#58 Pues me alegro por ti.

#63 ¿qué me impulsa a hacer lo correcto?, pues como a todo el mundo: la educación, las pasiones (emociones como el miedo) y la razón. Sólo que yo no utilizo la razón para justificar una acción correcta desde un absoluto (Dios o el "universo moral" del que hablábamos) sino para cuestionar por qué hay que hacer lo correcto, y por qué esto es lo mejor o, por el contrario, no es lo más conveniente. Por ejemplo, no suelo ir desnudo en público, porque me han enseñado desde pequeñito que tengo que taparme, me han inculcado, por medio de la educación, un sentimiento de vergüenza en estos casos. Además, estoy en una sociedad en la que ir desnudo en público no es algo correcto, de modo que a la educación, se une el miedo a la reacción de las personas que me rodean cuando salgo a la calle (la "presión social"). Tengo dos miedos ahí que me impiden actuar de la forma que no se considera correcta (podría incluir también la aversión hacia mi cuerpo, otra emoción, implantada por la educación que gracias a Dios no sufro). Y son miedos más que suficientes para que actúe de la forma correcta. Pero entonces me encomiendo a la razón, a ver que saco en claro. Si me encomendara a un absoluto (Dios, el "universo moral"), pues, podría salir cualquier cosa (lo que haya puesto alguien en un papiro hace miles de años o qué sé yo!), pero zanjaría la cuestión definitivamente (al menos en la teoría, luego vemos que en la práctica a los creyentes en esas cosas se la trae un poco al fresco lo que diga su dios, el papiro, las estrellas o lo que hayan puesto como absoluto). Pero yo me encomiendo a la razón y analizo las ventajas y desventajas más o menos objetivas que tiene ir desnudo por la calle: ir con la pilila al aire es muy placentero. También las desventajas: ahora en invierno con 5 grados lo iba a pasar mal. Y sigo analizando y debatiendo conmigo mismo y con otras personas sobre el tema. Al final, después de usar la razón, desde mi razón y la de otras personas mediante la dialéctica, descubro que yo hacía muy bien lo correcto gracias a la educación y al miedo, pero que lo correcto resulta que no era lo correcto. Ir desnudo por la calle es objetivamente tan buena o mala idea (dependiendo del clima o el medio que transitemos) como ir vestido de folclórica o de oficinista, mientras se mantengan los protocolos profilácticos que podemos ver en cualquier playa nudista. Así que gracias a la razón, aplicada como una forma de cuestionar críticamente las cosas, no solo hago lo correcto, también puedo discernir si lo correcto es realmente lo correcto, cosa que no sabría si mi razón únicamente obedeciera a un absoluto.