde la Segunda Guerra Mundial. Más de 66 millones de personas, se calcula, han tenido que huir de sus casas a nivel mundial a causa de la violencia y de la escasez. De esa cifra, un 80% se mantienen a largo plazo.
La hambruna golpeó durante el último año a países como Sudán del Sur, Yemen, Somalia y el norte de Nigeria como puntos más críticos. A los conflictos armados se unen circunstancias como que las zonas más pobres del planeta tienen que enfrentarse a sequías, inundaciones o violentos eventos climatológicos como huracanes.
FAO pone también en el punto de mira a los más pequeños. Según sus datos, 155 millones de niños menores de cinco años padecen desnutrición crónica –de ellos 122 millones viven en países en conflicto– mientras que otros 52 millones sufren desnutrición aguda.