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helisan
#11 estoy seguro de que la gente quiere hijos y de que sería más feliz con hijos, pero sin renunciar a su colección de funkos, a sus viajes espirituales a Asía o a escribir su tercera novela de fantasía heroica. Hay un punto de acceso a la riqueza, y al conocimiento, en nuestras sociedades actuales, en el que el ciudadano adquiere una conciencia aristocrática por pobretón que sea, y ya no se conforma sólo con tener una enciclopedia de adorno en su salón o una Biblia (o un Coran) y un álbum de sellos como mera afición. Esto pasa en todas las sociedades ricas, sin excepción.
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Arkham
#12 Lo que hace falta a la generación millenial, a mi generación, es entender que no se puede todo en la vida a la vez. Que el tiempo es el bien mas limitado, y que hay que repartirlo. Por supuesto que al tener un hijo dedicas mucho tiempo a su crianza (si lo ves como una perdida de tiempo, es que te has equivocado), que dejas de poder dedicar al ocio. Pero tú mismo lo dices bien, aunque con otras palabras: el ocio es un bien para la gente a la que le sobra el tiempo y tiene que matarlo de alguna manera.
Cuando las actividades de la vida diaria sientes que te roban tiempo de ocio, es que tienes la percepción equivocada del ocio.

Y si, claro, tener un hijo es quitarte tiempo libre, pero es dedicarlo a algo que se supone que has elegido. Yo hecho de menos mis series, mis libros y las cervezas con mis amigos, pero he tenido mucho de eso cuando tenia tiempo libre. Ahora, toca otra cosa, y lo asumo, acepto y busco la felicidad en ello.

Para mi la unica perdida de tiempo es trabajar mas de lo estrictamente necesario para vivir la vida con la que puedes ser feliz.
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helisan
#17 helisan
 *
#14 precisamente lo que digo es que los hijos han pasado a ser parte del ocio. Como mi gato que no hace nada, más que meterse entre mis piernas de improviso mientras bajo las escaleras. No me caza ratones, ni maulla algo interesante, sólo come y se tira en el sofá repantingado todo el día (gracias a Dios no se puede meter en la droga). Cualquier persona de otro siglo vería que es un perfecto inútil y se preguntaría que para qué tengo a este animal dentro de la casa. Obviamente lo tengo para achucharlo. El cariño que obtengo de él (o que yo me imagino que obtengo) compensa sus gastos, sus desaguisados y su (aparente) inutilidad. Pero también hay un límite para el número de gatos que puedo sostener. Por mucho cariño que me den tener varios gatos sería insostenible, y por tanto yo sería infeliz. La relación con mi gato ya nos da una idea del tipo de sistema en el que vivimos. Igual pasa con los hijos, actualmente el hijo es disfrute, ocio en si mismo, el hijo no te va a dar nada más. La inversión que vas a poner ahí no va a generar ganancias materiales que puedas aprovechar ni en el largo plazo, no servirá para tu prosperidad (muy al contrario), ni para asegurarte la vejez. Los hijos hoy sirven para ser amados, para disfrutar de ellos y para descalabrar nuestra economía doméstica. Pagamos por una de las mejores compañías que podemos tener durante unos años, y eso esta muy bien, la contrapartida es que se convierten en una compañía carisima de mantener, porque conllevan una serie de gastos que no asumían los padres de generaciones anteriores a las posindustriales, gastos que son propios de los padres de las nuevas generaciones de sociedades ricas y avanzadas tecnológicamente tanto en lo que concierne al consumo, como a la producción. Si tenemos más capacidades y más medios vamos a querer consumir más cosas, y cosas más sofisticadas, y vamos a querer que los seres amados también disfruten de todas esas cosas. Y por otra parte para producirlas vamos a tener que formarnos mejor y durante más tiempo ¿y quien suele costear toda esa formación? pues los padres. Esto, insisto, ocurre en todas las sociedades ricas, es sistemico, no se soluciona moralizando sobre la responsabilidad o hablando sobre las maravillosas experiencias de la paternidad.
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